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19 de junio de 2023

Cuando recibís el nombramiento, Ernesto Cardenal


 
Cuando recibís el nombramiento
 
Cuando recibís el nombramiento,
el premio, el ascenso,
pensá en los que murieron
cuando estás en la recepción,
en la delegación, en la comisión,
pensá en los que murieron
cuando te aplauden al subir la tribuna
con los dirigentes pensá en los que murieron
cuando te toca a vos el micrófono,
te enfoca la televisión,
pensá en los que murieron
cuando sos el que da los certificados,
las cédulas, el permiso,
pensá en los que murieron
pensá en los que murieron,
miralos sin camisa, arrastrados,
echando sangre, con capucha, reventados,
refundidos en las pilas, con la picana,
el ojo sacado,
degollados, acribillados,
botados al borde de la carretera,
en hoyos que ellos cavaron en fosas comunes,
o simplemente sobre la tierra,
abonos de plantas del monte
Vos los representás a ellos,
ellos delegaron en vos,
los que murieron.
 
Ernesto Cardenal

18 de junio de 2023

Salmo 5, Ernesto Cardenal

SALMO 5
 
Escucha mis palabras oh Señor
Oye mis gemidos
Escucha mi protesta
Porque no eres tú un Dios amigo de los dictadores
ni partidario de su política
ni te influencia la propaganda
ni estás en sociedad con el gangster
 
No existe sinceridad en sus discursos
ni en sus declaraciones de prensa
 
Hablan de paz en sus discursos
mientras aumentan su producción de guerra
 
Hablan de paz en las Conferencias de Paz
y en secreto se preparan para la guerra
 
Sus radios mentirosos rugen toda la noche
 
Sus escritorios están llenos de planes criminales
y expedientes siniestros
Pero tú me salvarás de sus planes
 
Hablan con la boca de las ametralladoras
Sus lenguas relucientes
son las bayonetas...
 
Castígalos oh Dios
malogra su política
confunde sus memorandums
impide sus programas
 
A la hora de la Sirena de Alarma
tú estarás conmigo
tú serás mi refugio en el día de la Bomba
 
Al que no cree en la mentira de sus anuncios comerciales
ni en sus campañas publicitarias ni en sus campañas políticas
tú lo bendices
Lo rodeas con tu amor
como con tanques blindados
 
Ernesto Cardenal
De Salmos [1964]

 

17 de junio de 2023

Managua 6:30 PM, Ernesto Cardenal

Managua 6:30 PM
 
 
En la tarde son dulces los neones
y las luces de mercurio, pálidas y bellas…
Y la estrella roja de una torre de radio
en el cielo crepuscular de Managua
es tan bonita como Venus
y un anuncio ESSO es como la luna
 
las lucecitas rojas de los automóviles son místicas
 
(El alma es como una muchacha besuqueada detrás de un auto)
             TACA BUNGE KLM SINGER
             MENNEN HTM GOMEZ NORGE
             RPM SAF ÓPTICA SELECTA
 
proclaman la gloria de Dios!
 
(Bésame bajo los anuncios luminosos oh Dios)
            Kodak TROPICAL RADIO F&C REYES
en muchos colores
deletrean tu Nombre.
                       “Transmiten
la noticia…”
Otro significado
no lo conozco
Las crueldades de esas luces no las defiendo
Y si he de dar un testimonio sobre mi época
es éste: Fue bárbara y primitiva
pero poética.
 
 
Ernesto Cardenal
De Oración por Marilyn Monroe y otros poemas [1965]

 

15 de junio de 2023

Amanecer, Ernesto Cardenal

Amanecer
 
Ya están cantando los gallos.
Ya ha cantado tu gallo comadre Natalia
ya ha cantado el tuyo compadre Justo.
Levántense de sus tapescos, de tus petates.
Me parece que oigo los congos despiertos en la otra costa.
Podemos ya soplar un tizón - Botar la bacinilla.
Traigan un candil para vernos las caras.
Latió un perro en un rancho
y respondió el de otro rancho.
Será hora de encender el fogón comadre Juana.
La oscurana es más oscura pero porque viene el día.
Levántate Chico, levántate Pancho.
Hay un potro que montar,
hay que canaleatar un bote.
Los sueños nos tenían separados, en tijeras
tapescos y petates (cada uno en su sueño)
pero el despertar nos reúne.
La noche ya se aleja seguida de sus seguas y cadejos.
Vamos a ver el agua muy azul: ahorita no la vemos. - Y
esta tierra con sus frutales, que tampoco vemos.
Levántate Pancho Nigaragua, cogé el machete
hay mucha yerba mala que cortar
cogé el machete y la guitarra.
Hubo una lechuza a medianoche y un tecolote a la una.
Luna no tuvo la noche ni lucero ninguno.
Bramaban tigres en esta isla y contestaban los de la costa.
Ya se ha ido el pocoyo que dice: Jodido, Jodido.
Después el zanate clarinero cantará en la palmera,
cantará: Compañero
Compañera.
Delante de la luz va la sombra volando como un vampiro.
Levántate vos, y vos, y vos.
(Ya están cantando los gallos.)
¡Buenos días les dé Dios!
 
Ernesto Cardenal
 

13 de junio de 2023

Imitación de Propercio, Ernesto Cardenal


 
Imitación de Propercio
 
Yo no canto la defensa de Stalingrado
ni la campaña de Egipto
ni el desembarco de Sicilia
ni la cruzada del Rhin del general Eisenhower:
 
Yo sólo canto la conquista de una muchacha.
 
Ni con las joyas de la Joyería Morlock
ni con perfumes de Dreyfus
ni con orquídeas dentro de su caja de mica
ni con cadillac
sino solamente con mis poemas la conquisté.
 
Y ella me prefiere, aunque soy pobre, a todos los millones de Somoza.
 
Ernesto Cardenal
De Epigramas [1961]

12 de junio de 2023

Elegía breve, Antonio Esteban Agüero




 
Elegía breve
 
Lloro unas cosas viejas, unas pobres cosas:
una tapia derruida y un tunal,
la lenta agonía de unas pencas
y la oscura muerte d un tapial.
 
Los días desgranan los adobes
y las sabias agostan del tunal,
ya no habrá lagartos en la tapia,
ni espinosas tunas que gustar.
 
Pero aunque los destruyan los días y os agosten,
y ya nadie os quiera recordar,
transitoria existencia —pobre, triste—
tendréis en la luz de mi cantar.
 
Antonio Esteban Agüero
De Poemas lugareños (1937)

11 de junio de 2023

Romance del niño del agua, Antonio Esteban Agüero

Romance del niño del agua
 
El niño llegó del agua
asombrado y conmovido,
diciendo a la madre: -Madre,
en el agua hay otro niño
un niño que me hace señas
con la mano, Madre, un niño,
que habla sin que yo le hable
y mira si yo le miro.
Qué país tan bello, madre
el país del otro niño,
las ranas juegan con él,
y los grises pececillos
le velan el sueño cuando
él reposa sobre el limo.
Qué país tan bello, madre
el país del otro niño,
tiene nubes, tiene estrellas,
nogales y juncos finos,
pero todo transparente,
todo puro y cristalino.
La madre le escuchaba atenta
y le dice con cariño:
—No quiero que vayas más
al remanso, niño mío,
el agua también engaña,
así como engaña el vidrio
que copia distantes nubes
y vilanos fugitivos.
Y el niño responde: —Madre,
en el agua hay otro niño;
con estos azules ojos
que tú besas, Madre, he visto,
la frente de lisa luna,
los ojos color jacinto.
 
La Madre se calla y luego
lo besa con un suspiro
las sienes por donde sube
la marea del delirio.
 
Al pie de la peña verde
que se inclinaba sobre el río
hallaron después la blusa
aún mojada de rocío…
 
 
Antonio Esteban Agüero
De Romancero de niños (1946)

 

10 de junio de 2023

Antonio Esteban Agüero recitando Digo La Mazamorra Del disco Antonio Esteban Agüero en su propia voz

Antonio Esteban Agüero recitando Digo La Mazamorra
Del disco Antonio Esteban Agüero en su propia voz

 
Digo la Mazamorra
 
La Mazamorra ¿sabes?, es el pan de los pobres,
la leche de las madres con los senos vacíos,
-yo le beso las manos al Inca Viracocha
porque inventó el maíz y enseño su cultivo-.
 
Sobre una artesa viene para unir la familia,
saludada por viejos, festejada por niños,
allá donde las cabras remontan el silencio
y el hambre es una nube con las alas de trigo.
 
Todo es hermoso en ella: la mazamorra madura,
que desgranan en noches de viento campesino,
el mortero y la moza con trenzas sobre el hombro
que entre los granos mezcla rubores y suspiros.
 
Si la quieres prefieres perfecta busca un cuenco de barro,
y espésala con leves ademanes prolijos
del mecedor cortado de ramas de la higuera
que en el patio da sombra, benteveos, e higos.
 
Y agregale una pizca de ceniza de jume,
la planta que resume los desiertos salinos,
y deja que la llama le transmita su fuerza
hasta que asuma un tinte levemente ambarino.
 
Cuando la comes sientes que el Pueblo te acompaña
a lo largo de valles, por recodos de ríos,
entre las grandes rocas, debajo de cardones
que arañan con espinas el cristal del estro.
 
El Pueblo te acompaña cada vez que la comes,
llega a tu lado,¿sabes?,se te pone al oído
y te murmura voces que suben a tu sangre
para romper la niebla del mortal egoísmo.
 
Porque eres uno y todos, comiendo el alimento
de todos, en la fiesta del almuerzo tranquilo;
la Mazamorra dulce que es el pan de los pobres,
y leche de las madres con los senos vacíos.
 
Cuando la comes sientes que la tierra es tu madre,
mas que la anciana triste que espera en el camino
tu regreso del campo, la madre de tu madre,
- su cara es una piedra trabajada por siglos -.
 
Las ciudades ignoran su gusto americano,
y muchos ya no saben su sabor argentino,
pero ella será siempre lo que fue para el Inca:
nodriza de los pueblos en el páramo andino.
 
La noche en que fusilen canciones y poetas
por haber traicionado, por haber corrompido
la música y el polen, los pájaros y el fuego,
quizás a mí me salven estos versos que digo ...
 
 
Antonio Esteban Agüero
 
De Los “Digo” del Poeta. Un hombre dice su pequeño país (1972, Edición Post Mortem)

 

9 de junio de 2023

Canción para decir amor, Antonio Esteban Agüero


 
Canción para decir amor
 
   La ciudad está llena de avenidas
   que se llaman "te amo".
 
   La montaña está llena de paisajes
   que se llaman: "te amo".
 
   Suave arena del río que parece
   un leve sueño blando,
   está lleno de sol y pedrezuelas
   y se llama: "te amo".
 
   Florecitas anónimas que brotan
   a la par de tus pasos,
   y huelen igual que tu cintura
   y se llaman "te amo",
 
  Y esa nube en el viento del oeste
   y aquel árbol,
   y esta noche,
   y los pájaros,
   y la luz en ventanas del otoño
   se llaman: "te amo".
 
   La bandera del cielo al medio día
   se llama "te amo".
 
   La música triste que nos hiere
   de pronto como un dardo,
   y nos llueve brevemente los ojos
   se llama "te amo".
 
   Los nidos,
   los pensamientos claros,
   la fruta de cáscara brillante
   se llaman: "te amo".
 
   Las palabras dan sombra,
   largas sombras de álamos,
   y a su sombra me duermo como un niño:
   "te amo"…
 
              
Antonio Esteban Agüero
De Canciones para la voz humana

8 de junio de 2023

Digo la flora, Antonio Esteban Agüero


 
Digo la flora
 
Quiero este digo como piedra dura
clara piedra de luna conmovida
vencedora del musgo y de la lluvia,
triunfadora del tiempo y de la ortiga
para decir los nombres de la flora
que navegan mi frente pensativa,
viejos nombres del árbol y la hierba
y también de las rientes florecillas,
nombres sabrosos, sugerentes nombres,
que a veces son como la cosa misma,
recorridos por músicas secretas,
perfumados de savia y de resina,
castellanos a veces y otras veces
con abolengos araucano o quichua.
 
El Tala nombro, cuya sombra tiene
transparencia de lumbre submarina,
con el ramaje complicado y vasto,
como creado por loca fantasía,
recubierto de pálida verdura,
que los ojos encanta y clarifica,
y el Chañar y su espíritu gregario,
pues no sabe crecer sin compañía,
bello de flores cuando acaba octubre,
rico de frutos cuando enero inicia,
y el Piquillín, agudo como un grito,
tunicado de innúmeras espinas
que defienden las gemas de su fruta
de toda humana o animal codicia,
piquillín del infante y de la abeja,
piquillín del pájaro y la víbora,
bajo el sol y la sombra de tu nombre
vuelvo a leer mi infancia campesina,
y el Palán-Palán, en cuyo acento
se oye sonar una remota esquila,
y el Espinillo con flores que parecen
oro de bucles, redonda pelusilla,
surtidor de fragancia que nos llena
el alma toda de una azul caricia,
y el Ucle de largos candelabros
que parecen arder a mediodía,
y el Tintitaco, el de leña fuerte,
y también la utilísima Jarilla,
que produce la escoba para el patio
y carbones de lumbre sostenida,
y es color en la lana de la colcha,
y salud en la criolla medicina,
y el Caldén, solitario en su grandeza
como los héroes de la saga antigua,
y el Molle, que nace donde el bosque
comienza a trepar por las colinas,
viejo amigo de cabras y regatos,
árbol señor en cuya fronda habitan
la frescura más riente de la sombra
y el sonido más puro de la brisa.
Y el Quebracho rugoso y poderoso,
fuerte columna de las selvas indias;
y el Coco que guarda en su corteza
beta de jaspe o de alabastro,
rica para mano de artífice paciente
o para torno y gubia de ebanista,
y el Peje, el flechero silencioso
en quien lo verde se trocó en espina,
erizado dragón, guerrero rudo,
siempre dispuesto a la valiente lidia,
y el Llantón que llora si la lluvia
en alas del viento se aproxima,
y el Retamo de nudos sarmentosos,
cuya madera cuando está pulida
se parece a los ónices brillantes
oor sus betas verdosas y amarillas,
y el Algarrobo, siempre el Algarrobo,
con su joven verdor que purifica,
hijo del sol y padre de la sombra,
prócer y solo en la quietud del día.
 
Y ahora digo las hierbas numerosas
que conoce mi mano sensitiva,
verdes labios del bosque en primavera
que recogen la luz y la energía,
que navegan la luz para trocarla
en corazón y fuente de la vida.
pachamama las nutre de su seno,
cuando la savia su retorno inicia,
y ellas cubren el valle y la pradera,
en invasión que avanza cada día,
como asalto de viento o de marea,
sobre el terruño pardo de provincia.
olas alegres, renacer fragante,
verde mar prisionero en la semilla,
que despierta de pronto sobre el mundo,
para acunarlo en pechos de nodriza.
 
De repente los nombres de las flores
llegan a mí por sendas de la brisa,
a posarse en la rama de mi pecho,
donde se suele aposentar la dicha,
el Vinagrillo de color del oro
cuya corola es una copa fina,
y donde beben rocío los rundunes,
y dulzuras de polen las avispas,
y la Flor del Aire, suma de belleza,
nieve fragante, estrella florecida
reclinada en los troncos suavemente
como en un pecho varonil la niña
con su tenue fragancia que parece
venir de allá, donde la noche gira.
y los ángeles cantan a los muertos,
la celeste canción que resucita,
y la Verbena de color morado
y también la silvestre Margarita,
la luna con sol que sueña blandamente
bajo el beso y la nana de la brisa
y esa gota de sangre sobre el aire
que se llama Flor de Maravilla,
con que a veces inventan las muchachas
arrebol para labios y mejillas,
y el Suspiro, perfecta como el cielo
y traslúcida y leve y sensitiva,
flor de ver con los ojos entornados
y alabar con el alma de rodillas,
y el Topasaire como un sol pequeño,
y un Tulipán sin nombre todavía
cáliz azul, campánula luciente,
que cierta vez, al declinar el día
me detuvo en el bosque largo rato
como el destello de una perla viva,
y la Pasión, que en pétalo y estambre
más y mejor que la vitela escrita
nos refiere la historia del calvario
la sola flor que celebró la misa,
y el Loconte, la flor estrafalaria
a las barbas del duende parecida,
y el Hachón, esa virgen luminosa,
fieramente celada por espinas,
y también la modesta Salvilora
que descubre una trémula amatista,
y la copa solar del Kiskaluro,
y la Saeta con su luz marina,
que parece una lágrima temblando
sobre la fresca hierba amanecida,
y la bella Lagaña de los perros
a quien rindo galante pleitesía,
y el Ilolay, la flor de la leyenda
que nos devuelve la visión perdida.
 
¡Ellas guarden mi nombre del olvido
Bajo el sol y la luna de provincia!
 
Antonio Esteban Agüero
De Los “Digo” del Poeta. Un hombre dice su pequeño país (1972, Edición Post Mortem)

7 de junio de 2023

Soneto II Las calaveras, Antonio Esteban Agüero


Soneto II
Las calaveras

 
 
Descubrí calaveras, calaveras
calaveras de tordo y golondrina
no mayores que frutos de moreras
calaveras de formas femeninas.
 
Como flores de raras primaveras,
como fresas de carne blanquecina,
como mínimas lunas verdaderas
sobre la falda de la hierba fina.
 
Allí estaba la sabia calavera
del lechuzo sutil, la guardadora
de los mensajes de la brujería.
 
Y allí estaba la grácil calavera
—por tan menuda casi aterradora—
del picaflor en gesto de agonía
 
Antonio Esteban Agüero
De Cementerio y otros poemas (1940 - 1947)


 

6 de junio de 2023

Gratitud agrícola, Antonio Esteban Agüero

Gratitud agrícola
 
Gracias, claro cielo, por tu bello regalo:
la lluvia que ayer noche
cayó sobre los prados.
La gratitud mía es la misma de los huertos,
De los campos agrestes o labrados.
 
Gracias, claro cielo…
Podré continuar, riente y confiado,
Mi agrícola trabajo comenzado:
el de atar y sembrar
la menguada extensión de mi cerdado.
 
Ya me parece ver la blanda tierra
florecer su negrura tras mi arado,
ya paréceme sentir
doble suela de tierra en mi calzado,
y mirar en las melgas tordos negros,
devorando lombrices y gusanos,
y paréceme estar viendo
un casal de urracas, reposando,
en el pacífico lomo del caballo.
 
Antonio Esteban Agüero
De poemas lugareños (1937)

 

5 de junio de 2023

Pulso, Miguel Angel Bustos

 

Pulso
 
Caído  al borde, Estoy cansado no agotado.
Pulso –pulso –pulso.
Me oigo venir apoyando mi oído en mis venas.
 
Miguel Angel Bustos
 



 

4 de junio de 2023

Una Marioneta, Miguel Angel Bustos

Una Marioneta
 
Palma de Mano tomó agua y se le pudieron frescos los ojos. Abrió la boca y rió. Bajo la mano y la hundió en la arena caliente. Sacudió su carne al quedar parado y una leve cantidad de arena abrazada a su piel, cayó lenta ondulada en el viento. Con dos dedos alisó su frente y mirando sus pies descalzos, a ratos el cielo azul y duro, caminó erguido frente al mar revuelto.
 
Miguel Angel Bustos


 

3 de junio de 2023

Multitud, Miguel Angel Bustos

Multitud
 
Sé que alguna edad se mezclará con la nuestra. Por un instante la multitud se queda parada. Mira alrededor y hacia el cielo, luego cae de rodillas al suelo, inundada de desesperación y horrorosa angustia. Se arrastra y sigue nuevamente sobre sus rodillas avanzando sobre las duras piedras.
Las paredes giran desnudando las casas que en ellas se confían, el asesino reconoce por fin a su puñal.
 
Miguel Angel Bustos

 

 

2 de junio de 2023

Los Patios del Tigre, Miguel Angel Bustos

Los Patios del Tigre, Miguel Angel Bustos
 
Fueron siempre los pájaros los que anduvieron en los patios de mi infancia.
A la claridad del canario se sumó el gritito entrecortado del calafate, el vuelo diminuto de los bengalíes. Algún mono hubo, pero fue efímero.
Agregaba mi abuelo a la magia reinante sus oros de Gran Maestro. Sus libros que, de a poco, fueron siendo mis pájaros.
Un tío viajó y en una gran jaula trajo un tigre. Lo aseguraron a una cadena y esperaron que lo viera.
Su garganta me llamó; aparecí.
Desde ese día los patios dejaron de ser tales. Fueron selvas de mármol y mosaicos gastados en donde el terror habitaba. Era feliz. Tocaba el misterio a diario y no desaparecía. Me acostumbré ávidamente a lo extraño.
Cuando alguien ordenó su encierro en el Zoológico, lloré.
Entonces comenzaron mis fugaces visitas; temblaba cerca de su jaula. Su rugido era música tristísima para mi. Le imploraba a su memoria de fiera el recuerdo.
El día en que me fui a despedir de él para siempre me olió, detuvo su andar en círculos. Una sombra humana le cruzó la mirada. Intenté tocarlo. El griterío prudente me clavó en el piso.
Pensé un adiós, suavemente me marché. Más tarde supe de su muerte. Su carne fantástica se juntó en el polvo a otras carnes.
He crecido. Guardo de mi infancia sus huesos en mi alma, los libros en mi sangre.
Pero cuando llegue el fin y me miren los ojos que aún no he visto, pienso que será el tigre incierto de la locura el que me lleve tanteando a la nada, aquel tigre de titubeo y delirio del suicidio que en su boca me ahogará clamando.
O tal vez mi viejo tigre, rayado por la piedad, quiera devorarme como a un niño.
 
Miguel Angel Bustos


 

1 de junio de 2023

Canción para el niño travieso, Miguel Angel Bustos

Canción para el niño travieso
 
Pelota.
Luna
que partes con el pie.
No la sigues?
 
Perrito.
Brinca
triciclo de lana blanca.
No te montas
 
Deditos.
Tibios
cohetes al cielo.
No te vas?
 
Mamá.
Cuevita
cálida con música.
No regresas?
 
Miguel Angel Bustos
 

31 de mayo de 2023

Arreglo con frutas e instrumentos de viento, Miguel Ángel Bustos

ARREGLO CON FRUTAS E INSTRUMENTOS DE VIENTO
 
Naranjos
hasta cuándo serán naranjos las calles del Tigre
y no el corazón de mi amor.
Pulpa de tu tremenda boca la toqué y se me fue por la noche entre
los naranjos volvió para pegarme como la rama más débil
o la ola más fría iniciando la tormenta
Y yo que creí que nos pondríamos juntos en nuestra vida de mil
años.
Trompa apaga la luz que desciendo solo a la ciudad de los
hombres. Apaga lamento de hierro y bronce entre los
naranjos.
Ahí voy lava tu cuerpo y vamos. Ah santa piel joven el mundo
será nuestro.
Silencio con la sorda alegría. Ahora duerme al fin. Clarín
entre los naranjos.
 
Miguel Ángel Bustos

 

                         


 

30 de mayo de 2023

Sueño quebrado, Miguel Angel Bustos


Miguel Ángel Bustos Von Joecker nació en Buenos Aires en 1932. Fue declarado desaparecido por la dictadura militar el 30 de mayo de 1976.
Cursó estudios de Derecho y Filosofía y Letras. Viajó por el norte de su país, Brasil, Bolivia y Perú en una búsqueda de la identidad continental que se refleja mágicamente en poemas y dibujos suyos vinculados al surrealismo y la literatura fantástica. Estaba casado con Iris Enriqueta Alba de Bustos.
Entre 1966 y 1967 el dibujo comenzó a ocupar un espacio tan absoluto como el de su poesía; cuatro de sus libros están ilustrados por él. En 1968 obtuvo el Segundo Premio Nacional de Poesía por Visión de los hijos del mal. Cuatro años después nació su único hijo, Emiliano. Era militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT). Colaboró como crítico literario en las revistas Panorama y Siete Días, y en los diarios La Opinión y El Cronista Comercial. También fue un asiduo colaborador del equipo periodístico que editaba el quincenario político Nuevo Hombre, que, luego de Silvio Frondizi, dirigía Rodolfo Mattarollo.
Fue secuestrado en su domicilio, ubicado en la calle Hortiguera N° 1521 piso 6° departamento "B", de Buenos aires. El 30 de mayo de 1976 a las 22:30 un grupo de personas que se identificaron con unas Tarjetas Amarillas como pertenecientes a la Policía Federal golpearon la puerta del domicilio de Miguel Ángel y su esposa. Luego ingresaron al inmueble entre cuatro y seis personas vestidas de civil, encerraron a Iris en la cocina junto con su hijo Emiliano Bustos, mientras destruían el lugar y tras media hora se fueron llevándose a Miguel Ángel Bustos. No hay testimonio de su paso por un Centro clandestino de detención. Su caso fue tratado en la Causa Primer Cuerpo de Ejército.
En mayo de 2014, el Equipo Argentino de Antropología Forense confirmó que los restos del periodista y escritor secuestrado durante la última dictadura cívico militar estaban en un sector con once fosas individuales NN del cementerio de Avellaneda, halladas hace 15 años. Los análisis determinaron que Bustos fue fusilado de, al menos, dos disparos en la cabeza en junio de 1976, un mes después de haber sido desaparecido.

Sueño quebrado
 
Sueño quebrado
levántate y anda.
Marcha de mi frente
abre mi tierra.
Levanta
ruda muralla de niños
al dólar de fuego y zarpa de balas.
Vuelve
joven enamorado del agua
al mordido corazón rebelde,
abraza y besa prieto hasta la llama
pedernal de lágrimas,
mi corazón
clavado a pico de sangre
en las vigilias desnudas de mi cuerpo.

Miguel Angel Bustos


 

29 de mayo de 2023

Rivera, Néstor Perlongher


 

RIVERA
 
“Pardejón significa el macho toruno que suele encontrarse en las crías de mulas, tan malo y perverso que muerde y corta el lazo, se viene sobre éste y atropella a mordiscos y patadas; que jamás se domestica, y cuyo cuero no sirve, porque los padrillos de las crías lo muerden a menudo; que no tiene grasa y cuya carne tampoco sirve, porque es tan pestífera que ni los indios la comen...; y los paisanos llaman pardejón aun hombre perverso”
 
SALDÍAS, Historia de la Confederación Argentina
 
En las carpetas donde el té se vuelca, en esos bacarats
vencías pardejón? O dabas coces en los establos de la República,
– reducida a unas pocas calles céntricas – qué más?
coces a los manteles? aquellos que las chicas uruguayas se empecinaban en bordar?
O era la tarde del gobierno con lentos trotes por la plaza
con el cerro copado por los bárbaros pasos de aya en la oscuridad
Héroe del Yaguarón una historia que cante a los vencidos
ellos se arrastran por las ligustrinas ocupadas acaso hay un linde para esta feroz profanación?
Por qué Oribe no tomó Montevideo antes de que este amor fuera imposible?
Mi muy querida esposa Bernardina:
he perdido parte de la montura al atravesar el Yaguarón crecido,
te ruego envíes el chiripá amarillo y unas rastras;
aquí no tenemos ni para cachila, así que si tienes unos patacones
me los mandas
En qué cogollos encopetados andarás? mi ama, mi vecina
Te entregarías a él, mi Bernardina? O a los muchachos de la Comisión Argentina, que miran con azoro cuando te beso?
Sé que se urden a costa de mí infames patrañas dales crédito, algunas de ellas son exactas
Hemos tenido con los unitarios relaciones muy íntimas
Y si no los conociera tan de cerca, qué me uniría a ellos a mí, un gaucho bruto
si fuera manso y no me diera de corcovos en los rodeos
Estamos sitiados, Bernadotte Adónde iremos
después de esta película tan triste
 
Néstor Perlongher
De Alambres
(Buenos Aires, Último Reino, 1987)

28 de mayo de 2023

Mme. S., Néstor Perlongher


 

Mme. S.
 
Ataviada de pencas, de gladíolos: cómo fustigas, madre, esas escenas
de oseznos acaramelados, esas mieles amargas como blandes
el plumero de espuma: y las arañas: cómo espantas con tu ácido bretel el fijo bruto: fija, remacha y muele: muletillas de madre parapléxica: pelvis acochambrado, bombachones de esmirna: es esa madre la que en el espejo se insinúa ofreciendo las galas de una noche de esmirna y bacarat: fija y demarca: muda la madre que se ofrece mudándose en amante al plumereo, despiole y despilfarro: ese desplume de la madre que corre las gasas de los vasos de whisky en la mesa ratona: madre y corre: cercena y garabato: y gorgotea: pende del cuello de la madre una ajorca de sangre, sangre púbica, de plomos y pillastres: sangre pesada por esas facturas y esas cremas que
comimos de más en la mesita de luz en la penumbra de nuestras
muelles bodas: ese borlazgo: si tomabas mis bolas como frutas de un
elixir enhiesto y denodado: pendorchos de un glacé que te endulzaba:
pero era demasiado matarte, dulcemente: haciéndome comer de esos
pelillos tiesos que tiernos se agazapan en el enroque altivo de mis
muslos, y que se encaracolan cuando lames con tu boca de madre las
cavernas del orto, del ocaso: las cuevas; y yo, te penetraba?
pude acaso pararme como un macho ebrio de goznes, de tequilas mustio,
informe, almibararme, penetrar tus blonduras de madre que se ofrece,
como un altar, al hijo - menor y amanerado? adoptar tus alambres de
abanico, tus joyas que al descuido dejabas tintinear sobre la mesa. entre los vasos de ginebra, indecorosamente pringados de ese rouge arcaico de tus labias cual lobezno lascivo, pude, alzarme tras tus enaguas, y lamer tus senos, como tú me lamías los pezones y dejabas babeante en las tetillas - que parecían titilar - el ronroneo de tu saliva rumorosa? el bretel de tus dientes? pude madre? como un galán en ruinas que sorprende a su novia entre las toscas braguetas de los estibadores, en los muelles, cuando laxa desova, en los botones, la perfidia a él guardada? ese lugar secreto y púbico? cómo entonces tomé esa agarradera, esos tapires incrustados con mangos de magnolia, aterciopeladamente sospechosos y sosteniendo con mi mismo miembro la espuma escancorosa de tu sexo, descargar en tu testa? Sonreías borlada entre las gotas de semen de los estibadores que en el muelle te tomaban de atrás y muellemente: te agarre: qué creías?

 
Néstor Perlongher

27 de mayo de 2023

El mal de sí, Néstor Perlongher


 

El mal de sí
 
Detente, muerte:
                        tu infernal chorreado
escampar hace las estanterías
la purulenta salvia los baldíos
de cremoso torpor tiñe y derrite,
ausentando los cuerpos en los campos:
los cuerpos carcomidos en los campos barridos por la lepra.
Ya no se puede desechar.
 
Ve muerte, a ti.
Encónchate sin disparar el estallido de la cápsula.
Escondida que no haya mares descubiertos.
Pues una vez presente todo lo vuelves ausencia.
Ausencia gris, ausencia chata, ausencia dolorosa del que falta.
 
No es lo que falta, es lo que sobra, lo que no duele.
Aquello que excede la austeridad taimada de las cosas
o que desborda desdoblando la mezquindad del alma prisionera.
Mientras estamos dentro de nosotros duele el alma,
duele ese estarse sin palabras suspendidas en la higuera
como un noctámbulo extraviado.
 
Néstor Perlongher
 

26 de mayo de 2023

El mal de sí, Néstor Perlongher

El mal de sí
 
Detente, muerte:
                        tu infernal chorreado
escampar hace las estanterías
la purulenta salvia los baldíos
de cremoso torpor tiñe y derrite,
ausentando los cuerpos en los campos:
los cuerpos carcomidos en los campos barridos por la lepra.
Ya no se puede desechar.
 
Ve muerte, a ti.
Encónchate sin disparar el estallido de la cápsula.
Escondida que no haya mares descubiertos.
Pues una vez presente todo lo vuelves ausencia.
Ausencia gris, ausencia chata, ausencia dolorosa del que falta.
 
No es lo que falta, es lo que sobra, lo que no duele.
Aquello que excede la austeridad taimada de las cosas
o que desborda desdoblando la mezquindad del alma prisionera.
Mientras estamos dentro de nosotros duele el alma,
duele ese estarse sin palabras suspendidas en la higuera
como un noctámbulo extraviado.
 
Néstor Perlongher
 

25 de mayo de 2023

El cadáver, Néstor Perlongher


 
EL CADÁVER
 
 
 
¿Por qué no entré por el pasillo?
Qué tenía que hacer en esa noche
a las 20.25, hora en que ella entró,
por Casanova
donde rueda el rodete?
Por qué a él?
entre casillas de ojos viscosos,
de piel fina
y esas manchitas en la cara
que aparecieron cuando ella, eh
por un alfiler que dejó su peluquera,
empezó a pudrirse, eh por una hebilla de su pelo
en la memoria de su pueblo
                                                Y si ella
se empezara a desvanecer, digamos
a deshacerse
qué diré del pasillo, entonces?
Por qué no?
entre cervatillos de ojos pringosos,
y anhelantes
agazapados en las chapas, torvos
dulces en su melosidad de peronistas
si ese tubo?
Y qué de su cureña y dos millones
de personas detrás
con paso lento
cuando las 20.25 se paraban las radios
yo negándome a entrar
por el pasillo
reticente acaso?
como digna?
Por él,
por sus agitados ademanes
de miseria
entre su cuerpo y el cuerpo yacente
de Eva, hurtado luego,
depositado en Punta del Este
o en Italia o en el seno del río
Y la historia de los veinticinco cajones
 
Vamos, no juegues con ella, con su muerte
déjame pasar, anda, no ves que ya está muerta!
 
Y qué había en el fondo de esos pasillos
sino su olor a orquídeas descompuestas,
a mortajas,
arañazos del embalsamador en los tejidos
 
Y si no nos tomáramos tan a pecho su muerte, digo?
si no nos riéramos entre las colas
de los pasillos y las bolas
las olas donde nosotras
no quisimos entrar
en esa noche de veinte horas
en la inmortalidad
donde ella entraba
por ese pasillo con olor a flores viejas
y perfumes chillones
esa deseada sordidez
nosotras
siguiéndola detrás de la cureña?
entre la multitud
que emergía desde las bocas de los pasillos
dando voces de pánico
 
Y yo le pregunté si eso era una manifestación o un entierro
Un entierro, me dijo
entonces vendría solo
ya que yo no quería entrar por el pasillo
para ver a sus patas en la mesa de luz,
despabilando
Acaso pensé en la manicura que le aplicó el esmalte Revlon?
O en las miradas de las muchachas comunistas,
húmedas sí, pero ya hartas
de tanta pérdida de tiempo:
ellas hubieran entrado por el pasillo de inmediato
y no se hubieran quedado vagando por las adyacencias
temiendo la mirada de un dios ciego
Una actriz –así dicen–
que se fue de Los Toldos con un cantor de tangos
conoce en un temblor al General, y lo seduce
ella con sus maneras de princesa ordinaria
por un largo pasillo
muerta ya
                                                Y yo
por temor a un olvido
intrascendente, a un hurto
debo negarme a seguir su cureña por las plazas?
a empalagarme con la transparencia de su cuerpo?
a entrar, vamos por ese pasillo donde muere
en su féretro?
 
Si él no me hubiera dicho entonces que está solo,
que un amigo mayor le plancha las camisas
y que precisaría, vamos, una ayuda
allá, en Isidro
donde los terrenos son más baratos que la vida
 
lotes precarios, si, anegadizos
cerca de San Vicente (ella
no toleraba viajar a San Vicente
quiso escapar de la comitiva más de una vez
y Pocho la retuvo tomándola del brazo)
 
Ese deseo de no morir?
es cierto?
en lugar de quedarse ahí
en ese pasillo
entre sus fauces amarillas y halitosas
en su dolor de despertar
ahí, donde reposa,
robada luego,
oculta en un arcón marino,
en los galeones de la bahía de Tortuga
(hundidos)
 
Como en un juego, ya
es que no quiero entrar a esa sombría
convalecencia, umbría
–en los tobillos carbonizados
que guarda su hermana en una marmita de cristal–
para no perder la honra, ahí
en ese pasillo
la dudosa bondad
en ese entierro.
 
 Néstor Perlongher
 

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