Por qué seremos tan hermosas...
Por qué seremos tan perversas, tan mezquinas
(tan derramadas, tan abiertas)
y abriremos la puerta de calle
al monstruo que mora en las esquina,
o sea el cielo como una explosión de vaselina
como un chisporroteo,
como un tiro clavado en la nalguicie.
Por qué seremos tan sentadoras, tan bonitas
los llamaremos por sus nombres
cuando todos nos sienten
(o sea, cuando nadie nos escucha)
Por qué seremos tan pizpiretas, charlatanas
tan solteronas, tan dementes
Por qué estaremos en esa densa fronda
agitando la intimidad de las malezas
como una blandura escandalosa cuyos vellos
se agitan muellemente
al ritmo de una música tropical, brasilera.
Por qué seremos tan disparatadas y brillantes
abordaremos con tocado de plumas el latrocinio
desparramando gráciles sentencias
que no retrasarán la salva, no
pero que al menos permitirán guiñarle el ojo al fusilero
Por qué seremos tan despatarradas, tan obesas
sorbiendo en lentas aspiraciones
el zumo de las noches peligrosas
tan entregadas, tan masoquistas,
tan hedonísticamente hablando
Por qué seremos tan gozosas, tan gustosas
que no nos bastará el gesto airado del muchacho,
su curvada muñeca:
pretenderemos desollar su cuerpo
y extraer las secretas esponjas de la axila
tan denostadas, tan groseras
Por qué creeremos en la inmediatez,
en la proximidad de los milagros
circuidas de coros de vírgenes bebidas y asesinos
dichosos
tan arriesgadas, tan audaces
pringando de dulces cremas los tocadores
cachando, curioseando.
Por qué seremos tan superficiales, tan ligeras
encantadas de ahogarnos en las pieles
que nos recuerdan animales pavorosos y extintos,
fogosos, gigantescos.
Por qué seremos tan sirenas, tan reinas
abroqueladas por los infinitos marasmos del romanticismo
tan lánguidas, tan magras
Por qué tan quebradizas las ojeras, tan pajiza la ojeada
tan de reaparecer en los estanques donde hubimos de
hundirnos
salpicando, chorreando la felonía de la vida
tan nauseabunda, tan errática.
Néstor Perlongher
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31 de octubre de 2021
Por qué seremos tan hermosas... Néstor Perlongher
30 de octubre de 2021
Como reina que acaba, Néstor Perlongher
COMO REINA QUE ACABA
Como reina que vaga por los prados donde yacen los restos
de un
ejército y se unta las costuras de su armiño raído
con la
sangre o el belfo o con la mezcla de caballos ly
bardos que
parió su aterida monarquía
así hiede el esperma, ya rancio, ya amarillo, que
abrillantó
su blondo
detonar o esparcirse — como reina que abdica —
y prendió
sus pezones como faros de um vendaval confuso,
interminable, como sargazos donde se ciñen las marismas
Y fueran los naufragios de sus barcas jalones del jirón
o
bebederos de pájaros rapaces, pero en cuyo trinar
arde junto
al dolor ese presentimiento de extinción
del dolor,
o una esperanza vana, o mentirosa, o aún más
la
certidumbre
de extinción
de extinción como un
incendio
como una hoguera cenicienta y fatua a la que atiza apenas
el
aliento de un amante anterior, languidecente, o siquiera
el desvío de una nube, de un nimbo
que en el terreno de estos pueriles cielos equivale a un
amante,
por más que este sea un sol, y no amanezca
y no sé dé a la luz más que las sombras donde andan las
arañas
las escolopendras con sus plumeros de moscas azules y
amarillas
(Por un pasillo
humedecido y hosco donde todo fulgor
se
desvanece)
Por esos tragaluces importunas la yertez de los muertos,
su
molicie, yerras por las pirâmides hurgando entre las
grietas,
como alguien que pudiera organizar los sismos
Pero es colocar contra el simún tu abanico de plumas,
como lamer el aire caliente del desierto, sus hélices
resecas
Néstor Perlongher
29 de octubre de 2021
Moreira, Néstor Perlongher
28 de octubre de 2021
(Lobos), Néstor Perlongher
(LOBOS)
lebos lobos ajax rodrigo guesavenda
gruesa venda venérea madreselva del ánade
cohonestas ebúrneos mercados
tasa la marca del pito
rito colomí cárpido lesma
leve losa lontano lamé
pero la cercanía del escarpe
arroja lanas desamor ocaso
o no alba fibrosa, no está en ajax
rodrigo al mediodía espinoso
y reblandecido, por lo
tostado de las carnes o escarpe del bozo
enjuta adarga en pliegos de furtivo
jaguar desala y ronda
ronco rebota ronronea
rutila hosco
Néstor Perlongher
27 de octubre de 2021
Corto pero ligero, Néstor Perlongher
CORTO PERO LIGERO
(Y no habría de ser: esa chupada, ese lambeteo: cebado el
mate
junto al
fogón de los arrieros, que arden de...
ese
descanso de la tropa alzada, en grupas: no
habría de
bajarme el chiripá, descendiendo a este
encuentro.
Ahora susurra el viento en la ventana
que da al
aljibe: hurras blande
no desacordonarme la manea
donde tremolo temblorosa?)
Una historia de sables, de pistolas
De trincheras con flores de sapo y de zarza parrilla
Como hecha a dedo, a pecho
Echada en el camino de Tarija
Por un gendarme ríspido, montés
Trasiego, belicosa?
Belfo y flande
Congoja
Si tuviera que ver este lenguaje
con el terror de esos paisanos
que al ver al General piensan en Hoffman
Si su respiración no moviera las borlas de la cama de
Rosas,
de Esmeralda
Y él no se lo encontrase, al regreso de un vado, en la
catrera:
en el
encame jabonoso, como un lagarto entre los lienzos
aparece con labios de obsidiana y perfume de ajenjo:
huele a Chipre
(Si no me hubieras dicho qué paso
en esa noche de Cañuelas, la última
- un bolero: si bien -
aún te querría?)
Un general moviendo espadas en la sombra
Cacha y espuela, blonda y nácar
Coro de férulas:
Un
general que agita los pendorchos
y se
entrega al de enfrente, saltando los tapiales
es más
mujer que hombre, es más mujer para ser hombre.
hombre
de más para mujer: un general,
un
artesano de la muerte
Chupa, lame esta hinchazón del español
Néstor Perlongher
26 de octubre de 2021
Rivera, Néstor Perlongher
RIVERA
“Pardejón significa el macho toruno que suele encontrarse
en las crías de mulas, tan malo y perverso que muerde y corta el lazo, se viene
sobre éste y atropella a mordiscos y patadas; que jamás se domestica, y cuyo
cuero no sirve, porque los padrillos de las crías lo muerden a menudo; que no
tiene grasa y cuya carne tampoco sirve, porque es tan pestífera que ni los
indios la comen...; y los paisanos llaman pardejón aun hombre perverso”
SALDÍAS, Historia de la Confederación Argentina
En las carpetas donde el té se vuelca, en esos bacarats
vencías pardejón? O dabas coces en los establos de la
República,
– reducida a unas pocas calles céntricas – qué más?
coces a los manteles? aquellos que las chicas uruguayas
se empecinaban en bordar?
O era la tarde del gobierno con lentos trotes por la
plaza
con el cerro copado por los bárbaros pasos de aya en la
oscuridad
Héroe del Yaguarón una historia que cante a los vencidos
ellos se arrastran por las ligustrinas ocupadas acaso hay
un linde para esta feroz profanación?
Por qué Oribe no tomó Montevideo antes de que este amor
fuera imposible?
Mi muy querida esposa Bernardina:
he perdido parte de la montura al atravesar el Yaguarón
crecido,
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te ruego envíes el chiripá amarillo y unas rastras;
aquí no tenemos ni para cachila, así que si tienes unos
patacones
me los mandas
En qué cogollos encopetados andarás? mi ama, mi vecina
Te entregarías a él, mi Bernardina? O a los muchachos de
la Comisión Argentina, que miran con azoro cuando te beso?
Sé que se urden a costa de mí infames patrañas dales
crédito, algunas de ellas son exactas
Hemos tenido con los unitarios relaciones muy íntimas
Y si no los conociera tan de cerca, qué me uniría a ellos
a mí, un gaucho bruto
si fuera manso y no me diera de corcovos en los rodeos
Estamos sitiados, Bernadotte Adónde iremos
después de esta película tan triste
Néstor Perlongher
De Alambres
(Buenos Aires, Último Reino, 1987)
25 de octubre de 2021
Cuento de lunes enloquecido, Eugenio Mandrini
Cuento de lunes
enloquecido
- He venido a
matarlo - dijo el empleado de más antigüedad.
- Sea realista -
dijo el banquero, imperturbable -. Piense que veinte años atrás, podría haber
comprado un fusil. Quince años atrás, una pistola 32. Diez años atrás, cuchillo
de mesa. Pero hoy apenas le alcanza para un alicate, un desafilado y endeble
alicate nacional. En suma, usted no está en condiciones de matar a nadie.
- Sin embargo, he
venido a matarlo - dijo el empleado.
- Ridícula
pretensión la suya - dijo el banquero - Trae usted las manos vacías y no se le
notan bultos sospechosos en los bolsillos...
- Aún así, voy a
matarlo - dijo el empleado.
- ¿Pero cómo? -
dijo el banquero, al fin intrigado - ¿Cómo lo hará usted?
- Así - dijo el
empleado y comenzó a desanudarse la vieja y sucia corbata endurecida como una
soga.
Eugenio Mandrini
24 de octubre de 2021
Silencio, Eugenio Mandrini
Silencio
Silencio del poema
fallido, del espejo ausente de las
confesiones, de la
lengua atascada en el horror.
Silencio del ciego
ante un súbito resplandor.
Silencio del ojo
hipnotizado por el fuego, y del ojo que se
escruta a sí mismo
hasta el llanto o la intriga.
Silencio de la ropa
fuera del muerto, del perro desorientado
bajo la noche del
eclipse, del barro aprisionado en la
vasija.
Silencio del que
apunta el arma a un cuerpo de animal
o de hombre, y silencio
cuando guarda el arma
viendo cómo el
cuerpo de animal o de hombre se detiene,
pierde luz, cae.
Silencio de la
mirada de lujuria, en tanto que la lengua no
murmure corriendo
por los labios.
Silencio del humo
después de la devastación.
Silencio del que
oye un ruido en la noche y permanece inmóvil
hasta que el
amanecer enciende las luces de la casa.
Silencio del árbol
olvidado por el viento, los pájaros, la
música del estío y
el batir de los insectos nocturnos.
Silencio del odio
acorazado en el insomnio.
Silencio de la
multitud arrodillada como un ramo de orejas
muertas.
Silencio del
caracol enterrado en la arena, el que relataba
en los oídos el
sonido de la época y lo confundían
con el mar.
Silencio de la
mujer que mientras derrama una gota de lágrima
o bilis sobre
carnes y verduras, piensa qué está haciendo
allí cocinando para
un mortal y no para un dios.
Silencio de las
piedras al fondo del abismo, sin mano que las
elijan como
proyectil o para arrojar a un muerto, y sin
voces que elogien
sus brillos en la lluvia.
Silencio del hueso
solitario que se liberó de la jauría.
Silencio de un
hombre y un a mujer que convocados por
lo desconocido, al
mirarse los ojos inician
la travesía entre
la esperanza y la nada.
Silencio de la
noche presentida, de Chuang-Tzu después
de no saber si fue
o no una mariposa, del libro por el
anteojo roto, de la
calle donde una mano pide
compasión.
Silencio del hambre
consumada y del pan sobreviviente.
Silencio del que
crea su mundo paralelo, cada vez que acostumbra
a sus fantasmas a
flotar en las ventanas llovidas.
Silencio del
silencio último, el más negro o más blanco
o azul o tibio en
otra tierra.
Silencio del alma
del estupor.
Silencio que ya no
sabe lo cierto ni lo incierto, que es sólo
levedad o
transparencia, y calla.
Eugenio Mandrini
De "Conejos en
la nieve", Ediciones Colihue, 2009
23 de octubre de 2021
Los misterios de la poesía, Eugenio Mandrini
Los misterios de la
poesía, Eugenio Mandrini
El poeta Ezra
Kiesinsky, famoso por sus visiones que la realidad prontamente imitaba, hacía
meses que no escribía una sola línea, ni una palabra o sílaba o letra. Se
estaba allí, de pie frente a la ventana que daba al patio de su vieja casa,
esperando una sorpresa: la caída de algún fragmento de otra dimensión, de una
hoja de otoño vestida de escarcha, o de una gota del sudor del sol, en fin,
algo, alguna de esas súbitas apariciones que, como solía sucederle, le abrieran
la puerta de entrada al tembladeral del poema. Entonces vio al elefante, que lo
miraba desde el patio. Era de un color gris violáceo y tan enorme su edificio
de carne que pareció cubrir de sombra la ventana y aun la casa entera. Debía
pesar, se dijo, más de tres toneladas.
Antes de que la sobrenatural
imagen desapareciera tan súbitamente como había llegado, el poeta Ezra
Kiesinsky se sentó, puso una hoja bajo su mano y, sin agitar la respiración,
escribió un admirable poema sobre una insignificante hormiga.
Eugenio Mandrini,
Las otras criaturas, (2013).
22 de octubre de 2021
Los fenómenos de la belleza, Eugenio Mandrini
Los fenómenos de la
belleza
Durante largo vuelo
silencioso
el viejo ruiseñor,
el de plumaje
esquivo y cielo imprevisto,
anduvo eligiendo,
ciego o vidente,
aunque trémulo como
ante un repentino
grano de uva azul o
de diamante,
la rama de un árbol
desde la cual cantar,
y finalmente se
detuvo en aquella,
la muy oscura como
la luz de azufre del infierno,
donde se balanceaba
(¿o levitaba?)
un ahorcado.
Y cantó.
Eugenio Mandrini
21 de octubre de 2021
Los bailarines de tango, Eugenio Mandrini
LOS BAILARINES DE TANGO
Los bailarines de tango
merecerían bailar en los patios del cielo.
Los bailarines de tango
bailan para que la noche y la ciudad
descansen de las furias del día,
bailan para que sea olvido la muerte
y tantas otras sombras que nublan el aire,
bailan para que las penas, por un momento,
dejen de llover en la cara de los solos,
bailan para que en la espuma y el oleaje de sus pasos
haya algo del mar que siempre soñamos.
Bailan porque bailar
es la puerta de entrada a los patios del cielo.
¿Pero quiénes son los bailarines de tango?
¿Fantasmas que flotan a ras del piso?
¿Cantores que gesticulan con los pies?
¿Hojas de un otoño azul jugueteando en el viento?
¿Inventores de laberintos con sus zapatos
lustrados por la pomada del infierno?
¿O son los que pulen baldosas y las dejan
como espejos para que la luna se peine
y los perros enloquezcan?
Los bailarines de tango
merecerían bailar en los patios del cielo.
Yo he visto a vagabundos
detenerse y entibiar la distancia,
al verlos bailar.
He visto en los amantes el deseo
de quemarse en ese otro fuego,
al verlos bailar.
He visto a poetas llenarse de resplandores
los ojos y, acaso, la sangre,
al verlos bailar.
He visto a los locos volver del más allá
y en la mitad del grito, sonreír,
al verlos bailar.
Y no sería extraño
que pájaros y astronautas se marearan,
al verlos bailar.
Los bailarines de tango
ya están bailando en los patios del cielo.
Los veo ahora mostrar su arte
de asombros y relámpagos
embrujando a los ángeles –criaturas
invisibles de sangre celeste- que darían sus alas
por aprender a bailar.
Los bailarines de tango
seguirán bailando en los patios del cielo
hasta que Dios, el ausente,
aparezca de pronto
y aplauda.
Eugenio Mandrini
20 de octubre de 2021
Nostalgia de los topos, Eugenio Mandrini
Nostalgia de los topos
No todo es plenitud de oscuridad en el mundo subterráneo de los topos. A veces algo como una pálida penumbra, pero luz al fin, surca por un instante las intrincadas galerías. Eso sucede cada vez que algún topo, de pronto, permanece rígido como en estado de trance, al recordar la vieja historia que todos ellos conocen, la del primer antecesor, el que padeció tal tristeza al ver la muerte de las luciérnagas explotando en el aire, que huyó despavorido, y al no encontrar refugio en ese páramo que habitaba, comenzó a cavar la tierra, iniciando para su especie un nuevo mundo, sombrío pero propio. Ese recuerdo que en súbitos momentos relampaguea en la memoria de los topos, es obra evidente de la nostalgia, creadora de penumbra aun en la oscuridad más suprema.
Eugenio Mandrini
19 de octubre de 2021
Una palabra que empieza con A, Eugenio Mandrini
18 de octubre de 2021
Afuera La Noche... Norah Lange
Afuera La Noche...
Afuera la noche
sacudiendo angustias.
Adentro, el corazón
fresco de amor
¡Como una hoja nueva!
17 de octubre de 2021
III, Norah Lange
16 de octubre de 2021
II, Norah Lange
II
El horizonte se a tendido
como un grito
a lo largo
de la tarde
y el silencio se encumbra
sobre el bullicio efímero de tu alma.
Norah Lange
15 de octubre de 2021
I, Norah Lange
I
Las horas calladas
como ídolos
de oro y fuego
Espérame siempre
aunque no
lleguen
Mientras
cuenta los
días blancos
de mi
ausencia.
Norah Lange
14 de octubre de 2021
La tarde se ha extendido, Norah Lange
La tarde se ha extendido
pidiendo
como la mano de un mendigo
Contra la tarde he recostado mi alma.
Ahora vislumbro mi alma que como una luciérnaga se aleja.
La tarde tira de mi alma
¡Como me duele el alma a través de la tarde!
Norah Lange
13 de octubre de 2021
Sentir cerca de mi, temblar tus miradas. Norah Lange
Sentir cerca de mi, temblar tus miradas. Norah Lange
Sentir cerca de mi, temblar tus miradas.
Recogerlas una por una y depositarlas en el arca de nuestras almas
como un rosario de recuerdos callados
Sentir todo lo irrefrenable de las pasiones.
Y saber –Señor!- que hablaremos de separarnos un día, tú sin mí… yo
sin ti… pero tú conmigo, yo contigo- siempre.
Oh, Señor, ¿Por qué siempre errar, cuando las miradas suyas fueron tan buenas?
12 de octubre de 2021
En nuestros labios... Norah Lange
11 de octubre de 2021
Los que sufren, Carlos Drummond de Andrade
10 de octubre de 2021
Poema que sucedió, Carlos Drummond de Andrade
Poema que sucedió
Ningún deseo en ese domingo
Ningún poema en esta vida
mundo paró de repente
hombres quedaran callados
Domingo sin fin ni comienzo.
La mano que escribe este poema
No sabe que está escribiendo
Mas es posible que si lo supiese
No le importase.
Carlos Drummond de Andrade