Leónidas Lamborghini poeta argentino nacido en Buenos Aires el 10 de enero de 1927 y fallecido el 13 de noviembre de 2009 en la misma ciudad. Estudió en la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires FAUBA, trabajó como obrero textil y, desde mediados de los años 50, se dedicó al periodismo. En 1977 emigró a la Ciudad de México, ciudad en la que residió hasta 1990.
Yo no soy técnico yo no soy técnico
—¿Qué es esto?
Hasta que el fabricante disfrazado
de patrón vistiendo su más fino casimir
su más peinado hábito
me envuelve con su cola y aquí
me deposita:
—Este es tu nuevo puesto
San Andrés caminaba
con altos botas de goma
ese inviemo.
Bajo lluvias continuas, localidad
sintió sobre sus tierras
motores y patas de telares
Yo era control
y era el Alto Parlante voz de mando
infundiendo valor a mis peones
tratando de tomar por asalto los galpones
vacíos.
Caudillo entre mi gente
en medio de tan ruda batalla
soy derribado
al tiempo que mis hombres
conseguían entrar sobre grandes rodillos
entonces
sobreponiéndome
alcanzo a defender con victoria
toda esa época
la bandera del capital ajeno.
Una primavera me sorprende
y el mover de este pueblo.
El ruido se hizo carne y habitó entre nosotros:
Yo, el ubicuo gerente
devine popular:
coordino y distribuyo los trabajos
tomo y obligo.
Oh Ilusión Ilusión
nada de esto es lo mío.
Como estafado corrí a la comunicación
telefónica
en lo templado del sol nace el deseo
argumenté en favor de una más alta calidad
Casa Central yo necesito
una pantera de solapados hábitos.
El rugido de los 2 pichones semi-diesel
saludó su llegada
subida a ese montículo
entonces
me prendé de unos grandes repollos azules
marcados sobre sus blancas carnes.
He aquí mi amor
he aquí mi primera vista.
Capataza.
Astutos simularíamos trabajar en el fichero
las últimas horas
la oficina será nuestra mejor aliada
ella
inclinándonos así
el uno sobre el otro en secretos.
No quiero
estar ya más para las estadísticas
para el activo contador
y el complejo mecánico reventaron
rechiflados de sed verano tus días
y los obreros queriendo trabajar
emborrachándose
bajo la chapa ardiente
cuando la perra patronal
negra, colérica ladrante, amenazó:
—Castigos sin indemnización.
Tu pereza
y la mía únicas privilegiadas
no obstante tácito acuerdo pactan
así
destruir la fabricación occidental
desde entonces
tejiéndonos en horario descorrido
hasta el anochecer
Hasta que la sospecha se adueñó de vosotros
hasta que todas vuestras sospechas
confirmasteis
hasta que mi cansancio frente a vos y
la industria
en mitad
del capital problemas de las mermas
disparado a
tocar los senos de la pequeña Maruska.
Que además crecieron los celos
yo, sabiéndome tu cornudo inolvidable de una
vez
para siempre
no conforme
hasta escupirte el rostro
ante el congreso de partidarias zurcidoras
En la sombra
lejos del industrial ruido
me arrodillo junto al lecho de la pequeña
Maruska
toco sus senos a punto de nacer
sentir
sentir
de la antigua pureza ese relámpago
Y el que había desatado
la corrupción desorganizadora
creyó llegado ahora el colmo
quiso salvar mas ya era tarde e impotente
vio sin la antigua alegría
—saboteador arrepentido—
bajar, bajar el nivel
y el Costo
ir hacia lo Altísimo.
Leónidas Lamborghini