JURAN los malpensados
que ella flamea
alas y no brazos
nada ortodoxas alas
es verdad
pero de tal levísima sustancia
que al recorrer a estrechar
con dulzura a mi amiga y
rogarle: "Ven, breve mensajera
de la delicadeza"
tintinea ella sus manitas
-¿sus alas acaso?-y
se eleva
hasta disolverse más luego en
la niebla.
Jamás diré cuánto la extraño.
Desorientado
en la alta noche
ya no sé
qué es
peor:
si oir que no me ama
o saber que ahora
pertenece
al aire.
Jorge Ariel Madrazo
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