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26 de mayo de 2017

José Luis Colombini lee Notas sobre el último viaje del autor a su pueblo natal,Jorge Teillier

José Luis Colombini leyendo Notas sobre el último viaje del autor a su pueblo natal de Jorge Teillier
Café Literario l Grupo Literario Tardes de la Biblioteca Sarmiento 10/04/14
Biblioteca Domingo F. Sarmiento. Villa Dolores, “Traslasierra” Córdoba, Argentina



Notas sobre el último viaje del autor a su pueblo natal , Jorge Teillier

A Stefan Baciu en Hawaii,
y a Vasile Igna, mi primo desconocido, en Cluj, Transilvania


1
En el pueblo
         donde algunos me conocen
         como el poeta cuyo nombre suele aparecer en los diarios,
         paseo por la Calle Comercio
que ahora se llama Avenida Bernardo O’Higgins
         (Como en Santiago).

        He comulgado con la tierra.
Voy a la Sidrería
Allí están los parroquianos de siempre
y me saludan mis viejos compañeros de curso
que sueñan con ser alcaldes o regidores o comprarse una citroneta.
       Ha cerrado el cine.
Aún quedan afiches que anuncian películas de sepia.
       A lo largo de los cercos
        las ortigas siguen hablando con su indestructible lenguaje.
En el techo de mi casa se reúne el congreso de los gorriones.
        Pienso por primera vez
        que no pertenezco a ninguna parte,
        que ninguna parte me pertenece.

2
El viento trae olor a terneros mojados.

3
Kilómetro 662 a las cuatro de la tarde.
En la calle Comercio los turcos y los españoles
bostezan tras los mostradores.
No hay un alma en la calle a la hora de la siesta
horadada sólo por el cuerno primitivo del vendedor de helados.
En las afueras los campesinos esperan las micros rurales.
Tal vez me vaya a otro pueblo
cuyo destino voy a leer en la palma de sus calles.

4
Hay praderas manchadas de vacas y girasoles.
De las cosas que puedan consolarme cuando vuelva
a la ciudad enferma de smog.
Viajaré en vagones de segunda atestados como los
de las novelas sobre la Revolución Rusa.
He visto las ventanas ciegas del Molino.
Con su arruinado dueño he tomado un trago en
cualquier cantina
Paso la tarde sin darme el trabajo de llegar ni siquiera
al fondo del patio de la casa paterna.

5
El único hojalatero que quedaba en el pueblo
fue buscar trabajo a Lonquimay.
No ganó mucha plata pero contempló la Cordillera.
Él no tiene Leica ni Kodak
así que se dedicó a dibujarla
para que sus nueve hijos la conocieran de verdad.

6
A los mapuches les gustan las canciones mexicanas
del Wurlitzer de la única Fuente de Soda.
Las escuchan sentados en la cuneta de la Calle Principal.
Van a la vendimia en Argentina y vuelven con terno
azul y transistores.
Ha llegado la TV.
Los niños ya no juegan en las calles.
Sin hacer ruido se sientan en el living para ver a
Batman o películas del Far West.
Mis amigos están horas y horas frente a la pantalla.
Tengo ganas de que lleguen los Ovnis.

7
Me cuesta creer en la magia de los versos.
Leo novelas policiales,
revistas deportivas, cuentos de terror.
Sólo soy un empleado público como consta en mi
carnet de identidad.
Sólo tengo deudas y despertares de resaca
donde hace daño hasta el ruido del alka
seltzer al caer al vaso de agua.
En la casa de la ciudad no he pagado la luz ni el agua.
Sigo refugiado en los mesones,
mirando los letreros que dicen "No se fía".
Mi futuro es una cuenta por pagar.

8
Si el futuro pudiera extenderse pulcramente
como mi madre extiende las sábanas de mi cama.
Miro la ropa puesta a secar en el patio.
Han entrado ladrones de gallinas en la casa del frente.
Voy a la plaza a leer el diario con noticias más
añejas que las de San Pablo.

9
Solitario donde nunca he estado solitario
camino hasta el abandonado velódromo de tierra
donde no aparece ni el fantasma del Campeonato
de Ciclismo de Chile del año 30.
Hay caballos pastando en lo que fue cancha de fútbol.
Todos se interesan sólo por ir a ver los partidos                          
profesionales a la Capital de Provincia
mientras yo pienso mordisquear una brizna de brezo.

10
Trasnochador empedernido
contemplo la luna igual a la de 1945
enrojecida por la erupción del Llaima.
La misma que miraba desde la buhardilla
mientras leía como ahora "Los miserables" y el
Almanaque Hachette.

11
Acuérdate que te recuerdo.
Si no te acuerdas no importa mucho.
Siempre te veré caminando sobre los rieles
buscando el durazno más maduro de la quinta.

12
Ya pasó el Rápido a Puerto Montt
que antes se llamaba el Flecha del Sur.
Voy de la estación al puente
cuyos faroles dicen "Fundición Dickinson, 1918".
Ya no existe esa fundición
ni ninguna fundición.
Confío mi memoria al río Cautín y a la Capilla de Guacolda.
Afirmado en las barandas del puente
miro el cielo del verano que apenas sujetan los
clavos de plata de las estrellas.

13
Hemos llegado a esta aldea en un Pontiac 40
por caminos que jamás serán pavimentados.
Espantamos cerdos y gallinas.
Los niños se asoman asombrados.
En el negocio clandestino
pedimos un pipeño y hablamos con el dueño
y con un tractorista que nos asegura que Hitler está vivo
y con dos recién llegados que nos convidan charqui
de pescado:
son un estibador de Talcahuano y su compadre
mapuche que lo trae al anca.
Todos bebimos en la misma medida
y volvimos como nuestros antepasados
ebrios al pueblo que un día nos rechazará.

14
Día domingo de salida de misa.
Las niñas se pasean con la moda recién llegada de Santiago
acompañadas por la banda del Regimiento que toca cumbias.
Los dueños de casa compran las primeras sandías
y los diarios con las noticias frescas de los últimos crímenes.
Camino por las últimas calles de este lugar de
bomberos, rotarios, carabineros, jubilados,
tinterillos y profesores primarios,
allí los puñales del sol entran por las costillas de los
pobres cercos de madera.
Siento los estertores de las postreras carretas y
locomotoras a vapor.
Busco la paz tendiéndome en la pradera condecorada
por los girasoles
contemplando el glorioso oleaje del trigo
y los viajes infinitos de las nubes que van a llorar
por nosotros.


Jorge Teillier (Chile) (1935-1996)

25 de mayo de 2017

Nieve nocturna, Jorge Teillier


NIEVE NOCTURNA

¿Es que puede existir algo antes de la nieve?
Antes de esa pureza implacable,
implacable como el mensaje de un mundo
que no amamos, pero al cual pertenecemos
y que se adivina en ese sonido
todavía hermano del silencio.
¿Qué dedos te dejan caer,
pulverizado esqueleto de pétalos?
Ceniza de un cielo antiguo
que hace quedar sólo frente al fuego
escuchando los pasos del amigo que se fué,
eco de palabras que no recordamos,
pero que nos duelen, como si las fuéramos a decir de nuevo.
¿Y puede existir algo después de la nieve?
Algo después
de la última mirada del ciego a la palidez del sol,
algo después
que el niño enfermo olvida mirar la nueva mañana,
o mejor aún, después de haber dormido como un convaleciente
con la cabeza sobre la falda
de aquella a quien alguna vez se ama.
¿Quién eres, nieve nocturna,
fugaz, disuelta primavera que sobrevive en el cerezo?
¿O qué importa quién eres?
Para mirar la nieve en la noche hay que cerrar los ojos,
no recordar nada, no preguntar nada,
desaparecer, deslizarse como ella en el visible silencio.



Jorge Teillier

24 de mayo de 2017

Siempre vuelve un rostro, Jorge Teillier

Siempre vuelve un rostro

Siempre vuelve un rostro, siempre
en el chubasco que cae repentino, en las
islas de las nubes.

Silencioso se asoma un obscuro sol
en las ventanas. Tu hermana lo retiene
un momento entre los dedos
y luego las manos vacías recorren muros
blancos con sus sombras.

Siempre por el patio asomas
a buscar el rostro de alguien.
Un chasquido se oye: es un chubasco
o un fantasma de un niño que vivió aquí hace tiempo
y vuelve a escuchar como la madre lee a su hijo.

Un rayo de sol ha quedado encerrado
en el rellano de la escalera
el sueño hace señas con su linterna
el sueño nos despierta

y la voz de la hermana cruza entre las nubes
la hermana que no conocimos.

De "En el mudo corazón del bosque" 1997

Jorge Teillier

23 de mayo de 2017

Andenes, Jorge Teillier

Andenes

Te gusta llegar a la estación
cuando el reloj de pared tictaquea,
tictaquea en la oficina del jefe-estación.
Cuando la tarde cierra sus párpados
de viajera fatigada
y los rieles ya se pierden
bajo el hollín de la oscuridad.

Te gusta quedarte en la estación desierta
cuando no puedes abolir la memoria,
como las nubes de vapor
los contornos de las locomotoras,
y te gusta ver pasar al viento
que silba como un vagabundo
aburrido de caminar sobre los rieles.

Tictaqueo del reloj. Ves de nuevo
los pueblos cuyos nombres nunca aprendiste,
el pueblo donde querías llegar
como el niño el día de su cumpleaños
y los viajes de vuelta de vacaciones
cuando eras -para los parientes que te esperaban-
sólo un alumno fracasado con olor a cerveza.

Tictaqueo del reloj. El jefe-estación
juega un solitario. El reloj sigue diciendo
que la noche es el único tren
que puede llegar a este pueblo,
y a ti te gusta estar inmóvil escuchándolo
mientras el hollín de la oscuridad
hace desaparecer los durmientes de la vía.


Jorge Teillier. De "El árbol de la memoria" 1961

9 de mayo de 2016

Un jinete nocturno en el paisaje, Jorge Teillier

Un jinete nocturno en el paisaje

Siento correr por las venas del campo
Un jinete nocturno enmascarado.
La noche. También galopan en caballos robados
Los cuatreros arreando los vacunos.

Surgen los trenes. Las reses dormidas se levantan
Allá en los grandes galpones de madera.

Una sombra va saltando los cercos.
Esta fue una mañana campesina:
Relinchos, validos, vacas de pródigas ubres,
Las ordeñadoras, curvadas con el peso de los baldes.

Es la noche de nuevo. Mi abuelo se levanta
Rehecha su manera antigua,
Y observa, como ayer, al trigo.
Debe andar mi abuelo por los campos recién abiertos
Hablando con los pinos, espantando gorriones.
El campo está solo, tembloroso. Y él lo mira.

El vino es un joven bonachón y alegre.
Sucede que quiere iluminar la noche
y baja a las aldeas, envuelto en una manta.

La mañana tiene olor a pan amasado.
La ropa recién lavada dice "adiós" en los patios.

Pero es de noche. Un fantasma penetra en la leñera.
Una casa se quiere esconder del cielo.

Un campesino mira hacia arriba:
Más allá de las nubes viene el granizo,
Bandolero blanco, asaltante de los huertos.

Y es la noche.
Va a penetrar al pueblo

Un jinete nocturno enmascarado.

Jorge Teillier 

8 de mayo de 2016

Botella al mar, Jorge Teillier

Botella al mar

Y tú quieres oír, tú quieres entender. Y yo
te digo: olvida lo que oyes, lees o escribes.
Lo que escribo no es para ti, ni para mí, ni
para los iniciados. Es para la niña que nadie
saca a bailar, es para los hermanos que
afrontan la borrachera y a quienes desdeñan
los que se creen santos, profetas o poderosos.

De "Cartas para reinas y otras primaveras" 1985
Jorge Teillier

7 de mayo de 2016

Los conjuros, Jorge Teillier

LOS CONJUROS

A Enrique Rebolledo

Los temerosos de los brujos vecinos
lanzan puñados de sal al fuego
cuando pasan las aves agoreras.
Mis amigos buscadores de entierros
en sueños hallan monedas de oro.
Los despierta el jinete del rayo
cayendo hecho llamas entre ellos.

Medianoche de San Juan. Las higueras
se visten para la fiesta.
Eco de gemidos de animales
hundidos hace milenios en los pantanos.
Los chimalenes reúnen las ovejas
que huyeron del corral.
Aúllan los perros en casa del avaro
que quiere pactar con el Diablo.

Ya no reconozco mi casa.
En ella caen luces de estrellas en ruinas
Como puñados de tierra en una fosa.
Mi amiga vela frente a un espejo:
espera allí la llegada del desconocido
anunciado por las sombras más largas del año.

Al alba, anidan lechuzas en las higueras de luto.
En los rescoldos amanecen huellas de manos de brujos.
Despierto teniendo en mis manos hierbas y tierra
de un lugar donde nunca estuve.

Jorge Teillier

De El árbol de la memoria (1961)

6 de mayo de 2016

Otoño secreto, Jorge Teillier

OTOÑO  SECRETO

Cuando las amadas palabras cotidianas
pierden su sentido
y no se puede nombrar ni el pan,
ni el agua, ni la ventana,
y la tristeza ha sido un anillo perdido bajo nieve,
y el recuerdo una falsa esperanza de mendigo,
y ha sido falso todo diálogo que no sea
con nuestra desolada imagen,
aún se miran las destrozadas estampas
en el libro del hermano menor,
es bueno saludar los platos y el mantel puestos sobre la mesa,
y ver que en el viejo armario conservan su alegría
el licor de guindas que preparó la abuela
y las manzanas puestas a guardar.

Cuando la forma de los árboles
ya no es sino el leve recuerdo de su forma,
una mentira inventada por la turbia
memoria del otoño,
y los días tienen la confusión
del desván a donde nadie sube
y la cruel blancura de la eternidad
hace que la luz huya de sí misma,
algo nos recuerda la verdad
que amamos antes de conocer:
las ramas se quiebran levemente,
el palomar se llena de aleteos,
el granero sueña otra vez con el sol,
encendemos para la fiesta
los pálidos candelabros del salón polvoriento
y el silencio nos revela el secreto
que no queríamos escuchar.

Jorge Teillier
De Para Ángeles y Gorriones (1953 - 1956)


5 de mayo de 2016

Cuando en la tarde desaparezco en los espejos, Jorge Teillier

Cuando en la tarde desaparezco en los espejos

Cuando en la tarde aparezco en los espejos
cuando yo y la tarde queríamos unirnos
tristemente nos despedimos
tristemente nos hablamos en el espejo que disuelve las imágenes
quién soy entonces
quizás por un momento
de verdad soy yo que me encuentro

Quién soy yo sino nadie
alguien que quisiera pasarse los días y los días
como un solo domingo
mirando los últimos reflejos del sol en los vidrios
mirando a un anciano que da de comer a las palomas
y a los evangélicos que predican el fin del mundo

Cuando en la tarde no soy nadie
entonces las cosas me reconocen
soy de nuevo pequeño
soy quien debiera ser
y la niebla borra la cara de los relojes en los campanarios.


Jorge Teillier (Chile) (1935-1996)

4 de mayo de 2016

XVI, Jorge Teillier

XVI
                                                        A Beatriz, de nuevo, siempre.

Eres el peso profundo y secreto
de los granos de trigo
en la balanza de mi mano.
El frescor del sorbo de cielo
que bebe el pájaro marino.
Por el verano corren los claros esteros
de tu espalda desnuda.

Eres un puente entre los marjales de las pesadillas.
Las madejas de nuestros sueños se entrelazan,
estrechas desechas en lava.
Tú derribas
los muros coronados por trozos de botellas
que sitiaban mis días.
Ya no voy solo por los viscosos corredores
de los sueños adolescentes.
Desde la buhardilla que escojo
para recibir tu cuerpo
vemos las tardes libres e infinitas
y caballos marcados sólo con estrellas en la frente.

Tu cuerpo es el frágil latido de flores con ojos de nieve
que me traen los vientos
venidos del país donde nunca se llega.
Me anunciaron que me estabas prometida
todos los gallos de las veletas,
todos los puentes construidos por los antepasados,
todos los andenes y todos los campanarios.

Tú extiendes las sábanas del alba,
tú haces que la noche sea la otra vida.
Pero si tu sombra aparece en todos mis muros,
ya no estarás más.
Soy extraño a toda fiesta para mí mismo.

Tú sabes que veo el sol y la muerte viajar juntos,
tú sabes que siempre hay un cuarto que no debe abrirse
y que el viento de pronto apenas se atreve a hojear los trigales
por miedo a encontrar un sol más oculto.


Jorge Teillier

3 de mayo de 2016

Notas sobre el último viaje del autor a su pueblo natal , Jorge Teillier

Notas sobre el último viaje del autor a su pueblo natal , Jorge Teillier

A Stefan Baciu en Hawaii,
y a Vasile Igna, mi primo desconocido, en Cluj, Transilvania


1
En el pueblo
         donde algunos me conocen
         como el poeta cuyo nombre suele aparecer en los diarios,
         paseo por la Calle Comercio
que ahora se llama Avenida Bernardo O’Higgins
         (Como en Santiago).

        He comulgado con la tierra.
Voy a la Sidrería
Allí están los parroquianos de siempre
y me saludan mis viejos compañeros de curso
que sueñan con ser alcaldes o regidores o comprarse una citroneta.
       Ha cerrado el cine.
Aún quedan afiches que anuncian películas de sepia.
       A lo largo de los cercos
        las ortigas siguen hablando con su indestructible lenguaje.
En el techo de mi casa se reúne el congreso de los gorriones.
        Pienso por primera vez
        que no pertenezco a ninguna parte,
        que ninguna parte me pertenece.

2
El viento trae olor a terneros mojados.

3
Kilómetro 662 a las cuatro de la tarde.
En la calle Comercio los turcos y los españoles
bostezan tras los mostradores.
No hay un alma en la calle a la hora de la siesta
horadada sólo por el cuerno primitivo del vendedor de helados.
En las afueras los campesinos esperan las micros rurales.
Tal vez me vaya a otro pueblo
cuyo destino voy a leer en la palma de sus calles.

4
Hay praderas manchadas de vacas y girasoles.
De las cosas que puedan consolarme cuando vuelva
a la ciudad enferma de smog.
Viajaré en vagones de segunda atestados como los
de las novelas sobre la Revolución Rusa.
He visto las ventanas ciegas del Molino.
Con su arruinado dueño he tomado un trago en
cualquier cantina
Paso la tarde sin darme el trabajo de llegar ni siquiera
al fondo del patio de la casa paterna.

5
El único hojalatero que quedaba en el pueblo
fue buscar trabajo a Lonquimay.
No ganó mucha plata pero contempló la Cordillera.
Él no tiene Leica ni Kodak
así que se dedicó a dibujarla
para que sus nueve hijos la conocieran de verdad.

6
A los mapuches les gustan las canciones mexicanas
del Wurlitzer de la única Fuente de Soda.
Las escuchan sentados en la cuneta de la Calle Principal.
Van a la vendimia en Argentina y vuelven con terno
azul y transistores.
Ha llegado la TV.
Los niños ya no juegan en las calles.
Sin hacer ruido se sientan en el living para ver a
Batman o películas del Far West.
Mis amigos están horas y horas frente a la pantalla.
Tengo ganas de que lleguen los Ovnis.

7
Me cuesta creer en la magia de los versos.
Leo novelas policiales,
revistas deportivas, cuentos de terror.
Sólo soy un empleado público como consta en mi
carnet de identidad.
Sólo tengo deudas y despertares de resaca
donde hace daño hasta el ruido del alka
seltzer al caer al vaso de agua.
En la casa de la ciudad no he pagado la luz ni el agua.
Sigo refugiado en los mesones,
mirando los letreros que dicen "No se fía".
Mi futuro es una cuenta por pagar.

8
Si el futuro pudiera extenderse pulcramente
como mi madre extiende las sábanas de mi cama.
Miro la ropa puesta a secar en el patio.
Han entrado ladrones de gallinas en la casa del frente.
Voy a la plaza a leer el diario con noticias más
añejas que las de San Pablo.

9
Solitario donde nunca he estado solitario
camino hasta el abandonado velódromo de tierra
donde no aparece ni el fantasma del Campeonato
de Ciclismo de Chile del año 30.
Hay caballos pastando en lo que fue cancha de fútbol.
Todos se interesan sólo por ir a ver los partidos                        
profesionales a la Capital de Provincia
mientras yo pienso mordisquear una brizna de brezo.

10
Trasnochador empedernido
contemplo la luna igual a la de 1945
enrojecida por la erupción del Llaima.
La misma que miraba desde la buhardilla
mientras leía como ahora "Los miserables" y el
Almanaque Hachette.

11
Acuérdate que te recuerdo.
Si no te acuerdas no importa mucho.
Siempre te veré caminando sobre los rieles
buscando el durazno más maduro de la quinta.

12
Ya pasó el Rápido a Puerto Montt
que antes se llamaba el Flecha del Sur.
Voy de la estación al puente
cuyos faroles dicen "Fundición Dickinson, 1918".
Ya no existe esa fundición
ni ninguna fundición.
Confío mi memoria al río Cautín y a la Capilla de Guacolda.
Afirmado en las barandas del puente
miro el cielo del verano que apenas sujetan los
clavos de plata de las estrellas.

13
Hemos llegado a esta aldea en un Pontiac 40
por caminos que jamás serán pavimentados.
Espantamos cerdos y gallinas.
Los niños se asoman asombrados.
En el negocio clandestino
pedimos un pipeño y hablamos con el dueño
y con un tractorista que nos asegura que Hitler está vivo
y con dos recién llegados que nos convidan charqui
de pescado:
son un estibador de Talcahuano y su compadre
mapuche que lo trae al anca.
Todos bebimos en la misma medida
y volvimos como nuestros antepasados
ebrios al pueblo que un día nos rechazará.

14
Día domingo de salida de misa.
Las niñas se pasean con la moda recién llegada de Santiago
acompañadas por la banda del Regimiento que toca cumbias.
Los dueños de casa compran las primeras sandías
y los diarios con las noticias frescas de los últimos crímenes.
Camino por las últimas calles de este lugar de
bomberos, rotarios, carabineros, jubilados,
tinterillos y profesores primarios,
allí los puñales del sol entran por las costillas de los
pobres cercos de madera.
Siento los estertores de las postreras carretas y
locomotoras a vapor.
Busco la paz tendiéndome en la pradera condecorada
por los girasoles
contemplando el glorioso oleaje del trigo
y los viajes infinitos de las nubes que van a llorar
por nosotros.


Jorge Teillier (Chile) (1935-1996)

30 de agosto de 2015

Cuando todos se vayan, Jorge Teillier

CUANDO TODOS SE VAYAN

A Eduardo Molina.

Cuando todos se vayan a otros planetas
yo quedaré en la ciudad abandonada
bebiendo un último vaso de cerveza,
y luego volveré al pueblo donde siempre regreso
como el borracho a la taberna
y el niño a cabalgar
en el balancín roto.
Y en el pueblo no tendré nada que hacer,
sino echarme luciérnagas a los bolsillos
o caminar a orillas de rieles oxidados
o sentarme en el roído mostrador de un almacén
para hablar con antiguos compañeros de escuela.

Como una araña que recorre
los mismos hilos de su red
caminaré sin prisa por las calles
invadidas de malezas
mirando los palomares
que se vienen abajo,
hasta llegar a mi casa
donde me encerraré a escuchar
discos de un cantante de 1930
sin cuidarme jamás de mirar
los caminos infinitos
trazados por los cohetes en el espacio.

Jorge Teillier

De El árbol de la memoria (1961)

29 de agosto de 2015

Lluvia inmovil, Jorge Teillier

LLUVIA INMÓVIL

No importa que me hayas cortado siete espigas
yo he roto todos los espejos
he cerrado todas las ventanas
y estoy condenado a permanecer
inmóvil en este pueblo
donde entre la lluvia y la vida hay que elegir la lluvia
donde el Hotel lo he bautizado Hotel Lluvia
donde los plateados élitros de la Televisión
relucen sobre tejados marchitos.

Tú me dices que todo se recupera
y que mi rostro aparecerá
en un río que he olvidado
y hay un camino para llegar a una casa nueva
creciendo en cualquier lugar del mundo
donde nos espera un niño huérfano
que no sabía éramos sus padres.

Pero a mí me han dicho que elija la lluvia
y mi nuevo nombre le pertenece
un nuevo nombre que no puede borrar ninguna mano
sino la de alguien que me conoce más que a mí mismo
y reemplaza mi rostro por un rostro enemigo.


Jorge Teillier

28 de agosto de 2015

Estas palabras quieren ser... Jorge Teillier

Estas palabras quieren ser...

Estas palabras quieren ser
un puñado de cerezas-
un susurro -¿para quién?-
entre una y otra oscuridad.

Sí, un puñado de cerezas,
un susurro -¿para quién?-
entre una y otra oscuridad.


 Jorge Teillier De "Para un pueblo fantasma" 1978

27 de agosto de 2015

Blue, Jorge Teillier

BLUE

Veré nuevos rostros
Veré nuevos días
Seré olvidado
Tendré recuerdos
Veré salir el sol cuando sale el sol
Veré caer la lluvia cuando llueve
Me pasearé sin asunto
De un lado a otro
Aburriré a medio mundo
Contando la misma historia
Me sentaré a escribir una carta
Que no me interesa enviar
O a mirar a los niños
En los parques de juego.

Siempre llegaré al mismo puente
A mirar el mismo río
Iré a ver películas tontas
Abriré los brazos para abrazar el vacío
Tomaré vino sí me ofrecen vino
Tomaré agua si me ofrecen agua
Y me engañaré diciendo:
"Vendrán nuevos rostros
Vendrán nuevos días".
  

Jorge Teillier

26 de agosto de 2015

Memoria, Jorge Teillier

Memoria

Ella estuvo entre nosotros
lo que el sol atrapado por un niño en un espejo.
Pero sus manos alejan los malos sueños
como las manos de la lluvia
las pesadillas de las aldeas.
Sus manos que podían dar de comer
a la noche convertida en paloma.
Era bella como encontrar
nidos de perdices en los trigales.
Bella como el delantal gastado de una madre
y las palabras que siempre hemos querido escuchar.
Cierto: estuvo entre nosotros
lo que el sol en el espejo
con que un niño juega en el tejado.
Pero nunca dejaremos de buscar sus huellas
en los patios cubiertos por la primera helada.
Sus huellas perdidas
tras una puerta herrumbrosa
cubierta de azaleas.

Jorge Teillier

De El árbol de la memoria (1961)

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