Antonio Porchia nació en la ciudad de Conflenti, ubicada
en la región italiana de Calabria, el 13 de noviembre de 1885, siendo el
primero de los siete hijos del matrimonio conformado por Francisco Porchia y
Rosa Vescio.
Emigra a Argentina junto a su madre y hermanos, ya que su
padre había fallecido en 1900. Allí, asumiendo la responsabilidad de mantener a
su familia comienza a desempeñar diversas tareas: de carpintero, tejedor de
cestas y changas en el puerto, entre otras.
Había llegado el 30 de octubre de 1906 a bordo del vapor
Bulgaria a Buenos Aires desde Génova, donde se asentó junto a su familia en el
barrio de Barracas.
Antonio utilizaba su tiempo libre para escribir poesía.
En 1938 aparecen sus primeras publicaciones en el periódico La Fragua, las
cuales se caracterizaron por reflejar un lenguaje coloquial a través del cual
se escabullían conversaciones cotidianas.
Es conocido fundamentalmente por crear las voces, versos
escritos desde el habla de todos los días que reflejan a un poeta apasionado y
no contaminado con los usos propios de la poesía de su tiempo. Un estilo limpio
y fresco que no sólo ha cautivado a lectores argentinos sino que también ha
llegado a otros continentes; el propio André Breton dijo que se trataba del
pensamiento más dúctil de la literatura hispana.
Porchia nunca se vio a sí mismo como un escritor
profesional, pese a haber cultivado este arte desde muy joven. Sin embargo ha
conseguido, sin buscarlo, un lugar en la literatura hispanoamericana y mundial.
Quien ha visto vaciarse todo, casi sabe de qué se llena todo.
Antonio Porchia
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