Jose Luis Colombini leyendo poemas de Juan L. Ortíz. Río
rosado en la noche y Estas primeras tardes de primavera. Café Literario del
7/5/09, Villa Dolores, Traslasierra, Cordoba, Argentina
Miguel Ortiz y Susana miranda opinan y cuentan anécdotas.
RIO ROSADO AUN EN LA NOCHE Juan L Ortiz de El alba sube..
(1933 – 1936)
Juan L Ortiz de El alba sube.. (1933 – 1936)
Río rosado aún en la noche,
a ras con las orillas, pálido entre las sombras.
La luna quiere guiarte o encantarte
esforzándose por mostrarte
los países aún no marchitos del ocaso.
Tú aún los recoges,
con una cortesía un poco distraída,
río rosado en la noche,
pues tienes una secreta obstinación
de correr mucho esta noche.
Nada de sueño, no, a pesar de la invitación
de la luna,
y de los grillos de la orilla que te llaman,
y de las luces cercanas que te hacen señas,
y de alguna casa de la barranca,
que quiere alargar su reflejo en tu paz.
Alto río rosado, pleno.
Una infantil energía, un ilusionado impulso,
te hace sordo esta noche
a lo que antes te hacía soñar y quedarte hasta el alba.
El canto de un pájaro en la medianoche
te detenía ¿recuerdas? frente a un árbol.
Ah, nos engaña casi tu transparencia tardía,
rosada, y con estremecimientos ya azulados.
Río pleno, pálido en la noche.
Juan L. Ortíz
Estas primeras tardes de primavera,
tan celestes, tan puras,
—Domingo que es una soledad
de luz y árboles—
cómo me entristecen!
Perdonadme, camaradas, esta tristeza.
Estoy penetrado de sutiles, de viejos venenos.
Me entristecen quizás
porque bajo el vuelo posado de esta dicha aérea,
me encuentro frente al fantasma de mi soledad de antes.
O es que una dicha así impalpable
es siempre triste?
Excusadme, compañeros,
este suspiro.
Los Domingos de estos pueblos
tienen la sonrisa de una muerte encantadora.
Pájaros que apenas cantan.
Y árboles, árboles, sólo, con el cielo.
Pienso que si todos fueran dichosos,
cómo respondería esta dicha a la paz
fluida del cielo.
Guirnaldas humanas ondularían armoniosamente
cantando las canciones sencillas y bellas
de los poetas amados de todos.
Las músicas que soñaba Debussy para los parques,
harían un tejido frágil y grave, suspendido.
Es esta tristeza, entonces, la tristeza de la posesión?
Si en todos estuviera esta dicha
como una gracia transparente
que diera ritmo a los cuerpos,
melodía a la voz,
amor vivo, vivo, a las almas,
sensibilidad a todos bajo los dedos de la música,
yo no estuviera triste.
La belleza de la tarde
no sería recogida sólo por los árboles,
por los pájaros, por el río que la lleva, hacia dónde?
por un refinado nostálgico y ultrasensible,
sino que tendría también una más amplia, inmediata, y por
[qué no?
más completa
expresión humana.
La tarde para todos, compañeros.
Juan L Ortiz de El alba sube.. (1933 – 1936)
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