Domingo de cenizas
Modelando llamas densas, asediada
por un silencio ruidoso que rompe el
equilibrio,
siempre vuelves desde el olvido
en la apartada tarde
del domingo. Te sigue por el desierto
el perro grande y lento
de nuestra lejanía.
Entre congeladas estrellas
el viento mismo anda perdido
y la noche es un animal que anda a
tientas,
reuniendo en el paisaje cosas
que cayeron
quemadas por la sombra.
La casa gris se atemoriza
bajo el pesado cuerpo de la soledad,
disimula y respira profundo
tras un derruido cerco de ladrillos
El domingo es un perpetuo exilio
de cenizas, donde el tiempo cesa de
moverse,
con su memoria rota y remendada.
Claudio Amancio Suarez