El canto, el
tiempo
Y la voz daba un
vuelco,
se doblaba en sus
últimos sentidos
como una rama que
buscaba el aire
sobre la brecha
del ladrillo
dejando su pasado
en la tiniebla
para beber el día,
su límite instantáneo.
Dónde estar desde
entonces,
cómo ser otra vez
el eje y mantenerse
en el centro de lo
que va a decirse
sin ver borrado el
rastro, la corriente,
sin desprender
raíces de la lengua
ni desoír la letra
tenaz de la memoria?
Y la voz en
desorden
se quebraba, se
erguía hasta apagarse.
Y dijo que en el
muro volvía a resistir
horadando su
lejanía sin consuelo,
arrastrando el
olvido como heridas o pasos
en un tiempo
extinguido.
Y decía que atrás
no estaba el aire
ni el cielo ni la
noche que dejara vivir
ni un alma que nos
diera su brazo
ni espacio que
alcanzara para arder todavía
sobre el canto y
el tiempo.
Alberto Luis Ponzo
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