ESTA GUITARRA DURA
I
¡Cuánto de antiguo ardor, cuánto de arena
caliente por su cuerdas!
¡Y cuánto de heroísmo y de mutismo
en su caja guerrera!
II
Por conocer la sangre montaraz en su riesgo
de sacudir sus cuerdas en la oscura desgracia,
por abrir sus claveles de tostado silencio,
esta guitarra dura callará acongojada.
Por su memoria larga de noches anhelantes
en que un trébol lloraba por las sombras aciagas,
por el escueto nombre de un día de inclemencias,
esta guitarra dura llorará tibias lágrimas.
Por haber conmovido su temblor en un ruedo
de gente que podría calcinarse en las llamas
o sacudir sus manos como si imanes torvos,
esta guitarra dura cantará la esperanza.
Por cuando los jazmines recobren su blancura
y el rocío disuelva las cenizas amargas,
por cuanto de hermosura traiga la primavera
esta guitarra dura se colmará de gracia.
III
Cuando puedan bordarse sin llantos los pañuelos,
esta guitarra dura dará un nuevo remanso.
Cuando los montes bajen a besar los esteros,
esta guitarra dura se añadirá a sus pasos.
Cuando la luna asome de pronto a sus cordajes,
esta guitarra dura desatará sus cantos.
Cuando los surcos puedan recoger los luceros,
esta guitarra dura se adornará de arados.
¡Al celebrar un día de victoria más pura,
esta guitarra dura se vestirá de abrazos!.
Elvio Romero de Esta guitarra dura (1960)