Verano 1990
Ese verano usaba barniz para las uñas que era casi negro
y me contorsionaba y daba vueltas en torno a un
crucigrama de nombres
y buscaba el orden en la vida de la mujer y la idea de la
vida
en tanto que la mujer que más amaba partía camino a la
muerte.
Ese verano mi protegido me abandonó y me encontré con
viejos amigos
y vi que los más viejos eran vacíos o perversos.
Ese verano Mellos regresó a Francia
y no me despedí de él ni le dije que me importaba.
Ese verano un hombre se enamoró muy extrañamente
y yo observaba su congoja y no sentía nada,
lo comprendía y no me importaba
lo suficiente, aunque yo misma he soportado obsesiones
tan desesperadas y tristes como la que él tenía por mí.
Ese verano dormí sola más
de lo que he dormido sola desde que te conocí
y pasé más noches insomnes de las que jamás he conocido,
aunque me abrazabas y me amabas más intensamente que
nunca.
Ese verano la traición de la sangre me unió con una
familia
que creía que estaba medio mundo y una generación lejos.
Ese verano soñé que las piedras se agrupaban
y gruñían cuando yo pasaba, y yo gritaba "no,
no" en mi sueño
pero las piedras, aunque yo sabía que no podían
destruirme
me seguían hasta la puerta del despertar.
Ese verano mis compañeros eran vampiros de libros,
especialmente LeStat, traqueteando por las calles de
Nueva Orleans.
Ese verano alguien muerto seguía susurrando
"Esto es lo que mereces, es el pago
por pretender ignorar por tanto tiempo",
y contemplaba la foto borrosa de nosotros,
yo de espaldas a él con su traje blanco
y rogaba no perdón sino paz,
e incluso en la foto él decía: "Despídete
de cualquier paz que hayas deseado. Esto
es lo que mereces, te matará
pero sabrás lo que es sentirlo".
Ese verano usaba lápiz labial color mora
y mi rostro estaba pálido y no me atrevía a tener la
esperanza de
que el verano terminara sin agonía.
Karen Alkalay-Gut