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14 de junio de 2017

Canto I, Vicente Huidobro

 CANTO I, Vicente Huidobro De Altazor o el viaje en paracaídas, Madrid, Compañía Iberoamericana de Publicaciones, 1931
 Altazor ¿por qué perdiste tu primera serenidad?
¿Qué ángel malo se paró en la puerta de tu sonrisa
Con la espada en la mano?
¿Quién sembró la angustia en las llanuras de tus ojos como el adorno de
un dios?
¿Por qué un día de repente sentiste el terror de ser?
Y esa voz que te gritó vives y no te ves vivir
¿Quién hizo converger tus pensamientos al cruce de todos los vientos
del dolor?
Se rompió el diamante de tus sueños en un mar de estupor
Estás perdido Altazor
Solo en medio del universo
Solo como una nota que florece en las alturas del vacío
No hay bien no hay mal ni verdad ni orden ni belleza
¿En dónde estás Altazor?
La nebulosa de la angustia pasa como un río
Y me arrastra según la ley de las atracciones
La nebulosa en olores solidificada huye su propia soledad
Siento un telescopio que me apunta como un revólver
La cola de un cometa me azota el rostro y pasa relleno de eternidad
Buscando infatigable un lago quieto en donde refrescar su tarea ineludible
Altazor morirás Se secará tu voz y será invisible
La tierra seguirá girando sobre su órbita precisa
Temerosa de un traspiés como el equilibrista sobre el alambre que ata las miradas del pavor
En vano buscas ojo enloquecido
No hay puerta de salida y el viento desplaza los planetas
Piensas que no importa caer eternamente si se logra escapar
¿No ves que vas cayendo ya?
Limpia tu cabeza de prejuicio y moral
Y si queriendo alzarte nada has alcanzado
Déjate caer sin parar tu caída sin miedo al fondo de la sombra
Sin miedo al enigma de ti mismo
Acaso encuentres una luz sin noche
Perdida en las grietas de los precipicios
Cae
Cae eternamente
Cae al fondo del infinito
Cae al fondo del tiempo
Cae al fondo de ti mismo
Cae lo más bajo que se pueda caer
Cae sin vértigo
A través de todos los espacios y todas las edades
A través de todas las almas de todos los anhelos y todos los naufragios
Cae y quema al pasar los astros y los mares
Quema los ojos que te miran y los corazones que te aguardan
Quema el viento con tu voz
El viento que se enreda en tu voz
Y la noche que tiene frío en su gruta de huesos
Cae en infancia
Cae en vejez
Cae en lágrima
Cae en risas
Cae en música sobre el universo
Cae de tu cabeza a tus pies
Cae de tus pies a tu cabeza
Cae del mar a la fuente
Cae al último abismo del silencio
Como el barco que se hunde apagando sus luces
Todo se acabó
El mar antropófago golpea la puerta de las rocas despiadadas
Los perros ladran a las horas que se mueren
Y el cielo escucha el paso de las estrellas que se alejan
Estás solo
Y vas a la muerte derecho como un iceberg que se desprende del polo
Cae la noche buscando su corazón en el océano
La mirada se agranda como los torrentes
Y en tanto que las olas se dan vuelta
La luna niño de luz se escapa de alta mar
Mira este cielo lleno
Más rico que los arroyos de las minas
Cielo lleno de estrellas que esperan el bautismo
Todas esas estrellas salpicaduras de un astro de piedra lanzado en las
aguas eternas
No saben lo que quieren ni si hay redes ocultas más allá
Ni qué mano lleva las riendas
Ni qué pecho sopla el viento sobre ellas
Ni saben si no hay mano y no hay pecho
Las montañas de pesca
Tienen la altura de mis deseos
Y yo arrojo fuera de la noche mis últimas angustias
Que los pájaros cantando dispersan por el mundo
Reparad el motor del alba
En tanto me siento al borde de mis ojos
Para asistir a la entrada de las imágenes
Soy yo Altazor
Altazor
Encerrado en la jaula de su destino
En vano me aferro a los barrotes de la evasión posible
Una flor cierra el camino
Y se levantan como la estatua de las llamas
La evasión imposible
Más débil marcho con mis ansias
Que un ejército sin luz en medio de emboscadas
Abrí los ojos en el siglo
En que moría el cristianismo
Retorcido en su cruz agonizante
Ya va a dar el último suspiro
¿Y mañana qué pondremos en el sitio vacío?
Pondremos un alba o un crepúsculo
¿Y hay que poner algo acaso?
La corona de espinas
Chorreando sus últimas estrellas se marchita
Morirá el cristianismo que no ha resuelto ningún problema
Que sólo ha enseñado plegarias muertas
Muere después de dos mil años de existencia
Un cañoneo enorme pone punto final a la era cristiana
El Cristo quiere morir acompañado de millones de almas
Hundirse con sus templos
Y atravesar la muerte con un cortejo inmenso
Mil aeroplanos saludan la nueva era
Ellos son los oráculos y las banderas
Hace seis meses solamente
Dejé la ecuatorial recién cortada
En la tumba guerrera del esclavo paciente
Corona de piedad sobre la estupidez humana
Soy yo que estoy hablando en este año de 1919
Es el invierno
Ya la Europa enterró todos sus muertos
Y un millar de lágrimas hacen una sola cruz de nieve
Mirad esas estepas que sacuden las manos
Millones de obreros han comprendido al fin
Y levantan al cielo sus banderas de aurora
Venid venid os esperamos porque sos la esperanza
La única esperanza
La última esperanza
Soy yo Altazor el doble de mí mismo
El que se mira obrar y se ríe del otro frente a frente
El que cayó de las alturas de su estrella
Y viajó veinticinco años
Colgado al paracaídas de sus propios prejuicios
Soy yo Altazor el del ansia infinita
Del hambre eterno y descorazonado
Carne labrada por arados de angustia
¿Cómo podré dormir mientras haya adentro tierras desconocidas?
Problemas
Misterios que se cuelgan a mi pecho
Estoy solo
La distancia que va de cuerpo a cuerpo
Es tan grande como la que hay de alma a alma
Solo
Solo
Solo 

Estoy solo parado en la punta del año que agoniza
El universo se rompe en olas a mis pies
Los planetas giran en torno a mi cabeza
Y me despeinan al pasar con el viento que desplazan
Sin dar un respuesta que llene los abismos
Ni sentir este anhelo fabuloso que busca en la fauna del cielo
Un ser materno donde se duerma el corazón
Un lecho a la sombra del torbellino de enigmas
Una mano que acaricie los latidos de la fiebre
Dios diluido en la nada y el todo
Dios todo y nada
Dios en las palabras y en los gestos
Dios mental
Dios aliento
Dios joven Dios viejo
Dios pútrido
  lejano y cerca
Dios amasado a mi congoja
Sigamos cultivando en el cerebro las tierras del error
Sigamos cultivando las tierras veraces en el pecho
Sigamos
Siempre igual como ayer mañana y luego y después
No
No puede ser Cambiemos nuestra suerte
Quememos nuestra carne en los ojos del alba
Bebamos la tímida lucidez de la muerte
La lucidez polar de la muerte
Canta el caos al caos que tiene pecho de hombre
Llora de eco en eco por todo el universo
Rodando con sus mitos entre alucinaciones
Angustia de vacío en alta fiebre
Amarga conciencia del vano sacrificio
De la experiencia inútil del fracaso celeste
Del ensayo perdido
Y aún después que el hombre haya desaparecido
Que hasta su recuerdo se queme en la hoguera del tiempo
Quedará un gusto a dolor en la atmósfera terrestre
Tantos siglos respirada por miserables pechos plañideros
Quedará en el espacio la sombra siniestra
De una lágrima inmensa
Y una voz perdida aullando desolada
Nada nada nada
No
No puede ser
Consumamos el placer
Agotemos la vida en la vida
Muera la muerte infiltrada de rapsodias langorosas
Infiltrada de pianos tenues y banderas cambiantes como crisálidas
Las rocas de la muerte se quejan al borde del mundo
El viento arrastra sus florescencias amargas
Y el desconsuelo de las primaveras que no pueden nacer
Todas son trampas
  trampas del espíritu
Transfusiones eléctricas de sueño y realidad
Oscuras lucideces de esta larga desesperación petrificada en soledad
Vivir vivir en tinieblas
Entre cadenas de anhelos tiránicos collares de gemidos
Y un eterno viajar en los adentros de sí mismo
Con dolor de límites constantes y vergüenza de ángel estropeado
Burla de un dios nocturno
Rodar rodar rotas las antenas en medio del espacio
Entre mares alados y auroras estancadas
Yo estoy aquí de pie ante vosotros
En nombre de una idiota ley proclamadora
De la conservación de las especies
Inmunda ley
Villana ley arraigada a los sexos ingenuos
Por esa ley primera trampa de la inconciencia
El hombre se desgarra
Y se rompe en aullidos mortales por todos los poros de su tierra
Yo estoy aquí de pie entre vosotros
Se me caen las ansias al vacío
Se me caen los gritos a la nada
Se me caen al caos las blasfemias
Perro del infinito trotando entre astros muertos
Perro lamiendo estrellas y recuerdos de estrella
Perro lamiendo tumbas
Quiero la eternidad como una paloma en mis manos
Todo ha de alejarse en la muerte esconderse en la muerte
Yo tú él nosotros vosotros ellos
Ayer hoy mañana
Pasto en las fauces del insaciable olvido
Pasto para la rumia eterna del caos incansable
Justicia ¿qué has hecho de mí Vicente Huidobro?
Se me cae el dolor de la lengua y las alas marchitas
Se me caen los dedos muertos uno a uno
¿Qué has hecho de mi voz cargada de pájaros en el atardecer
La voz que me dolía como sangre?
Dadme el infinito como una flor para mis manos
Seguir
No. Basta ya
Seguir cargado de mundos de países de ciudades
Muchedumbres aullidos
Cubierto de climas hemisferios ideas recuerdos
Entre telarañas de sepulcros y planetas conscientes
Seguir del dolor al dolor del enigma al enigma
Del dolor de la piedra al dolor de la planta
Porque todo es dolor
Dolor de batalla y miedo de no ser
Lazos de dolor atan la tierra al cielo las aguas a la tierra
Y los mundos galopan en órbitas de angustia
Pensando en la sorpresa
La latente emboscada en todos los rincones del espacio
Me duelen los pies como ríos de piedra
¿Qué has hecho de mis pies?
¿Qué has hecho de esta bestia universal
De este animal errante?
Esta rata en delirio que trepa las montañas
Sobre un himno boreal o alarido de tierra
Sucio de tierra y llanto
de tierra y sangre
Azotado de espinas y los ojos en cruz
La conciencia es amargura
La inteligencia es decepción
Solo en las afueras de la vida
Se puede plantar una pequeña ilusión
Ojos ávidos de lágrimas hirviendo
Labios ávidos de mayores lamentos
Manos enloquecidas de palpar tinieblas
Buscando más tinieblas
Y esta amargura que se pasea por los huesos
Y este entierro en mi memoria
Este entierro que se alarga en mi memoria
Este largo entierro que atraviesa todos los días mi memoria
Seguir
No
Que se rompa el andamio de los huesos
Que se derrumben las vigas del cerebro
Y arrastre el huracán los trozos a la nada al otro lado
En donde el viento azota a Dios
En donde aún resuene mi violín gutural
Acompañando el piano póstumo del Juicio Final
Eres tú tú el ángel caído
La caída eterna sobre la muerte
La caída sin fin de muerte en muerte
Embruja el universo con tu voz
Aférrate a tu voz embrujador del mundo
Cantando como un ciego perdido en la eternidad
Anda en mi cerebro una gramática dolorosa y brutal
La matanza continua de conceptos internos
Y una última aventura de esperanzas celestes
Un desorden de estrellas imprudentes
Caídas de los sortilegios sin refugio
Todo lo que se esconde y nos incita con imanes fatales
Lo que se esconde en las frías regiones de lo invisible
O en la ardiente tempestad de nuestro cráneo
La eternidad se vuelve sendero de flor
Para el regreso de espectros y problemas
Para el mirage sediento de las nuevas hipótesis
Que rompen el espejo de la magia posible
Liberación, ¡Oh! si liberación de todo
De la propia memoria que nos posee
De las profundas vísceras que saben lo que saben
A causa de estas heridas que nos atan al fondo
Y nos quiebran los gritos de las alas
La magia y el ensueño liman los barrotes
La poesía llora en la punta del alma
Y acrece la inquietud mirando nuevos muros
Alzados de misterio en misterio
Entre minas de mixtificación que abren sus heridas
Con el ceremonial inagotable del alba conocida
Todo en vano
Dadme la llave de los sueños cerrados
Dadme la llave del naufragio
Dadme una certeza de raíces en horizonte quieto
Un descubrimiento que no huya a cada paso
O dadme un bello naufragio verde
Un milagro que ilumine el fondo de nuestros mares íntimos
Como el barco que se hunde sin apagar sus luces
Liberado de este trágico silencio entonces
En mi propia tempestad
Desafiaré al vacío
Sacudiré la nada con blasfemias y gritos
Hasta que caiga un rayo de castigo ansiado
Trayendo a mis tinieblas el clima del paraíso
¿Por qué soy prisionero de esta trágica busca?
¿Qué es lo que me llama y se esconde
Me sigue me grita por mi nombre
Y cuando vuelvo el rostro y alargo las manos de los ojos
Me echa encima una niebla tenaz como la noche de los astros ya muertos?
Sufro me revuelco en la angustia
Sufro desde que era nebulosa
Y traigo desde entonces este dolor primordial en las células
Este peso en las alas
Esta piedra en el canto
Dolor de ser isla
Angustia subterránea
Angustia cósmica
Poliforme angustia anterior a mi vida
Y que la sigue como una marcha militar
Y que irá más allá
Hasta el otro lado de la periferia universal
Consciente
Inconsciente
Deforme
Sonora
Sonora como el fuego
El fuego que me quema el carbón interno y el alcohol de los ojos
Soy una orquesta trágica
Un concepto trágico
Soy trágico como los versos que punzan en las sienes y no pueden salir
Arquitectura fúnebre
Matemática fatal y sin esperanza alguna
Capas superpuestas de dolor misterioso
Capas superpuestas de ansias mortales
Subsuelos de intuiciones fabulosas
Siglos siglos que vienen gimiendo en mis venas
Siglos que se balancean en mi canto
Que agonizan en mi voz
Porque mi voz es solo canto y sólo puede salir en canto
La cuna de mi lengua se metió en el vacío
Anterior a los tiempos
Y guardará eternamente el ritmo primero
El ritmo que hace nacer los mundos
Soy la voz del hombre que resuena en los cielos
Que reniega y maldice
Y pide cuentas de por qué y para qué
Soy todo el hombre
El hombre herido por quién sabe quién
Por una flecha perdida del caos
Humano terreno desmesurado
Sí desmesurado y lo proclamo sin miedo
Desmesurado porque no soy burgués ni raza fatigada
Soy bárbaro tal vez
Desmesurado enfermo
Bárbaro limpio de rutinas y caminos marcados
No acepto vuestras sillas de seguridades cómodas
Soy el ángel salvaje que cayó una mañana
En vuestras plantaciones de preceptor
Poeta
Antipoeta
Culto
Anticulto
Animal metafísico cargado de congojas
Animal espontáneo directo sangrando sus problemas
Solitario como una paradoja
Paradoja fatal
Flor de contradicciones bailando un fox-trot
Sobre el sepulcro de Dios
Sobre el bien y el mal
Soy un pecho que grita y un cerebro que sangra
Soy un temblor de tierra
Los sismógrafos señalan mi paso por el mundo
Crujen las ruedas de la tierra
Y voy andando a caballo en mi muerte
Voy pegado a mi muerte como un pájaro al cielo
Como una fecha en el árbol que crece
Como el nombre en la carta que envío
Voy pegado a mi muerte
Voy por la vida pegado a mi muerte
Apoyado en el bastón de mi esqueleto
El sol nace en mi ojo derecho y se pone en mi ojo izquierdo
En mi infancia una infancia ardiente como un alcohol
Me sentaba en los caminos de la noche
A escuchar la elocuencia de las estrellas
Y la oratoria del árbol
Ahora la indiferencia nieva en la tarde de mi alma
Rómpanse en espigas las estrellas
Pártase la luna en mil espejos
Vuelva el árbol al nido de su almendra
Só1o quiero saber por qué
Por qué
Por qué
Soy protesta y araño el infinito con mis garras
Y grito y gimo con miserables gritos oceánicos
El eco de mi voz hacer tronar el caos
Soy desmesurado cósmico
Las piedras las plantas las montañas
Me saludan Las abejas las ratas
Los leones y las águilas
Los astros los crepúsculos las albas
Los ríos y las selvas me preguntan
¿Qué tal cómo está usted?
Y mientras los astros y las olas tengan algo que decir
Será por mi boca que hablarán a los hombres
Que Dios sea Dios
O Satán sea Dios
O ambos sean miedo nocturna ignorancia
Lo mismo da
Que sea la Vía Láctea
O una procesión que asciende en pos de la verdad
Hoy me es igual
Traedme una hora que vivir
Traedme un amor pescado por la oreja
Y echadlo aquí a morir ante mis ojos
Que yo caiga por el mundo a toda máquina
Que yo corra por el universo a toda estrella
Que me hunda o me eleve
Lanzado sin piedad entre planetas y catástrofes
Señor Dios si tú existes es a mí a quien lo debes
Matad la horrible duda
Y la espantosa lucidez
Hombre con los ojos abiertos en la noche
Hasta el fin de los siglos
Enigma asco de los instintos contagiosos
Como las campanas de la exaltación
Pajarero de luces muertas que andan con pies de espectro
Con los pies indulgentes del arroyo
Que se llevan las nubes y cambia de país
En el tapiz del cielo se juega nuestra suerte
Allí donde mueren las horas
El pesado cortejo de las horas que golpean el mundo
Se juega nuestra alma
Y la suerte que se vuela todas las mañanas
Sobre las nubes con los ojos llenos de lágrimas
Sangra la herida de las últimas creencias
Cuando el fusil desconsolado del humano refugio
Descuelga los pájaros del cielo
Mírate allí animal eterno desnudo de nombre
Junto al abrevadero de tus límites propios
Bajo el alba benigna
Que zurce el tejido de las mareas
Mira a lo lejos viene la cadena de hombres
Saliendo de la usina de ansias iguales
Mordidos por la misma eternidad
Por el mismo huracán de vagabundas fascinaciones
Cada uno trae su palabra informe
Y los pies atados a su estrella propia
Las máquinas avanzan en la noche del diamante fatal
Avanza el desierto con sus olas sin vida
Pasan las montañas pasan los camellos
Como la historia de las guerras antiguas
Allá va la cadena de hombres entre fuegos ilusos
Hacia el párpado tumbal
Después de mi muerte un día
El mundo será pequeño a las gentes
Plantarán continentes sobre los mares
Se harán islas en el cielo
Habrá un gran puente de metal en torno de la tierra
Como los anillos construidos en Saturno
Habrá ciudades grandes como un país
Gigantescas ciudades del porvenir
En donde el hombre-hormiga será una cifra Un número que se mueve
y sufre y baila
(Un poco de amor a veces como un arpa que hace olvidar la vida)
Jardines de tomates y repollos
Los parques públicos plantados de árboles frutales
No hay carne que comer el planeta es estrecho
Y las máquinas mataron el último animal
Árboles frutales en todos los caminos
Lo aprovechable sólo lo aprovechable
Ah la hermosa vida que preparan las fábricas
La horrible indiferencia de los astros sonrientes
Refugio de la música
Que huye de las manos de los últimos ciegos
Angustia angustia de lo absoluto y de la perfección
Angustia desolada que atraviesa las órbitas perdidas
Contradictorios ritmos quiebran el corazón
En mi cabeza cada cabello piensa otra cosa
Un hastío invade el hueco que va del alba al poniente
Un bostezo color mundo y carne
Color espíritu avergonzado de irrealizables cosas
Lucha entre la piel y el sentimiento de una dignidad bebida y no otorgada
Nostalgia de ser barro y piedra o Dios
Vértigo de la nada cayendo de sombra en sombra
Inutilidad de los esfuerzos fragilidad del sueño
Ángel expatriado de la cordura
¿Por qué hablas Quién te pide que hables?
Revienta pesimista mas revienta en silencio
Cómo se reirán los hombres de aquí a mil años
Hombre perro que aúllas a tu propia noche
Delincuente de tu alma
El hombre de mañana se burlará de ti
Y de tus gritos petrificados goteando estalactitas
¿Quién eres tú habitante de este diminuto cadáver estelar?
¿Qué son tus náuseas de infinito y tu ambición de eternidad?
Átomo desterrado de sí mismo con puertas y ventanas de luto
¿De dónde vienes a dónde vas?
¿Quién se preocupa de tu planeta?
Inquietud miserable
Despojo del desprecio que por ti sentiría
Un habitante de Betelgeuse
Veintinueve millones de veces más grande que tu sol
Hablo porque soy protesta insulto y mueca de dolor
Sólo creo en los climas de la pasión
Sólo deben hablar los que tienen el corazón clarividente
La lengua a alta frecuencia
Buzos de la verdad y la mentira
Cansados de pasear sus linternas en los laberintos de la nada
En la cueva de alternos sentimientos
El dolor es lo único eterno
Y nadie podrá reir ante el vacío
¿Qué me importa la burla del hombre-hormiga
Ni la del habitante de otros astros más grandes?
Y yo no sé de ellos ni ellos saben de mí
Yo sé de mi vergüenza de la vida de mi asco celular
De la mentira abyecta de todo cuanto edifican los hombres
Los pedestales de aire de sus leyes e ideales
Dadme dadme pronto un llano de silencio
Un llano despoblado como los ojos de los muertos
¿Robinsón por qué volviste de tu isla?
De la isla de tus obras y tus sueños privados
La isla de ti mismo rica de tus actos
Sin leyes ni abdicación ni compromisos
Sin control de ojo intruso
Ni mano extraña que rompa los encantos
¿Robinsón cómo es posible que volvieras de tu isla?
Malhaya el que mire con ojos de muerte
Malhaya el que vea el resorte que todo lo mueve
Una borrasca dentro de la risa
Una agonía de sol adentro de la risa
Matad al pesimista de pupila enlutada
Al que lleva un féretro en el cerebro
Todo es nuevo cuando se mira con ojos nuevos
Oigo una voz idiota entre algas de ilusión
Boca parasitaria aún de la esperanza
Idos lejos de aquí restos de playas moribundas
Mas si buscáis descubrimientos
Tierras irrealizables más allá de los cielos
Vegetante obsesión de musical congoja
Volvamos al silencio
Restos de playas fúnebres
¿A qué buscáis el faro poniente
Vestido de su propia cabellera
Como la reina de los circos?
Volvamos al silencio
Al silencio de las palabras que vienen del silencio
Al silencio de las hostias donde se mueren los profetas
Con la llaga del flanco
Cauterizada por algún relámpago
Las palabras con fiebre y vértigo interno
Las palabras del poeta dan un mareo celeste
Dan una enfermedad de nubes
Contagioso infinito de planetas errantes
Epidemia de rosas en la eternidad
Abrid la boca para recibir la hostia de la palabra herida
La hostia angustiada y ardiente que me nace no se sabe dónde
Que viene de más lejos que mi pecho
La catarata delicada de oro en libertad
Correr de río sin destino como aerolitos al azar
Una columna se alza en la punta de la voz
Y la noche se sienta en la columna
Yo poblaré para mil años los sueños de los hombres
Y os daré un poema lleno de corazón
En el cual me despedazaré por todos lados
Una lágrima caerá de unos ojos
Como algo enviado sobre la tierra
Cuando veas como una herida profetiza
Y reconozcas la carne desgraciada
El pájaro cegado en la catástrofe celeste
Encontrado en mi pecho solitario y sediento
En tanto yo me alejo tras los barcos magnéticos
Vagabundo como ellos
Y más triste que un cortejo de caballos sonámbulos
Hay palabras que tienen sombra de árbol
Otras que tienen atmósfera de astros
Hay vocablos que tienen fuego de rayos
Y que incendian donde caen
Otros que se congelan en la lengua y se rompen al salir
Como esos cristales helados y fatídicos
Hay palabras con imanes que atraen los tesoros del abismo
Otras que se descargan como vagones sobre el alma
Altazor desconfía de las palabras
Desconfía del ardid ceremonioso
Y de la poesía
Trampas
Trampas de luz y cascadas lujosas
Trampas de perla y de lámpara acuática
Anda como los ciegos con sus ojos de piedra
Presintiendo el abismo a todo paso
Mas no temas de mí que mi lenguaje es otro
No trato de hacer feliz ni desgraciado a nadie
Ni descolgar banderas de los pechos
Ni dar anillos de planetas
Ni hacer satélites de mármol en torno a un talismán ajeno
Quiero darte una música de espíritu
Música mía de esta cítara plantada en mi cuerpo
Música que hace pensar en el crecimiento de los árboles
Y estalla en luminarias dentro del sueño.
Yo hablo en nombre de un astro por nadie conocido
Hablo en una lengua mojada en mares no nacidos
Con una voz llena de eclipses y distancias
Solemne como un combate de estrellas o galeras lejanas
Una voz que se desfonda en la noche de las rocas
Una voz que da la vista a los ciegos atentos
Los ciegos escondidos al fondo de las casas
Como al fondo de sí mismos
Los veleros que parten a distribuir mi alma por el mundo
Volverán convertidos en pájaros
Una hermosa mañana alta de muchos metros
Alta como el árbol cuyo fruto es el sol
Una mañana frágil y rompible
A la hora en que las flores se lavan la cara
Y los últimos sueños huyen por las ventanas
Tanta exaltación para arrastrar los cielos a la lengua
El infinito se instala en el nido del pecho
Todo se vuelve presagio ángel entonces
El cerebro se torna sistro revelador
Y la hora huye despavorida por los ojos
Los pájaros grabados en el cenit no cantan
El día se suicida arrojándose al mar
Un barco vestido de luces se aleja tristemente
Y al fondo de las olas un pez escucha el paso dc los hombres
Silencio la tierra va a dar a luz un árbol
La muerte se ha dormido en el cuello de un cisne
Y cada pluma tiene un distinto temblor
Ahora que Dios se sienta sobre la tempestad
Que pedazos de cielos caen y se enredan en la selva
Y que el tifón despeina las barbas del pirata
Silencio la tierra va a dar a luz un árbol
Tengo cartas secretas en la caja del cráneo
Tengo un carbón doliente en el fondo del pecho
Y conduzco mi pecho a la boca
Y la boca a la puerta del sueño
El mundo se me entra por los ojos
Se me entra por las manos se me entra por los pies
Me entra por la boca y se me sale
En insectos celestes o nubes de palabras por los poros
Silencio la tierra va a dar a luz un árbol
Mis ojos en la gruta de la hipnosis
Mastican el universo que me atraviesa como un túnel
Un escalofrío de pájaro me sacude los hombros
Escalofrío de alas y olas interiores
Escalas de olas y alas en la sangre
Se rompen las amarras de las venas
Y se salta afuera de la carne
Se sale de las puertas de la tierra
Entre palomas espantadas
Habitante de tu destino
¿Por qué quieres salir de tu destino?
¿Por qué quieres romper los lazos de tu estrella
Y viajar solitario en los espacios
Y caer a través de tu cuerpo de tu cenit a tu nadir?
No quiero ligaduras de astro ni de viento
Ligaduras de luna buenas son para el mar y las mujeres
Dadme mis violines de vértigo insumiso
Mi libertad de música escapada
No hay peligro en la noche pequeña encrucijada
Ni enigma sobre el alma
La palabra electrizada de sangre y corazón
Es el gran paracaídas y el pararrayos de Dios
Habitante de tu destino
Pegado a tu camino como roca
Viene la hora del sortilegio resignado
Abre la mano de tu espíritu
El magnético dedo
En donde el anillo de la serenidad adolescente
Se posará cantando como el canario pródigo
Largos años ausente
Silencio
Se oye el pulso del mundo como nunca pálido
La tierra acaba de alumbrar un árbol

Vicente Huidobro
Altazor o el viaje en paracaídas, Madrid, Compañía Iberoamericana de Publicaciones, 1931
 

13 de junio de 2017

Arte poética, Vicente Huidobro

Arte poética

      Que el verso sea como una llave
Que abra mil puertas.
Una hoja cae; algo pasa volando;
Cuanto miren los ojos creado sea,
Y el alma del oyente quede temblando.

      Inventa mundos nuevos y cuida tu palabra;
El adjetivo, cuando no da vida, mata.

      Estamos en el ciclo de los nervios.
El músculo cuelga,
Como recuerdo, en los museos;
Mas no por eso tenemos menos fuerza:
El vigor verdadero
Reside en la cabeza.

      Por qué cantáis la rosa, ¡oh Poetas!
Hacedla florecer en el poema ;

Sólo para nosotros
Viven todas las cosas bajo el Sol.
      El Poeta es un pequeño Dios.

Vicente Huidobro

De El espejo de agua, 1916

12 de junio de 2017

A un mármol negro, Richard Aldington

A UN MARMOL GRIEGO

IIótvia, zótvia,
blanca diosa sepulcral,
apiádate de mi tristeza
oh, silencio de Paros.

No soy de estos a vuestros pies,
estos vestidos y decoro;
soy vuestro hermano,
vuestro amante de antaño que os implora,
y vos no me escucháis.

Os he susurrado en vuestras soledades
de nuestros amores en Frigia,
el lejano éxtasis de abrasadores mediodías
cuando las frágiles flautas
cesaban a la sombra del ciprés,
y los curtidos dedos del pastor
resbalaban por hombros esbeltos;
y sólo cantaban las cigarras.

Os he hablado de las colinas
y del murmullo de los juncos
y del sol sobre vuestros pechos,

y vos no me escucháis,
wtótvna, wótvta,
vos no me escucháis.


Richard Aldington   

11 de junio de 2017

Au vieux jardin, Richard Aldington

AU VIEUX JARDIN

Me he sentado aquí feliz en los jardines,
el estanque plácido y los juncos
y las nubes oscuras
que el viento del aire más alto
rasgó como las verdes y frondosas ramas
pero aunque me deleito enormemente
con ellos y los nenúfares,
lo que me aproxima más al llanto
es el color rosa y blanco de las baldosas lisas,
y las hierbas ligeramente amarillas
entre ellas.


RICHARD ALDINGTON

10 de junio de 2017

Argirea, Richard Aldington

 Argirea

Oh tú,
oh tú la más bella,
cimbreadora de juncos, susurradora
entre los cañaverales en flor,
has escondido tus manos
bajo las hojas de los álamos,
las has entregado a las aguas blancas.

Veloz cual golondrina,
hija del mar, fría por las olas,
ligero junco que cantaba en el viento tan alegremente
blanca nube que el sol blanco con su beso tornó aire;
Pan llora por ti.

Blancos miembros, canción blanca
Pan llora por ti.

Richard Aldington   

9 de junio de 2017

Belleza, me has herido demasiado, Richard Aldington

Belleza, me has herido demasiado

La luz es una herida para mí
Las notas suaves
se alimentan de la herida.

¿Dónde naciste tú,
oh infortunio,
que consumes mi vida?
¿De dónde vienes?

Viento dentado de los mares,
ningún hombre conoce tu origen.
Como un ave de poderosas garras
me hieres,
oh hermosa tristeza.


Richard Aldington   

8 de junio de 2017

Lesbia, Richard Aldington

LESBIA

No uses más palabras ahora;
deja que el silencio extienda cabello dorado sobre nosotros
pliegue sobre delicado pliegue;
tuviste el marfil de mi vida para tallar.
No uses más palabras.

Y Pico de Mirándola está muerto;
y todos los dioses con los que soñaban y fabulaban,
Hermes, Thoth y Cristo, ya están putrefactos,
putrefactos y lientos.

Y a través de todo veo tu pálido rostro griego
la ternura me vuelve ansioso como niño pequeño
por amarte,


bocado abandonado medio frío sobre el plato del César.

Richard Aldington   

7 de junio de 2017

Coricos, Richard Aldington

Coricos

Las canciones antiguas
pasan lúgubremente hacia la muerte.

Labios fríos que ya no cantan, y coronas marchitas,
ojos arrepentidos, y pechos y alas caídos-
símbolos de canciones antiguas
bajando lúgubremente
hacía las enormes olas blancas
observadas por nadie
salvo las delicadas aves marinas
y las muchachas ágiles y pálidas,
hijas de Océano.

Y las canciones pasan
del campo verde
que se extiende sobre las olas como una hoja
en las flores del jacinto;
y pasan desde las aguas,
los vientos diversos y la luna mortecina,
y vienen,
volando silenciosamente a través del suave atardecer cimerio,
hasta las silenciosas planicies
que ella guarda para todos nosotros,
que ella forjó para que todos durmiéramos
en los días argénteos del albor de la tierra-
Proserpina, hija de Zeus.

Y nos apartamos de los pechos ciprios,
y nos apartamos de ti,
Febo Apolo,
y nos apartamos de la música de antaño
y de las colinas que amábamos y de los campos,
y nos apartarnos del día abrasador,
y de los labios que eran dulces en demasía;
pues silenciosamente
rozando los campos con pies calzados de rojo,
con túnica púrpura
cauterizando las flores como una llama súbita,
Muerte,
has caído sobre nosotros.

Y de todas las canciones antiguas
que pasan hacia los salones azul-golondrina
junto a los arroyos oscuros de Perséfone,
sólo esto queda:
que nos volvemos hacia ti,
Muerte,
que nos volvemos hacia ti, cantando
una última canción.

Oh Muerte,
tú eres una brisa reparadora
que sopla sobre las flores blancas
trémulas por el rocío;
tú eres un viento que fluye
sobre oscuras leguas de mar solitario;
tú eres el crepúsculo y la fragancia;
tú eres los labios del amor que sonríen lúgubremente;
tú eres la pálida paz de alguien
saciarlo de viejos deseos;
tú eres el silencio de la belleza,
y ya no buscamos la mañana,
ya no anhelamos el sol más,
puesto que con tus manos blancas,
Muerte,
nos coronaste con las pálidas guirnaldas,
las amapolas delgadas y sin color
que sola en tu jardín
suavemente recogiste.

Y silenciosamente,
y con pies lentos acercándonos,
y con cabeza gacha y ojos sin luz,
nos arrodillamos ante ti:
y tú, inclinándote hacia nosotros,
depositas acariciante sobre nosotros
flores de tus manos delgadas y frías,
y, sonriendo como una mujer casta
que conoce el amor en su corazón,
sellas nuestros ojos
y la quietud ilimitable
cae suavemente sobre nosotros.

Richard Aldington   

                                                                      

6 de junio de 2017

Nuevo amor, Richard Aldington

 NUEVO AMOR

Tiene nuevas hojas
después las flores muertas
como el pequeño almendro
que el cierzo hirió.

Richard Aldington   
  
Richard Aldington
(Portsea, 1892 - Sury-en-Vaux, 1962) fue un poeta y novelista inglés. Debió abandonar sus estudios por problemas de dinero pero sin dejar de lado la literatura y lalectura, asistiendo a bibliotecas públicas para formarse. En 1912 entabló amistad con Ezra Pound y conoció a la poetisa estadounidense Hilda Doolittle, con quien se casó al año siguiente. Entre 1914 y 1917 marido y mujer contribuyeron a la publicación de Des Imagistes (antología de poesías del movimiento imaginista al cuidado de Pound) y de otras tres antologías, Some imagist Poets, al cuidado de Aldington y Amy Lowell.
Publicó su primer libro de versos, Images 1910-1915, en 1915. Su matrimonio con Hilda Doolittle, su amistad con Pound, su acentuada emotividad y su predilección por una poesía rica en imágenes y metáforas atestiguan, si no su pertenencia formal al grupo de los imaginistas, sí lo que llegó a influirle la atmósfera cultural "modernista" de aquellos años. En 1918 combatió en primera línea en Francia y en Flandes, y en la posguerra inmediata publicó las antologías War and Love (1918) y War Image (1919); ese mismo año trabajó como crítico de textos franceses para el Times Literary Supplement, y se dedicó a traducir entre otras obras Aurélie de G. De Nerval y Candide de Voltaire.
En 1928, angustiado por el clima de posguerra e insatisfecho de su vida en Inglaterra, decidió trasladarse a Francia. Esta huida de su patria será un modo de saborear un clima cultural más libre y abierto, olvidando las desilusiones de la sociedad inglesa que, a su juicio, sólo se interesaba por el provecho económico y el bienestar material. En 1929 apareció Muerte de un héroe (Death of a Hero), obra en la que, con The Colonel's Daughter (1931) y Soft Answers (1932), critica ásperamente la sociedad y el mundo literario británico, lo que le valió el apodo de "Top Grumpy" que le puso la esposa de L. Durrell.
Las novelas y poesías de ese período (A Fool i'the Forest, 1925, Eaten Heart, 1933, The Crystal World, 1937) están cargadas de cinismo y de un angustioso sentimiento de fracaso. A estas primeras novelas siguieron Todos los hombres son enemigos (All Men are Enemies, 1933) y Women Must Work (1934), que muestran su extrema sensibilidad y su gran capacidad descriptiva. En la primera aflora el concepto de "sense of mystery", según el cual todos los hombres, aunque vivan en épocas diferentes, pueden experimentar sensaciones afines en circunstancias análogas.
Tras una breve estancia en Estados Unidos, regresó a Francia en 1947, donde publicó su última antología de versos, All the poems of Richard Aldington (1948). A partir de ese momento se dedicó a escribir biografías: D. H. Lawrence: Portrait of a Genius... but (1950) y Pinorman (1954), esta última acogida con perplejidad y reservas.
Sin embargo, el escándalo estalló con Lawrence de Arabia (Lawrence of Arabia: a Biographical Enquiry, 1955), en la que afirma que el heroísmo y el valor militar de T. E. Lawrence eran mitos sin fundamento, alimentados por el mismo "Príncipe de la Meca" (a quien define como un "impudent mythomaniac"), y que si la sociedad inglesa lo idolatraba era porque se necesitaba un héroe para los años oscuros de su posguerra. Esta afirmación provocó la violenta intervención de la censura; sin embargo, en 1978, el historiador Hugh Trevor-Roper confirmó su reconstrucción de la vida de Lawrence de Arabia. Aldington, poeta, traductor, novelista y biógrafo, calificado a veces de "plumífero", no consiguió la aprobación plena de la crítica hasta la última fase de su vida.

5 de junio de 2017

Canción para decir en la calle, Antonio Esteban Agüero


CANCIÓN PARA DECIR EN LA CALLE

Un día, siquiera, por semana
ensayemos el oficio humano:

Paremos el reloj,
ocultemos el calendario;
no abramos periódico ni libro,
ni escuchamos radio,
y tomemos un ómnibus cualquiera
que nos conduzca al campo.

Y una vez allí,
busquemos un sitio solitario,
entre los pinos
y los álamos
si la vera del agua, si el arroyo
quiere ofrecernos su cristal cercano,
0 en la abierta llanura donde el viento
galopa con los caballos.

Y vivamos,
sí, nada más,
vivamos,
mientras crece la luz, y la marea
de la savia asciende
por arterias de árbol;
vivamos,
mientras vuelan insectos, y las nubes
livianas y lentas como barcos
viajan al sur, y el aire
conduce pájaros;
sí, nada más,
vivamos,
en reposo total como la hierba
que nos da su regazo
de vez en vez oyendo
el oscuro corazón del mundo
que late soterrado.

Sí, nada más,
vivamos,
solamente vivamos.

Antonio Esteban Agüero
De "Canciones para la voz humana" (1973)

4 de junio de 2017

Canción del hombre libre, Antonio Esteban Agüero

CANCION DEL HOMBRE LIBRE

A pesar de los guardias que en la noche
azuzan los perros tras la huella
desnuda y leve de los fugitivos,
yo seré siempre libre.

A pesar del alambre que circunda
trozo de bosque o corazón de prado
donde nacen y mueren los cautivos,
yo seré siempre libre.

A pesar de la reja y de la celda
que rezuma humedad y sangre viva
entre los poros de la muda piedra,
yo seré siempre libre.

A pesar de los libros cuya ciencia
tuerce la luz y tuerce la cadena
donde yace el instinto prisionero,
yo seré siempre libre.

A pesar de la radio que destila
vino fatal y cáñamo siniestro
sobre la oreja de la muchedumbre,
yo seré siempre libre.

Antonio Esteban Agüero
De "Canciones para la voz humana" (1973)

3 de junio de 2017

Canción de la estrella nueva, Antonio Esteban Agüero

CANCION DE LA ESTRELLA NUEVA

Desde anoche
en la noche
hay una estrella nueva
navegando la sombra planetaria.

Estrella de metal.
Estrella humana.

No nacida de Dios,
como las otras,
sino del hombre
y de su mano pálida.

La saludan erkenchos,
balalaikas,
bandoneones, guitarras,
los tambores del Congo,
el grillo unánime,
un ruiseñor sobre la Selva Negra
y una quena de amor
en Cajamarca.

Estrella de metal
estrella humana,
que navega en la noche
y nos acerca
el viejo sueño
de una sola patria.

Yo me miro las manos
y las beso
con emoción de lágrimas...

Antonio Esteban Agüero

De "Canciones para la voz humana" (1973)

2 de junio de 2017

Preludio cantable, Antonio Esteban Agüero

PRELUDIO CANTABLE

De nuevo,
nuevamente,
como hace tres mil años,
cuando Homero
soltaba mariposas,
pájaros
dioses,
arqueros
y barcos
en medio de las plazas,
al borde de los patios,
sobre azoteas claras,
en ciudades de muros herrumbrados
y la gente
-marineros,
campesinos,
soldados-
disputaba lugares para oírle,
regresemos al Canto.

Como al viejo país,
y a sus banderas,
que una vez traicionamos;
como aquél que regresa
luego de un ciego, largo
difícil, triste viaje
al hogar de los padres y comprende
que allí esperaba lo buscado.

Porque si nosotros
desertamos,
que será de los Hombres
entre los números frenéticos,
los conceptos abstractos,
las leyes que venden la alegría,
el acero, el asfalto,
la penumbra gregaria de los cines,
que vulnera la lumbre de los machos
y corrompe la savia de las hembras,
los trenes subterráneos,
el olor al petróleo y al aceite
quemados, -
la anémica hierba de los parques,
los departamentos cuadriculados
donde gimen las flores y agonizan
los niños de mirar anciano,
y el yermo
oscuro cielo
sin campanas,
estrellas,
tempestades
ni pájaros?. .

O es que ya no tenemos sangre,
ni corazón caliente
como sol en el pasto,
ni pies caminadores,
ni prensiles manos,
ni la hoguera del sexo
quemándonos,
ni frente con verdes fantasías,
ni garganta, ni labios,
ni oreja que ansíe ruiseñores,
ni mirada sedienta de praderas, .
ni el instinto mágico
que nos une a las bestias,
a la tierra y los astros
por venas sutiles,
por raíces agudas como garfios?...

Vosotros: los traidores,
minúsculos estetas
que destiláis veneno de una rosa
destruida por pintores abstractos,
vosotros: los selectos,
los exquisitos, - -
los asépticos y asexuados
que escribís para el oído electrónico
de los robots mecánicos,
por qué no bajáis de las torres
y quemáis las heladas bibliotecas
donde guardáis ratones y mentiras,
y hundís vuestros barcos
y volvéis a la tierra nuevamente,
a caminar descalzos
por la tierra desnuda y poderosa,
sucia de pueblo y polen,
imputa de animales,
hojas secas
y barro?. . .

De nuevo,
nuevamente,
como hace tres mil años,
ocupemos la silla abandonada
en la casa del Hombre,
a la orilla del pan que nos sonríe
con su cara de trigo
milenario,
a la vera del fuego,
en la sombra del patio,
junto a la sal y al vino
y al reloj cuotidiano.

De nuevo,
nuevamente,
como hace tres mil años,
hablemos la lengua que comprendan
el corazón
y los nervios  humanos,
el idioma secreto de la Vida,
donde cada vocablo
tiene olor,
y calor,
y sabor
como las frutas en verano
y acaricia la boca que lo vierte,
y la oreja que lo recibe,
y la cuerda del aire donde el eco
continúa vibrando.

Por qué no cantar
en el idioma humano,
tan lleno de músicas antiguas,
por mareas de sangre circulado,
difícil y diverso,
mutable y extraño,
para que el obrero
comprenda nuestro canto,
y el campesino después de la cosecha,
y el profesor universitario,
y el niño,
y la joven casada,
y el anciano?. ..

Nuestro corazón,
con su forma de siempre sobre el tiempo
no ha cambiado
ni puede cambiar mientras el Hombre
tenga pies, tenga manos,
y el pulgar oponible que transforma
en mensurable realidad los sueños
y los fantasmas imaginados;
nuestro corazón antiguo,
corazón cuaternario,
desde siempre salvaje,
para siempre patético,
contemporáneo
de la flecha de sílice,
los helechos más altos que los cedros,
las serpientes aladas,
y el arquero emplumado,
donde brota la luz cada mañana
con el mismo temblor iluminado
de las prímulas silvestres
sobre el pecho del prado.

Retornemos al Pueblo,
recuperemos cantando
la confianza del Pueblo que perdimos
sirviendo a los amos,
divirtiendo a las damas melancólicas,
lamiendo látigos,
vendiéndonos,
mintiendo,
traficando.

No nos importe nada
si vedan las puertas de repente
con decretos y púas de alambrados,
no nos importe nada,
construyamos el Canto,
nuestro intimo Canto colectivo,
germinado a la sombra de la sangre
y entre las olas de su pulso claro.

Y salgamos
por las calles del mundo
a caminar de nuevo entre los hombres;
salgamos,
vestidos de niebla, con la ropa
de los vagabundos y los humillados,
por los caminos donde llueve luna
y sopla el libre,
-oh, todavía libre-
joven y verde vendaval del campo;
salgamos
por las calles del Mundo,
mendigando
un mendrugo de pan
y otro de sueño;
salgamos
a golpear en las puertas,
con un tímido golpe,
en toda puerta,
para dar nuestro Canto.

De viva voz,
con tono de verso murmurando,
con voz de varón adolescente
que descubre el amor con la muchacha
a la vera de un árbol,
como ladrón que lleva
los diamantes robados,
así, de viva voz,
secretamente,
el poema o la canción digamos.

De repente el hombre de la casa
en la' creencia de que escucha pasos
llegaráse a la puerta con el miedo
en los ojos, y el cansancio
del que mora en la cueva de la angustia
para escuchar la sombra del asfalto.
-No era nadie~ dirá luego -Nadie;
sólo el viento de otoño, el aire sólo
que transita descalzo. . .-
Y tornara a su sitio, ante la mesa,
a la par de la esposa y el chiquillo
que duerme en el cielo del regazo…
Y yo, el Poeta,
seguiré cantando:

Un canto que nombre la esperanza;
viento y marea de pájaros;
cigarras sentidas en la siesta;
la fatiga de espaldas sobre el pasto;
las miradas estrellas que nos miran;
el minero cuando quiebra el cuarzo;
las nubes que pasan con la lluvia
sobre desiertos de metal quemado;
sembradores que siembran con el alba;
cosechadoras de racimos claros;
muchachas y el nombre que dibujan
sobre la almohada del horizonte blando
los ríos y el cielo sobre ríos;
el festival de los álamos;
arroyos que fluyen entre piedras;
el deseo que asciende y el abrazo;
los niños que juegan y en el juego
nos recrean el mundo que habitamos;
las colinas redondas y lejanas;
el esplendor de los caballos;
el olor de la hierba cuando crece;
las florecitas de perfume alado;
la noche y el soplo de la noche
sobre los cabellos despeinados;
el fuego dormido en la madera;
las bestezuelas de calor intactos;
la piedra también porque la piedra
contiene el misterio planetario;
el Sol tantas veces como sea
sobre los cuerpos ávidos;
la Vida no más, la Vida sola,
más allá de la Muerte y el Pecado;
lo viviente no más en la frontera
del universo carnalmente humano...

De nuevo,
nuevamente,
como hace tres mil años
cuando Homero
soltaba golondrinas,
milagros,
arqueros,
sirenas,
y barcos
en medio de las plazas,
al borde de los patios,
sobre azoteas claras,
en ciudades de muros herrumbrados,
y la gente
-marineros,
campesinos,
soldados-
disputaba lugares para oírle,
regresemos al Canto.


Antonio Esteban Agüero

De "Canciones para la voz humana" (1973)

1 de junio de 2017

El molino, Antonio Esteban Agüero

EL MOLINO

Agua, ciénagas, sauces,
y un caserón casi en ruinas.
donde las muelas no muelen,
donde no zumba la vida.

Agua, ciénagas, sauces,
y al pie de un cerro: el molino
que supo de mis abuelos
haciendo harina su trigo.

Antonio Esteban Agüero

De Poemas Lugareños (1937) canto a la sierra de los Comechingones

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