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21 de octubre de 2020

Reclinatorio donde la Virgen, María Meleck Vivanco

 

Reclinatorio donde la Virgen
 
Mi arrobamiento se suma a los conjuros de la sombra
A la savia picante y sensual de los paraísos abstraídos
Como ala de abanicos angélicos que
refrescan la turbulencia de la tierra
Mientras la luna exhala su perfume animal, me
instalo soberana en los jergones del monte
En los remiendos estrellados del viento
Llegan los marginados de la procesión
Abren el follaje y se reparten los manjares deliciosos y las
naranjas profundas
El rocío distrae más allá de la
fiesta  Y obedezco al pulso salvaje de ruidos luminosos
Fruto de la compasión, la niña alisa sus cabellos con
peine de palo santo
Y el ave infiel se despereza entre las flores
Amo las chimeneas desoladas
Y suspiro la púrpura en el reclinatorio,
donde la virgen descansa su cabeza
 
Ahora las máscaras,
se prueban corazones alrededor de mi casa
 
 
María Meleck Vivanco

20 de octubre de 2020

4 Como una caracola la muerte estará en otro ruido Como un higo de luto En otros dientes de tímido conocimiento blanco, María Meleck Vivanco

4 Como una caracola la muerte estará en otro ruido
Como un higo de luto  
En otros dientes de tímido conocimiento blanco
 

 
Oscuros umbrales de revelación  
Sostienen temerarios la edad impura  
O el cuchillo de plata a la intemperie  
O la caravana  que alisa arenas y castiga a los pájaros heridos
(Cuando aparece el huésped persignarse)
La inocente descubre ceremonias en los huesos de un niño
Voraz una cascada de nieve derretida 
Lava de olvido su alma
Red luminosa fluye en el coro de renacuajos del diluvio  
Y plegaria comulgante en el oído sordo de tristeza sobre tristeza
Ruanda inventa un corazón para olvidar 
Suelta lujurias en los ojos velados que encienden la imaginación  
Aquí en su piel existe una rosa cautiva perversamente lastimada  
Es la rosa esclava de secretas voces  
La casa desprovista de manjares y paciencia 
Los fantasmas del ancestro que convocan animales
libidinosos y grifos de ruidos permanentes  
Dioses sorprendidos en el Kivú  
Apostados entre mariposas salvajes
Oscuros umbrales de revelación 
Cuerpos destruidos de tanto
vagabundeo sin brújula  
Con su joroba verdinegra que asoma en la claraboya de la luna
Deseo comparecer a tu lado Ruanda de incestuosas lágrimas
Efímera  
Como tu pulso de felicidad invisible.
 
María Meleck Vivanco
De Canciones para Ruanda Ediciones de La Sociedad de los Poetas Vivos. Colección de poesía elefante en el bazar .Buenos Aires,1996

19 de octubre de 2020

En la noche terrible... Álvaro de Campos (Fernando Pessoa) Traducción Rodolfo Alonso


 

EN LA NOCHE TERRIBLE...
 
En la noche terrible, sustancia natural de todas las noches,
En la noche de insomnio, sustancia natural de todas mis noches,
Recuerdo, velando en modorra incómoda,
Recuerdo lo que hice y lo que podía haber hecho en la
vida.
Recuerdo, y una angustia
Se derrama por mí como un frío del cuerpo o un miedo.
Lo irreparable de mi pasado: ¡ése es el cadáver! Todos los otros cadáveres quizá sean ilusiones. Todos los muertos quizá estén vivos en otra parte
Todos mis propios momentos pasados quizá existan por ahí, En la ilusión del espacio y del tiempo,
En la falsedad del devenir.
Pero lo que yo no fui, lo que yo no hice, lo que ni siquiera soñé;
Lo que sólo ahora veo que debería haber hecho,
Lo que sólo ahora claramente veo que debería haber sido...
Es lo que está muerto más allá de todos los Dioses,
Eso –y fue al fin lo mejor de mí– es lo que ni los Dioses
hacen vivir...
 
Si a cierta altura
Hubiese doblado hacia la izquierda en lugar de hacia la
derecha;
Si a cierta altura
Hubiese dicho sí en lugar de no, o no en lugar de sí;
Si en cierta conversación
 
Hubiese tenido las frases que sólo ahora, en el entresueño, elaboro...
Si todo eso hubiese sido así,
Sería otro hoy, y tal vez el universo entero
Sería llevado insensiblemente a ser otro también.
 
Pero no doblé hacia el lado irreparablemente perdido, No doblé ni pensé doblar, y sólo ahora lo percibo;
Pero no dije no o no dije sí, y sólo ahora veo lo que no dije;
Pero las frases que faltó decir en ese momento me surgen todas,
Claras, inevitables, naturales,
La conversación cerrada concluyente, La materia toda resuelta...
Pero sólo ahora lo que nunca fue, ni será hacia atrás, me duele.
 
Lo que de veras fallé no tiene ninguna esperanza En ningún sistema metafísico.
Puede ser que para otro mundo pueda llevar lo que soñé,
¿Pero podré llevar para otro mundo lo que me olvidé de
soñar?
Esos sí, los sueños por tener, son el cadáver.
Lo entierro en mi corazón para siempre, para todo el tiempo, para todos los universos.
 
En esta noche donde no duermo, y el sosiego me cerca Como una verdad de la que no participo,
Y allá fuera la luna, como la esperanza que no tengo, es
invisible para mí.
 
 
Álvaro de Campos  (Fernando Pessoa)
Traducción Rodolfo Alonso

18 de octubre de 2020

Conferencia un invierno con Pessoa, Walter Perez y Jose Luis Colombini (Video)

 Conferencia un invierno con Pessoa. El poeta portugués Fernando Pessoa y sus heterónimos a cargo de Walter Perez y Jose Luis Colombini y la actuación de Walter Garay. 15 de julio de 2006. Centro Cultural Cooperativo, Italia 355, Villa Dolores, Traslasierra, Cordoba, Argentina. Palabras del Lic Walter Perez y de Jose Luis Colombini Actuación de Walter Garay Escenografía, producción, ambientación y registro: Victoria Colombini Lauricella

17 de octubre de 2020

Tabaquería, Alvaro de Campos (Fernando Pessoa) Traducción de Octavio Paz

 

Tabaquería
 
 
 
No soy nada.
Nunca seré nada.
No puedo querer ser nada.
Aparte de esto, tengo en mí todos los sueños del mundo.
 
Ventanas de mi cuarto,
Cuarto de uno de los millones en el mundo que nadie sabe quién son
(Y si lo supiesen, ¿qué sabrían?)
Ventanas que dan al misterio de una calle cruzada constantemente por la gente,
Calle inaccesible a todos los pensamientos,
Real, imposiblemente real, cierta, desconocidamente cierta,
Con el misterio de las cosas bajo las piedras y los seres,
Con el de la muerte que traza manchas húmedas en las paredes,
Con el del destino que conduce al carro de todo por la calle de nada.
Hoy estoy convencido como si supiese la verdad,
Lúcido como su estuviese por morir
Y no tuviese más hermandad con las cosas que la de una despedida,
Y la hilera de trenes de un convoy desfila frente a mí
Y hay un largo silbido
Dentro de mi cráneo
Y hay una sacudida en mis nervios y crujen mis huesos en la arrancada.
 
Hoy estoy perplejo, como quien pensó y encontró y olvidó,
Hoy estoy dividido entre la lealtad que debo
A la Tabaquería del otro lado de la calle, como cosa real por fuera,
Y la sensación de que todo es sueño, como cosa real por dentro. Fallé en todo.
Como no tuve propósito alguno tal vez todo fue nada.
Lo que me enseñaron
Lo eché por la ventana del traspatio.
Ayer fui al campo con grandes propósitos.
Encontré sólo hierbas y árboles
Y la gente que había era igual a la otra.
Dejo la ventana y me siento en una silla. ¿En qué he de pensar?
 
¿Qué puedo saber de lo que seré, yo que no sé lo que soy?
¿Ser lo que pienso? ¡Pienso ser tantas cosas!
¡Y hay tantos que piensan ser esas mismas cosas que no podemos ser tantos!
 
¿Genio? En este momento
Cien mil cerebros se creen en sueños genios como yo
Y la historia no recordará, ¿quién sabe?, ni uno,
Y sólo habrá un muladar para tantas futuras conquistas.
No, no creo en mí.
¡En tantos manicomios hay tantos locos con tantas certezas!
Yo, que no tengo ninguna ¿puedo estar en lo cierto?
No, en mí no creo.
¿En cuántas buhardillas y no-buhardillas del mundo
Genios-para-sí-mismos a esta hora están soñando?
¿Cuántas aspiraciones altas y nobles y lúcidas
-Sí, de veras altas y nobles y lúcidas-
Quizá realizables,
No verán nunca la luz del sol real ni llegarán a oídos de la gente?
El mundo es para los que nacieron para conquistarlo
No para los que sueñan que pueden conquistarlo, aunque tengan razón.
He soñado más que todas las hazañas de Napoleón.
He abrazado en mi pecho hipotético más humanidades que Cristo,
He pensado en secreto más filosofías que las escritas por ningún Kant.
Soy y seré siempre el de la buhardilla,
Aunque no viva en ella.
Seré simpre el que no nació para eso.
Seré siempre sólo el que tenía algunas cualidades,
Seré siempre el que aguardó que le abrieran la puerta frente a un muro que no tenía puerta,
El que cantó el cántico del Infinito en un gallinero,
El que oyó la voz de Dios en un pozo cegado.
¿Creer en mí? Ni en mí ni en nada.
Derrame la naturaleza su sol y su lluvia
Sobre mi ardiente cabeza y que su viento me despeine
Y después que venga lo que viniere o tiene que venir o no ha de venir.
Esclavos cardíacos de las estrellas,
Conquistamos al mundo antes de levantarnos de la cama;
Nos despertamos y se vuelve opaco;
Salimos a la calle y se vuelve ajeno,
Es la tierra y el sistema solar y la Vía Láctea y lo Indefinido.
Come chocolates, muchacha,
¡Come chocolates!
Mira que no hay metafísica en el mundo como los chocolates,
Mira que todas las religiones enseñan menos que la confitería.
¡Come, sucia muchacha, come!
¡Si yo pudiese comer chocolates con la misma verdad con que tú los comes!
Pero yo pienso y al arrancar el papel de plata, que es de estaño,
Echo por tierra todo, mi vida misma.)
 
Queda al menos la amargura de lo que nunca seré,
La caligrafía rápida de estos versos,
Pórtico que mira hacia lo imposible.
Al menos me otorgo a mí mismo un desprecio sin lágrimas,
Noble al menos por el gesto amplio con que arrojo,
Sin prenda, la ropa sucia que soy al tumulto del mundo
Y me quedo en casa sin camisa.
(Tú que consuelas y no existes, y por eso consuelas,
Diosa griega, estatua engendrada viva,
Patricia romana, imposible y nefasta,
Princesa de los trovadores, escotada marquesa del dieciocho,
Cocotte célebre del tiempo de nuestros abuelos,
O no sé cual moderna -no acierto bien la cual-
Sea lo que seas y la que seas, ¡si puedes inspirar, inspírame!
Mi corazón es un balde vacío.
Como invocan espíritus los que invocan espíritus me invoco,
Me invoco a mí mismo y nada aparece.
Me acerco a la ventana y veo la calle con una nitidez absoluta.
Veo las tiendas, la acera, veo los coches que pasan,
Veo los entes vivos vestidos que pasan,
Veo los perros que también existen,
Y todo esto me parece una condena a la degradación
Y todo esto, como todo, me es ajeno.)
 
Viví, estudié, amé y hasta tuve fe.
Hoy no hay mendigo al que no envidie sólo por ser él y no yo.
En cada uno veo el andrajo, la llaga y la mentira.
Y pienso: tal vez nunca viviste, ni estudiaste, ni amaste, ni creíste
(Porque es posible dar realidad a todo esto sin hacer nada de todo esto.)
Tal vez has existido apenas como la lagartija a la que cortan el rabo
Y el rabo salta, separado del cuerpo.
 
Hice conmigo lo que no sabía hacer.
Y no hice lo que podía.
El disfraz que me puse no era el mío.
Creyeron que yo era el que no era, no los desmentí y me perdí.
Cuando quise arrancarme la máscara,
La tenía pegada a la cara.
Cuando la arranqué y me vi en el espejo,
Estaba desfigurado.
Estaba borracho, no podía entrar en mi disfraz.
Lo acosté y me quedé afuera,
Dormí en el guardarropa
Como un perro tolerado por la gerencia
Por ser inofensivo.
Voy a escribir este cuento para probar que soy sublime.
Esencia musical de mis versos inútiles,
Quién pudiera encontrarte como cosa que yo hice
Y no encontrarme siempre enfrente de la Tabaquería de enfrente:
Pisan los pies la conciencia de estar existiendo
Como un tapete en el que tropieza un borracho
O la esterilla que se roban los gitanos y que no vale nada.
 
El Dueño de la Tabaquería aparece en la puerta y se instala contra la puerta.
Con la incomodidad del que tiene el cuello torcido,
Con la incomodidad de un alma torcida, lo veo.
El morirá y yo moriré.
El dejará su rótulo y yo dejaré mis versos.
En un momento dado morirá el rótulo y morirán mis versos.
Después, en otro momento, morirán la calle donde estaba pintado el rótulo
Y el idioma en que fueron escritos los versos.
Después morirá el planeta gigante donde pasó todo esto.
En otros planetas de otros sistemas algo parecido a la gente
Continuará haciendo cosas parecidas a versos,
Parecidas a vivir bajo un rótulo de tienda,
Siempre una cosa frente a otra cosa,
Siempre una cosa tan inútil como la otra,
Siempre lo imposible tan estúpido como lo real,
Siempre el misterio del fondo tan cierto como el misterio de la superficie,
Siempre ésta o aquella cosa o ni una cosa ni la otra.
Un hombre entra a la Tabaquería (¿para comprar tabaco?),
Y la realidad plausible cae de repente sobre mí.
Me enderezo a medias, enérgico, convencido, humano,
Y se me ocurren estos versos en que diré lo contrario.
 
Enciendo un cigarro al pensar en escribirlos
Y saboreo en el cigarro la libertad de todos los pensamientos.
Fumo y sigo al humo con mi estela,
Y gozo, en un momento sensible y alerta,
La liberación de todas las especulaciones
Y la conciencia de que la metafísica es el resultado de una indisposición.
Y después de esto me reclino en mi silla
Y continúo fumando.
Seguiré fumando hasta que el destino lo quiera.
(Si me casase con la hija de la lavandera
Quizá sería feliz).
Visto esto, me levanto. Me acerco a la ventana.
El hombre sale de la Tabaquería (¿guarda el cambio el la bolsa del pantalón?),
Ah, lo conozco, es Estevez, que ignora la metafísica.
(El Dueño de la Tabaquería aparece en la puerta).
Movido por un instinto adivinatorio, Estevez se vuelve y me reconoce;
Me saluda con la mano y yo le grito ¡Adiós, Estevez! y el universo
Se reconstruye en mí sin ideal ni esperanza y el Dueño de la Tabaquería sonríe.
 
Alvaro de Campos (Fernando Pessoa)
Traducción de Octavio Paz
 

16 de octubre de 2020

Me dices: tú eres algo más... Alberto Caeiro (Fernando Pessoa) Traducción de Pablo del Barco

 

Me dices: tú eres algo más
Que una piedra o una planta.
Me dices: sientes, piensas y sabes que piensas y sientes.
Entonces ilas piedras escriben versos?
Entonces i las plantas tienen ideas sobre el mundo?
 
Sí: hay diferencia.
Pero no es la diferencia que encuentras;
porque el tener conciencia no me obliga a tener teorías sobre las cosas:
sólo me obliga a ser consciente.
 
¿Si soy más que una piedra o una planta? No sé. Soy diferente.
No sé lo que es más o menos.
 
¿Tener conciencia es más que tener color?
Puede ser y puede no ser. Sé que es diferente, sólo.
Nadie puede probar que es más que sólo diferente.
 
Sé que la piedra es la real y que la planta existe.
Sé esto porque existen.
Lo sé porque mis sentidos me lo muestran.
Sé que soy real también.
Lo sé porque mis sentidos me lo muestran,
aunque  con  menos  claridad  con  que me muestran la piedra y la planta.
No sé nada más.
 
Sí, escribo versos y la piedra no escribe versos.
Sí, hago ideas sobre el mundo y las plantas ningunas.
 
Pero es que las piedras no son poetas; son piedras;
y las plantas son plantas solamente, no pensadores.
Tanto puedo decir que soy por esto superior a ellas
como que soy inferior.
Pero no digo eso; digo de la piedra: es una “piedra”;
digo de la planta: “es una planta”;
digo de mí: “soy yo”.
Y no digo nada más. ¿Qué más hay que decir?
 
 
Alberto Caeiro (Fernando Pessoa)
Traducción de Pablo del Barco

15 de octubre de 2020

Coróname de rosas... Ricardo Reis (Fernando Pessoa) Traducción de Rafael Díaz Borbón


 

Coróname de rosas...
 
Coróname de rosas,
de verdad coróname
            De rosas
Rosas que al quemar
Sobre una frente queman
           Demasiado Rápido!
Coróname de rosas
Y con el volátil follaje,
Que así sea.
 
 
Ricardo Reis (Fernando Pessoa)
Traducción de Rafael Díaz Borbón

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