LA POESÍA
CONTEMPORÁNEA EMPIEZA EN MÍ
¿ Cuál es su concepto de la poesía?
Pienso que la
poesía es la síntesis de todas las potencias creadoras del hombre. La poesía es
la suprema construcción del espíritu humano y algo así como el símbolo de todas
sus facultades, de todos sus anhelos y de todas sus energías. Sólo por medio de
la poesía el hombre resuelve sus desequilibrios, creando un equilibrio mágico o
tal vez un mayor desequilibrio. Aplastado por el cosmos, el hombre se yergue y lo
desafía, el poeta desafía al universo. Por la poesía se iguala o supera al
cosmos. La poesía es más infinita que el infinito, más cósmica que el cosmos.
Hace muchos años yo respondí en otra entrevista ante una pregunta semejante a
ésta: la poesía es la conquista del universo.
Dar definiciones
de la poesía es muy fácil y muy difícil; se pueden dar cientos y todas, en el
fondo, son insuficientes. La poesía es revelación, es vida en esencia, es el
universo que se pone de pie. En realidad, la poesía nos hace ver todo como
nuevo, como recién nacido, porque ella es descubrimiento, iluminación del
mundo. Cuando sentimos que nos salen alas en la garganta y que todo nuestro
cuerpo tiembla, estamos en presencia de la poesía. La poesía da vida a la
muerte y más vida a la vida. La poesía es la vida de la vida, por eso podemos
decir que es el juego de la vida y de la muerte. Pero, en verdad, todas las
definiciones son insuficientes y acaso una de las mejores sería decir que la
poesía es aquello que queda fuera del alcance de toda definición. Lo que es
evidente, es que la poesía no es una entretención inofensiva como creen muchos,
ni es tampoco un compuesto de relaciones irracionales como han dicho otros. Lo
que hay es que, la poesía tiene razones que la razón no conoce, tiene derecho a
entrar en campos vedados, a construir su mundo con una lógica suya propia que
no es la lógica habitual. Así su irracionalidad no es sino aparente. Ella es
profundamente racional dentro de su razón de ser, de su íntima realidad. Sí la
verdadera poesía contiene siempre en su esencia un sentido de rebelión, es
porque ella es protesta contra los límites impuestos al hombre por el hombre
mismo, y por la naturaleza. La poesía es la desesperación de nuestras
limitaciones, la poesía tiene hambre de infinito, de absoluto, de eternidad.
Aún el Poema que os aparece como más sereno o más risueño, está lleno de ansias
contenidas. No os fiéis de él, en cualquier momento pueden estallar sus
dinamitas disimuladas y haceros mil pedazos.
La poesía siente
más que nada el destino del hombre, y cuando creéis que está cantando, ella
está llorando la libertad que es el paraíso perdido o, mejor dicho, el paraíso
nunca hallado del ser humano.
Por otra parte,
debo declararle que pensar en la poesía como una catástrofe de la razón, no me
asusta ni asusta tampoco a la poesía.
¿ Qué significación da Ud. a las viejas
escuelas, la simbolista, el parnasianismo y el modernismo?
Creo que todas las
escuelas han sido buenas, porque han significado un proceso de la poesía en
diversos caminos, han significado una agudización, un ahondamiento del sentido
poético. Pero, naturalmente, lo más importante dentro de cada escuela ha sido
el aporte de ciertos grandes poetas que por su propia grandeza salen más allá
de sus escuelas, rebasan por todos lados.
¿ Cuáles son, para Ud., los valores más
altos que Ud. admira en esas escuelas pasadas?
Baudelaire,
Rimbaud, Lautréamont, Mallarmé, Jarry, Apollinaire. Pero si le he de decir
verdad, prefiero los poetas de mi tiempo a casi todos los pasados. Para mí, la
poesía que más me interesa comienza en mí generación y para hablar claro, le
diré que empieza en mí. Esto no quiere decir que no admire a las grandes
figuras de otros tiempos, les admiro y respeto mucho, pero prefiero a los míos,
a los que están más cerca de mi pecho.
¿Qué piensa de García Lorca?
Que es un poeta
muy mediocre. Para mí no tiene ningún interés. En general, los poetas españoles
carecen de imaginación y de inteligencia poética. La literatura española está
aplastada por la retórica, esa terrible retórica del Mediterráneo, que mantiene
ahogados bajo su lápida a todos los escritores de España, de Italia y muchos de
Francia. Bueno, en realidad, Italia no tiene escritores sino escribanos, como
el imbécil del tal Petigrilli, el tanto furibundo de Marinetti y el tonto
estético de D'Annunzio, con su cortejo de frases con miriñaques y crinolinas.
Es increíble en el país del Dante, de ese genio cósmico, asombroso, que cada
día me parece más admirable. Lo mismo sucede en España. ¿Cómo es posible que el
magnífico impulso dado por los grandes poetas del Siglo de Oro no haya tenido
continuidad? ¿Qué se hizo el genio español? Esto ha sido siempre, para mí, un
motivo de misterio y de miles de conjeturas. Seguramente el descubrimiento de
América desvió la imaginación española hacia la aventura vital de los
exploradores y conquistadores, y la alejó de toda aventura intelectual; el
español puso su acento en otra clase de conquistas que las espirituales. Y
luego la retórica, la terrible retórica mediterránea, es como una lápida sobre
el corazón, como un casco apretando los sesos; una verdadera armadura de
hierro. Fíjese Ud. que todos los españoles de hoy escriben con un tono
engolado, que parece salido de otros siglos, en un estilo tieso, rígido, con
carrasperas de fantasmas y frío, de catedrales o humedad de cementerios.
Escribir bien, para un español, es escribir como se escribía antes. Por eso la
literatura española tiene tan poca vida. No han producido nada en una cantidad
de ramas y subramas de las letras. No tienen un solo gran dramaturgo, ni un
novelista de primer plano, ni un sicólogo, ni un gran pensador. No hay en
España un Dostoievski, ni un Gogol, ni un Tolstoy, ni un Stendhal, ni un
Balzac, ni siquiera un Proust, ni un Meredith, ni un Goethe, ni un Hölderlin,
ni un Nietszche, para no nombrar sino autores de todos conocidos. Lo mejor que
ha tenido la literatura española en los últimos tiempos es acaso Valle Inclán,
a pesar de su voz engolada. No hubo en España un Victor Hugo, un Musset, un
Baudelaire, un Rimbaud, un Lautréamont, un Mallarmé, ni nada comparable.
Mientras Inglaterra poseía un Byron, un Shelley, un Black, España no tenía sino
un Zorrilla, un Espronceda, un Núñez de Arce o novelistas como el señor Pereda,
que todavía se atreven a editar los editores hispanos. Frente a esas montañas,
unos tres o cuatro melones huecos. Desde el Siglo de Oro, las letras españolas,
son un desierto intelectual hasta Rubén Darío. Ésta es la verdad, la muy triste
verdad.
¿ Qué piensa Ud. de la poesía chilena?
Creo que está
entrando en un buen camino, por lo menos hay un grupo de nuevos poetas que
tratan de superarse y de no dejarse llevar por la facilidad.
¿ Qué piensa de Pablo Neruda?
¿Con qué intención
me hace Ud. esta pregunta? ¿Es forzoso bajar de plano y hablar de cosas
mediocres? Ud. sabe que no me agrada lo calugoso, lo gelatinoso. Yo no tengo
alma de sobrina de jefe de estación. Estoy a tantas leguas de todo eso.
¿ Cree Ud. que esa poesía que Ud. llama
gelatinosa puede hacer escuela en América?
Es posible, pero
sólo entre los mediocres. Es una poesía fácil, bobalicona, al alcance de
cualquier plumífero. Es, como dice un amigo mío, la poesía especial para todas
las tontas de América.
¿ Cuáles son los poetas jóvenes que más le
agradan ?
Desde luego, casi
todos los que han colaborado en mi revista Total y algunos otros poquísimos,
que no son muy conocidos. Me interesan altamente Teófilo Cid, Braulio Arenas,
Enrique Gómez, Adrián Jiménez, Eduardo Anguita, Jorge Cáceres, Carlos de Rokha.
Hay otros de los cuales he leído muy poco, y que parecen poseer un evidente
talento poético, pero sería aventurado juzgarlos sobre la base de unas cuantas
páginas.
¿ Qué piensa de la obra de Pablo de Rokha,
la Mistral, Ángel Cruchaga, Max Jara y Pablo Neruda?
De esos que Ud. me
nombra, el que más me interesa es Pablo de Rokha; Max Jara es un hombre
inteligente, le aprecio mucho como amigo, pero en lo que respecta a la poesía
no nos hemos podido entender jamás. Nos rechazamos como dos antiimanes, lo que
no nos impide ser viejos amigos. Pero se olvida Ud. de Winet de Rokha y Rosamel
de Valle, que son dos verdaderos poetas, sin dulsainas gelatinosas ni barro
verde.
¿ Qué piensa Ud. de la crítica?
La crítica
comprensiva, seria, aguda, profunda, me parece necesaria y no creo que pueda
molestar a ningún autor. A mí me interesan las buenas críticas de mis libros;
naturalmente las que más me interesan, son las más elogiosas, porque son las que
me parecen más comprensivas y desde luego, menos superficiales, puesto que yo
trato de escribir lo mejor posible. Aparte de la crítica auténtica, hay el
comentario malévolo, hay el chismorreo asqueroso que en verdad no hace el menor
daño a ningún autor. En lo que a mí se refiere, le aseguro que me sonrío de la
cólera sorda que me rodea, de las intrigas y las porquerías de todos los
ratones literarios. No me inquietan en absoluto. Un amigo me escribía hace poco
en una carta: "Después de tu muerte se dirá de ti que fuiste detestado por
todos los canallas de tu tiempo... Y esto es un gran honor". Así lo creo
yo también. Es un gran honor.
(Diario La Nación, Santiago, Chile. 28 de
mayo de 1939, pág. 5).