La espero en la inmensidad
Dejó una cicatriz en el agua
y señaló el día en que empezó a morir.
El río corre desde entonces
en una dirección arbitraria
las aves habituales
van a bañarse allí sin saberlo
y oyen el canto vacilante del día
que se desliza
sobre la banalidad de las ondas.
Todo lo que conocemos se resiste a morir
o bien lo que ignoramos
pasa majestuosamente
sobre el cadáver del tiempo.
Dejó una cicatriz
que no puede borrarse.
Los terrores de la infancia
han llegado con puntualidad
mientras parece que lo obligatorio
es beber el agua errónea.
Pero nada es más real que los sueños
que no caben en la experiencia.
Dejó una cicatriz en el agua
una marca indeleble.
Veo claramente
que siguen siendo sus manos
las que abren mi día de par en par.
Sé que está cerca
lo siento en la punta de la lengua.
Quizá la busco en la tarde equivocada.
Bajo unos escalones
y lanzo a los cuatro vientos
las cenizas de su vida.
La espero en la inmensidad.
Finalmente
abro la puerta
adentro estalla el silencio
afuera las astillas del sol
giran enloquecidas.
Y el agua vidente del pasado
se vuelca en el río ciego del porvenir.
Dejó una cicatriz indeleble
en el agua
en la vida.
Gianni Siccardi