Una Marioneta
Palma de Mano tomó
agua y se le pudieron frescos los ojos. Abrió la boca y rió. Bajo la mano y la
hundió en la arena caliente. Sacudió su carne al quedar parado y una leve cantidad
de arena abrazada a su piel, cayó lenta ondulada en el viento. Con dos dedos
alisó su frente y mirando sus pies descalzos, a ratos el cielo azul y duro,
caminó erguido frente al mar revuelto.
Miguel Angel
Bustos
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