Manos
Los gestos milenarios que
repito
desde el tender la mesa a
hacer dormir
los niños, me descubren
de pronto, su otra cara.
Es mi mano y no es sólo la
mía.
Vieja mano, viejísima,
viniendo
desde siglos, se mueve
por detrás de una fría,
gris mirada.
Visto y pensado, el mundo
contemplado, extendido
delante de los ojos
y los ojos buscando ver
los hilos
de la espesa maraña.
.. .Y sin embargo, manos
que nada ven, las ciegas
manos, mucho más hallan,
y sin buscar encuentran
una viva sustancia:
en palabras no entra
en los ojos no cabe.
Manos sólo la palpan.
Circe Maia La nueva poesía (antología) Capítulo
Oriental Centro Editor de América Latina