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27 de octubre de 2020

Prestigio mágico de los «origenes» Mitos de origen y mitos cosmogónicos, Mircea Eliade, De Mito Y Realidad (1999)


 

PRESTIGIO MÁGICO DE LOS «ORIGENES»
 
MITOS DE ORIGEN Y MITOS COSMOGÓNICOS

 
 
Toda historia mítica que relata el origen de algo presupone y prolonga la cosmogonía. Desde el punto de vista de la estructura, los mitos de origen son equiparables al mito cosmogónico. Al ser la creación del Mundo la creación por excelencia, la cosmogonía pasa a ser el modelo ejemplar para toda especie de creación. Esto no quiere decir que el mito de origen imite o copie el modelo cosmogónico, pues no se trata de una reflexión coherente y sistemática. Pero toda nueva aparición —un animal, una planta, una institución— implica la existencia de un Mundo. Incluso cuando se trata de explicar cómo, a partir de un estado diferente de cosas, se ha llegado a la situación actual (por ejemplo, cómo el cielo se ha alejado de la Tierra, o cómo el hombre se ha hecho mortal), el «Mundo» estaba ya allí, a pesar de que su estructura fuera diferente y de que no fuera aún nuestro Mundo. Todo mito de origen narra y justifica una «situación nueva» —nueva en el sentido de que no estaba desde el principio del Mundo—. Los mitos de origen prolongan y completan el mito cosmogónico: cuentan cómo el Mundo ha sido modificado, enriquecido o empobrecido.
Esta es la razón por la cual ciertos mitos de origen comienzan por el esquema de una cosmogonía. La historia de las grandes familias y de las dinastías tibetanas comienza por recordar cómo el Cosmos ha nacido de un Huevo. «De la esencia de los cinco elementos primordiales salió un gran huevo (...). Dieciocho huevos salieron de la yema de este huevo. El huevo de en medio de esos dieciocho, un huevo de concha marina, se separó de los demás. A este huevo de concha le crecieron miembros, después los cinco sentidos, y ya perfecto, se convirtió en un joven de una belleza tan extraordinaria que parecía la concesión de un voto (yid la smon). También se le llamó el rey Ye-smon. La reina Tchu-lchag, su esposa, parió un hijo capaz de transformarse por magia, Dbang Idan» . La genealogía prosigue contando el origen y la historia de los diversos clanes y dinastías.
Los cantos genealógicos polinesios comienzan de la misma manera. El texto ritual hawaiano, conocido bajo el nombre de Kumulipo, es «un himno genealógico que vincula la familia real, a quien pertenece, no solo a los dioses del pueblo entero, adorados en común, con los grupos polinesios aliados; no sólo a los jefes divinizados nacidos en el mundo vivo, los Ao, en la línea familiar, sino también con los astros del cielo, las plantas y los animales de uso cotidiano en la vida terrestre...» . En efecto, el canto comienza por evocar:
 
«El tiempo en que se hizo cambiar violentamente a la tierra,
el tiempo en que los cielos cambiaron por separado,
el tiempo en que el sol salía para dar luz a la luna» , etc.

 
Tales cantos rituales los componen los bardos cuando la princesa está encinta, y se comunica a los danzarines hula para que los aprendan de memoria. Estos últimos, hombres y mujeres, danzan y recitan el canto sin interrupción, hasta el nacimiento del niño. Como si el desarrollo embrionario del futuro jefe estuviera acompañado de la recapitulación de la cosmogonía, de la historia del mundo y de la historia de la tribu. Con ocasión de la gestación de un jefe, se «rehace» simbólicamente el Mundo. La recapitulación es a la vez una rememoración y una reactualización ritual, por medio de los cantos y la danza, de los acontecimientos míticos esenciales que han tenido lugar desde la Creación.
Se encuentran también concepciones y rituales análogos entre las poblaciones primitivas de la India. Entre los Santali, por ejemplo, el guru recita el mito cosmogónico en beneficio de cada individuo, pero solamente dos veces: la primera vez «cuando se reconoce al Santal los plenos derechos de la sociedad (...). En esta ocasión, el guru recita la historia de la humanidad desde la creación del Mundo, termina contando el nacimiento de la persona en cuyo favor se ha cumplido el rito. La misma ceremonia se repite durante el servicio funerario, pero esta vez el guru transfiere ritualmente el alma del difunto al otro Mundo . Entre los Gonds y los Baigas, con ocasión de los rituales en honor de Dharti Mata y de Thakur Deo, el sacerdote recita el mito cosmogónico y recuerda al auditorio el importante papel que su tribu ha desempeñado en la creación del Mundo . Cuando los magos Munda expulsan los malos espíritus, recitan las canciones mitológicas de los Assur, pues éstos inauguraron una nueva época tanto para los dioses y los espíritus como para los humanos, y por esta razón la historia de sus hazañas puede considerarse como formando parte de un mito cosmogónico .
Entre los Bhils, la situación no difiere mucho. Tan sólo uno de los cantos mágicos de fin medicinal ofrece carácter de mito cosmogónico; es El canto del Señor. Pero la mayoría de estos cantos son en realidad mitos de origen. El Canto de Kasumor Dâmor, por ejemplo, considerado como curativo de todas las enfermedades, narra las migraciones del grupo Bhil Dâmor desde el Gujerat hacia el sur de la India central . Es, pues, el mito de la instalación territorial del grupo; en otros términos: la historia de un nuevo comienzo, réplica de la creación del Mundo. Otros cantos mágicos revelan el origen de las enfermedades8. Se trata de mitos ricos en aventuras en los que terminamos por aprender las circunstancias de la aparición de las enfermedades, acontecimiento que, de hecho, ha cambiado la estructura del Mundo.
 
 
Mircea Eliade
 
De Mito Y Realidad (1999)

26 de octubre de 2020

Las banderas de orfandad Enrojecen la lluvia, María Meleck Vivanco

 

Las banderas de orfandad
Enrojecen la lluvia 

  
  
La partición de las estrellas  
Descubre oscuridad sobre los mismos cuerpos que luminosos nos herían  
Agotados estaban de escandalosos sueños 
Sin conocer del llanto esa orla de pies inertes  
Su filo de flamencos que van minando las profundas sedas  
Las mordidas de besos  
Las diminutas lunas  de la mano
Deseo por deseo  
El borde de mis labios amaneció vacío
Adormideras del mar  
Retengo a mi costado  
Escalofrío de extremaunción convocan las campanas 
De norte a sur
Su oficio de follaje y negra sed se instala en las murallas 
La palabra cabeza funda banderas lejos de su templo  
En ingle alucinada  
En rojo ardiendo  
En gotas de atormentados niños cayendo a sobresalto  
Aullando a flor de vientre desde una comisura de relojes
Busco el secreto manuscrito de Ruanda  
Su memoria discriminada al cielo polvoriento
Y el pobre Dios cruzaba la frontera esparciendo como al acaso pétalos 
Naturalmente la víspera caían  
Abriendo al mundo de par en par sus ritos para que entrara el mago de la suerte
Y pagar su rescate de azucenas  
Desnudo hasta el cabello 
 
Prendido de una nube como si fuera un ángel
 
María Meleck Vivanco
De Canciones para Ruanda Ediciones de La Sociedad de los Poetas Vivos. Colección de poesía elefante en el bazar .Buenos Aires,1996

24 de octubre de 2020

Una voz en la tierra, María Meleck Vivanco

 

UNA VOZ EN LA TIERRA
 
 
A Malvina Rosa Quiroga
 
 
“En un valle de rosas minúsculo pero violento.
A través de los adioses del Sol”.
Georges Schehadé

 
 
Decir Villa Dolores es convocar la ausencia
del otoño y sus ángeles en el cielo de Córdoba.
Es vestirla de angustia con tules primorosos
y nombrarla de lluvia por sentir que se nombra.
 
Sus flores son del aire y al aire resplandecen
sabiamente adornadas de berilos y cobres.
Voy mendigando al cerro cada juguete suyo,
hasta callar mi sangre diluida entre sus próceres.
 
Inconsolablemente celebro y guardo el rito
penitente y lejano, de oxidada tristeza.
La víspera fui un grillo de violín melancólico.
Hoy me duelen los labios como una herida vieja.
 
Dejo antiguos sedales cautelosos al río
con puertos ya extinguidos y barcas de relevo,
donde mojo estas lánguidas serpentinas azules
que les robé al olvido sin anillo y sin dueño.
 
Vuelvo al ocaso mágico de mis lares; un ángelus
estremece la misa de los dioses remotos.
Alamedas que zumban. Rostros que nadie toca.
Besos de lacre frío bajo un lirio de polvo.
 
Y aquí doblo esta médula que fosforece al viento,
y al viento de mi pueblo doy mi escudo y mi nombre.
Mis alucinaciones. Mis relojes sin péndulos.
Mi atalaya de duendes. Mi más oculta torre.
 
 
María Meleck Vivanco
De Hemisferio de la Rosa Editorial Francisco A. Colombo. Buenos Aires,1973
 
 

23 de octubre de 2020

Las mariposas del olivar   Aún saborean el rocío de las bocas concupiscentes, María Meleck Vivanco

 

Las mariposas del olivar  
Aún saborean el rocío de las bocas concupiscentes
 

  
Agrio su corazón  
Desolado y oscuro como una almadía en el declive de la noche  
Aprisionado 
Enfurecido al aire
Y por la proa la niña de pelo lacio desaparece suave como un gato
Dulcemente empujada por glicinas  
Puro orgullo su realidad
Puro fantasma y zambullida
Yo escamas toda de pichón de pájaro agónico que hubiera
cerrado bruscamente su pico 
Yo en tinieblas con mi hijo nonato  
Yo en balandros donde se predica o se miente
Yo en caricias con piel lluviosa que van hacia el destierro
Con ubicuo poema acuartelado  
Cariátide y almena yo
Apenas esbozada del silencio  
El abismo cubierto de remiendos sanguinarios  
Yo mezclada con niños contrabandistas tatuados por arpones  
Yo en cuatro frentes y en el arcano de la cantera milenaria  
(Embajadora alguna vez de tiernos heliotropos)
Las balas no sirvieron para mi guerra  
Los besos no me hicieron soñar con marsupiales 
Ni con azúcar de boca y cuerpo de obsidiana
Si demando su nave olvidadiza 
Las gaviotas de Ruanda despeinan mis cabellos de fósforo delgado
De madrugada crujen las mortales  
Incesantes  
Furtivas
Picoteándome por dentro
 
 
María Meleck Vivanco
De Canciones para Ruanda Ediciones de La Sociedad de los Poetas Vivos. Colección de poesía elefante en el bazar .Buenos Aires,1996

21 de octubre de 2020

Reclinatorio donde la Virgen, María Meleck Vivanco

 

Reclinatorio donde la Virgen
 
Mi arrobamiento se suma a los conjuros de la sombra
A la savia picante y sensual de los paraísos abstraídos
Como ala de abanicos angélicos que
refrescan la turbulencia de la tierra
Mientras la luna exhala su perfume animal, me
instalo soberana en los jergones del monte
En los remiendos estrellados del viento
Llegan los marginados de la procesión
Abren el follaje y se reparten los manjares deliciosos y las
naranjas profundas
El rocío distrae más allá de la
fiesta  Y obedezco al pulso salvaje de ruidos luminosos
Fruto de la compasión, la niña alisa sus cabellos con
peine de palo santo
Y el ave infiel se despereza entre las flores
Amo las chimeneas desoladas
Y suspiro la púrpura en el reclinatorio,
donde la virgen descansa su cabeza
 
Ahora las máscaras,
se prueban corazones alrededor de mi casa
 
 
María Meleck Vivanco

20 de octubre de 2020

4 Como una caracola la muerte estará en otro ruido Como un higo de luto En otros dientes de tímido conocimiento blanco, María Meleck Vivanco

4 Como una caracola la muerte estará en otro ruido
Como un higo de luto  
En otros dientes de tímido conocimiento blanco
 

 
Oscuros umbrales de revelación  
Sostienen temerarios la edad impura  
O el cuchillo de plata a la intemperie  
O la caravana  que alisa arenas y castiga a los pájaros heridos
(Cuando aparece el huésped persignarse)
La inocente descubre ceremonias en los huesos de un niño
Voraz una cascada de nieve derretida 
Lava de olvido su alma
Red luminosa fluye en el coro de renacuajos del diluvio  
Y plegaria comulgante en el oído sordo de tristeza sobre tristeza
Ruanda inventa un corazón para olvidar 
Suelta lujurias en los ojos velados que encienden la imaginación  
Aquí en su piel existe una rosa cautiva perversamente lastimada  
Es la rosa esclava de secretas voces  
La casa desprovista de manjares y paciencia 
Los fantasmas del ancestro que convocan animales
libidinosos y grifos de ruidos permanentes  
Dioses sorprendidos en el Kivú  
Apostados entre mariposas salvajes
Oscuros umbrales de revelación 
Cuerpos destruidos de tanto
vagabundeo sin brújula  
Con su joroba verdinegra que asoma en la claraboya de la luna
Deseo comparecer a tu lado Ruanda de incestuosas lágrimas
Efímera  
Como tu pulso de felicidad invisible.
 
María Meleck Vivanco
De Canciones para Ruanda Ediciones de La Sociedad de los Poetas Vivos. Colección de poesía elefante en el bazar .Buenos Aires,1996

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