El escritor joven. Una carta dirigida a muchos.
(1910) (Ensayo) Herman Hesse
Querido señor:
Le doy las gracias por su hermosa carta y el
envío de sus poemas y ensayos en prosa que he hojeado con interés y en los que
he encontrado algunas huellas perdidas de mis propios comienzos literarios. Su
amable carta y el envío de sus poemas me muestran una confianza que me
avergüenza, ya que desgraciadamente tengo que decepcionarle.
Usted me presenta lo que ha escrito hasta
ahora, sus versos y otras tentativas literarias, y me pide que después de la
lectura de estas páginas le diga lo que opino de su talento literario. La
pregunta parece sencilla e inofensiva, teniendo en cuenta que no quiere oír
ningún cumplido sino la estricta verdad. Nada me gustaría tanto como poder
contestar de manera escueta a su pregunta escueta, si pudiese. La «verdad» no
es tan fácil de hallar. Creo incluso que es completamente imposible aventurar
algún juicio sobre el talento de un principiante al que no se conoce muy bien
personalmente a través de la lectura de sus intentos literarios. Por sus versos
puedo ver si ha leído a Nietzsche o a Baudelaire, si Liliencron o Hoffmannsthal
son sus favoritos, quizás también si tiene ya un gusto formado conscientemente
por el arte y por la naturaleza, pero eso no tiene que ver lo más mínimo con el
talento literario. En el mejor de los casos (y eso hablaría en favor de sus
versos) puedo descubrir huellas de sus vivencias y tratar de hacerme una idea
de su carácter. Más es imposible; y el que le prometa valorar su talento
literario a través de sus manuscritos de principiante como un grafólogo juzga
el carácter de un lector en la sección de cartas del periódico, es un hombre
bastante superficial o un farsante.
No es muy difícil declarar que Goethe es un
escritor importante después de leer «Wilhelm Meister» y «Fausto». Pero se
podría reunir perfectamente un cuadernito de poemas de sus años de principiante
del que nadie sería capaz de decir sino que el joven autor había leído
afanosamente a Gellert y a otros modelos, y que tenía habilidad para hacer rimas.
Cuando Goethe ya había escrito «Werther» y «Götz» se le atribuyeron durante
mucho tiempo algunos escritos del poeta Lenz y viceversa. Es decir que, incluso
en los escritores más grandes, la letra de los primeros intentos no es siempre
verdaderamente característica ni claramente original. En los poemas juveniles
de Schiller pueden encontrarse incluso convencionalismos y banalidades
sorprendentes.
De modo que es imposible enjuiciar los
talentos jóvenes aunque a Usted le parezca sencillo. Como no le conozco bien,
no sé en qué nivel se halla de su desarrollo personal. Sus poemas pueden
contener ingenuidades que dentro de medio año ya habrá superado, pero del mismo
modo, puede cometer todavía dentro de diez años los mismos errores. Hay poetas
jóvenes que a los veinte años escriben versos de extraordinaria belleza, y a
los treinta ya no escriben o, lo que es más grave, continúan escribiendo los
mismos versos. Y hay talentos que no despiertan hasta que tienen treinta o
cuarenta años.
En una palabra, la pregunta que me hace sobre
las probabilidades de alcanzar en el futuro fama como poeta es como si una
madre preguntase si su hijo de cinco años será algún día grande y esbelto o
pequeño. El chico puede ser hasta los catorce o quince años un pequeñajo y dar
de repente un estirón.
Me ha parecido agradable que no me haya hecho
cargar, como hacen muchos de sus estimados colegas, con la responsabilidad de
su futuro poético. Muchos que acuden a un escritor con experiencia con la misma
pregunta que Usted hacen, no sin afectada solemnidad, depender de su decisión y
respuesta, el que vuelvan a escribir jamás un verso. De esta manera llegaría
uno a pasarse la vida con la sensación de haber privado a la literatura alemana
quizás por un pequeño error, de Faustos y Cantares de los Nibelungos.
Con esto quedaría contestada su carta. Me ha
pedido un favor que desgraciadamente no puedo hacerle porque está más allá de
lo posible. Pero no quisiera despedirme con una sentencia que no le satisfaga y
que en el fondo interpretará como una negativa sutilmente disfrazada. Permítame
por eso todavía unas palabras amistosas.
No puedo saber si Usted será un poeta
importante dentro de cinco o diez años. Pero que lo llegue a ser no depende en
absoluto de los versos que escribe hoy.
Y por último: ¿es preciso que sea escritor?
Para muchos jóvenes con talento ser escritor es un ideal, porque en el escritor
ven al ser humano original, de corazón puro, sensible, con sentidos refinados y
una vida sentimental purificada. Todas estas virtudes se pueden tener sin ser
escritor; y es mejor tenerlas que tener en su lugar el dudoso talento
literario. Pero el que sólo se interesa por la carrera de escritor para llegar
a la fama, es mejor que se haga actor.
El hecho de que actualmente tenga la necesidad
de escribir versos no es en sí ni un honor ni una vergüenza. La costumbre de
aclarar en su conciencia las experiencias de su vida y de retenerlas en una
forma concisa puede favorecerle y ayudarle a convertirse en un hombre cabal.
Pero escribir también le puede perjudicar, y perjudica a muchos al inducirles a
dejar rápidamente atrás y a archivar las experiencias, en lugar de saborearlas
puramente. Algunos escritores jóvenes se acostumbran a enjuiciar sus
experiencias según su aspecto literario y se convierten así en decoradores
sentimentales, que al final sólo viven para escribir sobre ello.
Mientras tenga la sensación de que sus
intentos poéticos le son provechosos y que le ayudan a alcanzar una mayor
claridad sobre sí mismo y el mundo, a aumentar su vitalidad, a agudizar su
conciencia, continúe con ellos. Sea o no sea escritor Usted será un hombre
útil, despierto y perspicaz. Si ésta es su meta, como espero, y si al disfrutar
con la literatura poética o al producirla siente la más mínima dificultad y la
más mínima tentación de seguir las sendas de la falsedad y de la vanidad y tema
que se debilite su sentido ingenuo de la vida, deshágase de toda la literatura,
la suya y la nuestra.
Le saluda con buenos deseos su
H. H.
Herman Hesse