LAS RAÍCES
De abajo,
desde abajo,
¡de allá abajo venimos!
De allá,
de las praderas,
de la más honda piedra, de la lluvia,
del revés de la lluvia;
del viento disparado en leguas tórridas,
del aire aquerenciado en leña y humos,
desde el punto inicial
de una raíz gloriosa, de allá,
¡de allá adentro venimos!
Aquí hay hombres que salen
de una dura corteza
(y son madera),
de aguas e inundaciones
(y son de agua),
de agricultura y riego
(y son semillas),
y hay hombres que son tierra,
que arrastran en la piel tierra adherida,
que tienen piel de tierra,
que tienen tierra en el costado, tierra
que les hornea el pecho,
que son tierra
¡que tierra son para encender la tierra!
¡Venimos desde abajo!
¿De muy abajo? ¿Acaso
desde el filón caliente de la sangre,
desde el fondo ardoroso de las lágrimas
o desde el mismo origen del sudor?
¿Desde el sudor venimos?
¿Venimos ya desde el sudor acaso?
¡Mirad nuestras banderas!,
mirad que vienen de la agricultura,
de muy adentro estas raíces
que deliran aquí, que trepan por nosotros,
que a nosotros adhieren savia y lluvias,
que aprietan nuestras venas,
que amarran nuestras manos,
que nos devuelven siempre
al tirón ancestral de nuestra sangre,
que nos habían,
que nos recuerdan que de allá venimos.
Venimos desde abajo.
¿De muy abajo? ¿Acaso
como el enigma puro de una flor luminosa
besada desde el fondo por labios milagrosos,
cada vez más de abajo,
de a lo largo del polvo de las hojas?
-¿somos raíces?-
cada vez más atados a la tierra,
¿cada vez más atados a las raíces?
¡Mirad nuestras banderas,
mirad que vienen de la agricultura,
desde la inmensa noche,
desde el día!,
¡desde el punto inicial
de una raíz gloriosa!
¡Temed que puedan encender la tierra,
mirad que vienen
desde muy abajo!
Elvio Romero (EL SOL BAJO LAS RAÍCES 1952 – 1955)