un día las estrellas
leyeron en los hombres
su propio horóscopo
las generaciones
posteriores
no conocieron firmamentos
26 MAYO
65
Sandro Tedeschi
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8 de agosto de 2022
Un día las estrellas, Sandro Tedeschi
7 de agosto de 2022
Noviembre se ilumina y se descubre, Sandro Tedeschi
noviembre se ilumina y se
descubre
noviembre
y treinta furias por
robar los ventanales
ponerme para siempre todo
el cielo en el ojal
noviembre y saberte
lo demás tiene tiempo por
delante y por detrás
lo demás tiene sólo en la
muerte una promesa
cierta
noviembre
y tanta dentellada de
vivir prendida a la sonrisa!
Sandro Tedeschi
6 de agosto de 2022
Ultimo poema a Lila, Sandro Tedeschi
Ultimo poema a Lila
si hoy que te busco te
encontrara
sentado en un café te
contaría
hice muchas cosas desde
que no te veo
no publiqué un libro
no me fui a parís ni
anduve enamorado
en mi casa todos bien y
por la tuya
te llevaría a pasear
costanera al sur
y volveríamos ciudad
adentro caminando
y tendría envidia de mi
mismo
y un miedo terrible de
que te fueras
y me encontrarías un poco
triste y muy alegre
como tiene que
ser y como es
Sandro Tedeschi
5 de agosto de 2022
Infiel infiel hasta los huesos, Sandro Tedeschi
Infiel infiel hasta los huesos
a tanta adolescencia transitada
—el corazón altera la memoria—
puedo jugarme la valentía a cara o ceca
o de pronto ponerme de presente
¿y entonces para qué darle cuerda todas las
mañanas a esta difícil máquina de hacer andar los
pájaros?
22 jun – 27
ago 65
Sandro Tedeschi
4 de agosto de 2022
Por si me muero, Sandro Tedeschi
Sandro Tedeschi:
Nació en Buenos Aires el
18 de Octubre de1944. Si difícil es decir todas las cosas que hizo en sus casi
22 años de vida, mas difícil es imaginar cuanto hubiera podido llegar a hacer.
Todo lo emprendió siempre
como un auténtico creador, consciente de su propio compromiso. Periodista desde
los 18 años, estudió en el colegio nacional de Buenos Aires, fue discípulo del
taller de pintura de Pati Blumenzweig y Mario Pucciarelli y había elegido a
Robert Capa y a Henry Cartier Bresson como maestros de su cámara.
Luchino Visconti
representaba la máxima aspiración de su vocación cinematográfica.
Dejó dos libros inéditos
33 poemas y un epitafio (1963) y Fe de erratas y otras consideraciones (1965),
guiones de cine, óleos, collages y fotografías.
Desde 1963 era alumno de
Filosofía en la Universidad de Buenos Aires, y, faltándole pocos días para
obtener la baja del servicio militar, planeaba seguir el primer curso de la
Escuela de Cine del Instituto Nacional de Cinematografía.
Su obra poética abandonó
los módulos decorativos donde se conjugaban coloridas reminiscencias barrocas
en un mundo impregnado de su realismo, para tomar con firmeza la descarada
verdad sobre si mismo que nos arroja en Fe de erratas y otras consideraciones.
Aquí la metáfora es un espejo de imagen deformante del que se vale para atrapar
la realidad.
Es la suya una poesía
consustanciada íntegramente con su existencia, que resume su múltiple y
despierta vitalidad. Una poesía que es ya más que un presagio de inminente
granazón, en la que la ausencia de resabios formales hace resaltar mas aún la
hondura de su aliento, auténtico y cotidiano.
Sandro Tedeschi murió el
4 de marzo de 1966 mientras cumplía su misión de vivir con alma y vida. La
muerte – su propia muerte, motor de actividad incansable- lo visitaba a menudo
en sus poemas. Muchas veces escribió su propio epitafio, pero siempre volvía a
este de1963: “Murió con el poema puesto en la larga jornada hacia si mismo”.
3 de agosto de 2022
Comprendo que uno puede siempre, Sandro Tedeschi
comprendo que uno puede siempre
tomar los rumbos o perderlos
—la ciudad carece de huella
o tiene demasiadas—
o perseguir un sueño que escapó dando corcovos
hacia el sur paredón y después
comprender solamente que a veces buenos aires es
casi lo que creo
Sandro Tedeschi
2 de agosto de 2022
1 de agosto de 2022
Estas palabras, Julio Bepre
Estas palabras
concluirán siendo apenas
signos confusos
escritos en deshechos papeles
aislados de mi ser
desde hace tiempo
y sin ningún
afán propicio.
Los pisará la gente
apática y urgida
cuando cruce
por la húmeda calle.
Julio Bepre
31 de julio de 2022
Trajín, Julio Bepre
Trajín
Frente al simple capricho de un casual remolino
mi rostro se refresca. Veo mejor las cosas
pero esta vez la sed me rasga la garganta.
Se adensa el tiempo. Agobia la soberbia del sol,
el cielo se acomoda al cenit riguroso
y las calles contiguas a un yermo se asemejan.
El momento conduce a una imagen esquiva
y la flor reconoce la mengua en su color.
Pero yo estoy atento y enseguida descubro
el vuelo de los pájaros que rozan a las nubes.
El mundo me conmueve y a mi vigilia torno
y desando el misterio de cada meridiano,,
los límites sinuosos y algún perdido nombre.
El bochorno me invade y humedece mi frente
y al respirar albergo un rostro y su pregunta,
una historia acrecida y una mirada tensa.
Regresa el remolino y en algo debilita
este sabor reseco que atiborra el verano.
Después vendrá la noche con su luz apacible
de una luna creciente asombrando mis ojos.
Entonces incorporo mi frágil osamenta
y ante mí se demora la realidad del mundo.
Un hombre soy, un pez, un ave, un vegetal, la lluvia
y también esa piedra que los años desgastan.
Julio Bepre
30 de julio de 2022
Catarsis, Julio Bepre
Catarsis
Se abría vacilante una parte del día
y alguien intentaba un rumbo diferente
después de un lento invierno donde todos
ansiábamos calor. El alma nos pesaba
y en distintos suburbios se desleía el año
en su propio extravío. Quizá no aparecía
el obstinado escorzo sino apenas
aquel pausado andar por las horas recientes.
Pero alguien deshizo y encendió lo inestable
y no pudo la vista volverse más dichosa.
¿Regresará otra vez la ocasión no esperada?
¿Quién puede contestar de frente a tanto apuro?
Convoco a todo hecho y propongo otra suerte
para este nudo intacto que del ayer escapa.
¿Adónde puede ahora rehacerse esta imagen?
La vida sigue y sigue y uno rápido espera
soñar una palabra sin sílabas ni letras.
Julio Bepre
29 de julio de 2022
Decoración o destino, Julio Bepre
Decoración o destino
Es indubitable que el hombre es una
entidad determinada por fines; continuamente se hace proposiciones y se
encamina hacia algunas, rechazando otras.
La elección, dudas, y el sacrificio por algo que se pretende concretar
constituye algo típicamente humano, y es advertible en ello la incidencia
recíproca que tienen los factores individuales y colectivos. El fenómeno de la
especialización es también una nota propia del hombre y apunta a sus numerosas
necesidades: es por una libre decisión o compelido por distintas motivaciones,
como se opta por realizar algo. De una forma elegirá (si es que puede) el
mísero habitante de una aldea africana, en tanto corresponderá otra muy diversa
a quien se encuentra inserto en una sociedad de consumo.
Hay
distintas visiones, si no totalmente negativas al menos escépticas, respecto de
la proyección de una sustantividad humana que reúna alcances de servicio y
solidaridad incuestionables: la historia abona tales estimaciones. Resalta la
crueldad que se desplegó en el cercano siglo XX, y ni qué decir del ímpetu destructivo que
envuelve hoy a la humanidad. Indudablemente hay transgresiones,
desconocimiento, negación y hasta rechazo de los valores atinentes al espíritu,
de toda aquella virtualidad axiológica que sostiene la dignidad que corresponde a todo hombre por ser tal.
La
religión, la filosofía, la poesía, el arte y la ciencia en general, devuelven
al viviente la certidumbre de que la existencia tiene un implícito sentido
trascendente y una participación ennoblecida para con el resto de los demás
seres. El infierno son los otros, se afirma en una obra de Sartre, pero en ello
existe una total aceptación de lo absurdo, del sinsentido, de la inanidad de un
mero vivir sin ninguna referencia a una perspectiva de esperanza o liberación.
Y si todo es así ¿qué resulta de ello? ¿Qué podemos creer, crear, compartir o
celebrar en nuestro concreto vivir?
Si en este
arduo tiempo que transcurre no vemos asomar con claridad una esperanza equilibrada y sin retaceos
injustos ni con imposiciones arbitrarias de los dueños del poder, existen
muchos hombres a pesar de lo apuntado, que con sus gestos y acciones nos
recomponen en alguna medida de las desventuras que se sufren en el mundo. Son
precisamente aquellos implicados y comprometidos en la aventura de la creación
y dación desinteresadas.
Ubicando como ejemplo al poeta, ¿qué hace este buen
hombre? Nada menos que internarse a través del lenguaje en el misterio de la
vida y su belleza, para así vislumbrar el núcleo del Ser y aprehender en
consecuencia una razón valiosa y verdadera que explicite nuestra humana
situación. Esto no implica pretender que la actividad poética suplante la
relacionada con otros valores, y menos que sea la solución única que permita
enervar la orfandad existencial; el acto
de poetizar, de intentar asir la poesía, implica un salto en el vacío del que
no se conoce adónde puede concluir.
Quien haya elegido un quehacer creativo valioso como un seguro recurso
para el logro de notoriedad –y sin desconocer que toda buena obra puede
avecinarla-- ha errado manifiestamente, conforme a cuanto hemos sostenido
antes. Afirmó James Joyce que nadie
puede ser auténtico artista si no logra en algún momento librarse de la
mediocridad ambiental, de los entusiasmos baratos, de las sugerencias
maliciosas y de todos los aduladores influjos de la vanidad y la ambición.
No se
trata de convertir al poeta, al artista, al filósofo o al científico en ascetas
o en seres diversos de sus semejantes; quien se sienta distinto se alejará aún
más de la verdad, y sus resultados creativos o de investigación u ordenamiento
de la realidad, estarán teñidos de puro solipsismo que a la larga lo
establecerán en un callejón sin salida.
El arte, la filosofía
y la ciencia no son algo decorativo; cada proposición que nos hagan implicará
un desafío que conlleva y exige una plenitud participativa cuando no la
expulsión de cualquier acomodo banal al que a veces nos entregamos. El poeta
–reiterando la ejemplificación-- debe asumir su rol de creador con la
convicción de que hereda experiencias anteriores que enriquecieron el lenguaje
del cual se vale, además de aceptar cualquier eventual éxito como una
incidencia facticia.
La historia acoge
sobradas pruebas respecto a esta afirmación. ¡Cuántos celebrados autores
lograron con el paso del tiempo apenas una exigua mención en los manuales de
historia de la literatura! Los espacios de poder no son propios del arte, de la
filosofía, de la ciencia y menos aún de la poesía, puesto que ella –como lo
expresara René Menard-- no promete ni consuela de nada. Quien no acepte el
desprendimiento que implica la creación, se engaña a sí mismo, y quien se
desangra por obtener alguna distinción o merecimiento, necesita retornar cuanto
antes a un conveniente equilibrio interior. Si bien el hombre es un haz de
posibilidades, la intención de permanecer, de anular el olvido, de conjurar al
tiempo, no depende de él, y quien no haya meditado esta evidencia tampoco lleva
un rumbo acertado.
El creador, en definitiva, no puede estar calmadamente
invadido por la complacencia de ser tal; le corresponde ante todo sentirse comprometido por ello y,
muchas veces, con renuncia de las bondades que quizá provea una existencia más
ordinaria. Además toda auténtica y trascendente creación humana, no distrae ni
constituye una suntuosidad del espíritu, sino que es un intento máximo para
restituirle al hombre las excelencias quebrantadas por la civilización
cuantitativa, mecánica y consumista, y de crearle otras nuevas posibilidades de
crecimiento interior.
El creador es un
indagador, un buscador, un equilibrista en una cuerda floja, alguien que sabe
que deberá alejarse de cualquier canto de sirenas, alguien que debe en cada
momento avanzar para acrecentar y prodigar la noble actividad a la que se ha
entregado. Se trata entonces de no ser simplemente un buen hombre sino un
hombre bueno; el pensamiento desinteresado no puede ser nunca decoración sino
destino.
Julio
Bepre
28 de julio de 2022
Antes de adentrarme en el sueño, Julio Bepre
Antes de adentrarme en el sueño
Quizá el pensamiento algo difuso
aunado a palabras de un azar
y el bullicio distante de los niños.
Una rauda bocina se desliza
¿hacia dónde?
¿tan pronto se ha diluido?
Una música infrecuente reconozco
y un paso mas seguro hay en el viento
ante este alzarse urgido del verano.
Algo pasa. Me deshago del mundo.
Algo abandono sin saber qué hallaré
en esa hondura apenas sospechada
hecha leve demora pretenciosa de sueño.
Me voy. Me alejo y sin embargo
breve y audible un ruego me regresa.
Julio Bepre
27 de julio de 2022
Noche celeste, Julio Bepré
NOCHE CELESTE
Consigo lleva la oración junto al ruego.
Espera un año más con declinante agobio.
Se detiene y escucha una música niña.
Memoriza de pronto un antiguo poema.
Amalgama con prisa su término y origen.
Avanza sin retraso frente a tanta distancia.
No niega los instantes y hasta perdona al siglo.
Hoy mira enternecido la luz que lo ilumina.
En esta noche todo parece más humano.
Julio Bepré
26 de julio de 2022
Mujer sin nombre, Julio Bepre
Mujer sin nombre
Ni en plenitud de luz o en dura sombra
y nunca tampoco en la penumbra
mi aventura decae.
Su imagen ya refleja
el color de otra herida.
Es la espera de horas
donde las calles tensan
esta larga pobreza
y el paso del apuro.
Pero allí donde se afirma tu existencia
asoma en el destino esa alegría
de un encuentro fortuito
sin el peso
fatídico del día.
Y siento alzarse en el vecino aroma
la unidad progresiva de mi tiempo
y esa húmeda costumbre de los ojos.
No. No es sueño esta mujer sin nombre
ni el desvelo caído de la luz
ni la quiebra segura del silencio.
Julio Bepre
25 de julio de 2022
No le copien a Pound, Gonzalo Rojas
No le copien a Pound, Gonzalo Rojas
No le copien a Pound, no le copien al copión maravilloso
de Ezra, déjenlo que escriba su misa en persa, en cairo-arameo, en sánscrito,
con su chino a medio aprender, su griego translúcido
de diccionario, su latín de hojarasca, su libérrimo
Mediterráneo borroso, nonagenario el artificio
de hacer y rehacer hasta llegar a tientas al gran palimpsesto de lo Uno;
no lo juzguen por la dispersión: había que juntar los átomos,
tejerlos así, de lo visible a lo invisible, en la urdimbre de lo fugaz
y las cuerdas inmóviles; déjenlo suelto
con su ceguera para ver, para ver otra vez, porque el verbo es ése: ver,
y ése el Espíritu, lo inacabado
y lo ardiente, lo que de veras amamos
y nos ama, si es que somos Hijo de Hombre
y de Mujer, lo innumerable al fondo de lo innombrable;
no, nuevos semidioses
del lenguaje sin Logos, de la histeria, aprendices
del portento original, no le roben la sombra
al sol, piensen en el cántico
que se abre cuando se cierra como la germinación, háganse aire,
aire-hombre como el viejo Ez, que anduvo siempre en el peligro, salten intrépidos
de las vocales a las estrellas, tenso el arco
de la contradicción en todas la velocidades de lo posible, aire y más aire
para hoy y para siempre, antes
y después de lo purpúreo
del estallido
simultáneo, instantáneo
de la rotación, porque este mundo parpadeante sangrará,
saltará de su eje mortal, y adiós ubérrimas
tradiciones de luz y mármol, y arrogancia; ríanse de Ezra
y sus arrugas, ríanse desde ahora hasta entonces, pero no lo saqueen; ríanse, livianas
generaciones que van y vienen como el polvo, pululación
de letrados, ríanse, ríanse de Pound
con su Torre de Babel a cuestas como un aviso de lo otro
que vino en su lengua;
cántico,
hombres de poca fe, piensen en el cántico.
Gonzalo Rojas
De oscuro (1977)
24 de julio de 2022
Mariposas para Juan Rulfo, Gonzalo Rojas
Mariposas para Juan Rulfo
Cómo fornicarán felices las mariposas en
el césped oliendo
de aquí para allá a Dios sin
que vaca alguna muja encima de
su transparencia, jugando a jugar
un juego vertiginoso a unos pasos
blancos del cementerio con el mar
del verano zumbando allá abajo ocio y
maravilla.
Rulfo habrá soplado en ellas tanta
locura, Juan Rulfo cuyo Logos
fue el del Principio; les habrá dicho: -Ahora, hijas,
nos vamos de una vez
del páramo.
¿Y ellas? Ahora ¿qué harán
ellas sin Juan que cortó tan lejos
más allá de Comala en caballo único tan
invisible?; ¿bailarán, seguirán
bailando para él por si vuelve, por
si no ha pasado nada y, de repente,
estamos todos, otra vez?
Por mi parte nadie va a llorar,
ni mi cabeza que vuela ni la otra
que no duerme nunca. Se ha ido
y se acabó, nadie
corre peligro así acostado oyendo
los murmullos aleteantes.
-Con tal
de que no sea una nueva noche.
Gonzalo Rojas
De El alumbrado (1986)
23 de julio de 2022
Alcohol y sílabas, Gonzalo Rojas
Alcohol y sílabas, Gonzalo Rojas
La primera palabra es ábreme, vengo
del frío, dame la escritura
para quemarme libre del énfasis, hoy
en el límite del escalón sonámbulo, justo
en la vuelta 26
de esta corrida con la muerte
porque el tiempo está ahí con su materia
traslúcida, en este aire adivino
que me sube por las venas sin que sea yo
este yo que vuela y anda animal
sagitario por las calles, alcohol y sílabas
celebrando el cumpleaños del loco en la peor de las sintaxis
de diciembre, viéndolo todo
por anticipado en el marco sin espejo, el amor
y el vértigo, lo simultáneo
de estar en todas partes:
¿hay Dios
en esta quebrazón de copas, o lo que va a estallar
es el mundo?
Gonzalo Rojas
Del relámpago (1981)
22 de julio de 2022
Para órgano, Gonzalo Rojas
Para órgano, Gonzalo Rojas
Tan bien que estaba entrando en la escritura de mi Dios
esta mano, el telar secreto, y yo dejándola
ir, dejándola
sin más que urdiera el punto de ritmo, que tocara y tocara
el cielo en su música como cuando las nubes huyen solas
en su impulso abierto arriba, de un sur
a otro, porque todo es sur en el mundo, las estrellas
que no vemos y las que vemos, fascinación
y cerrazón, dalia y más dalia
de tinta.
Tan bien que iba el ejercicio para que durara, los huesecillos
móviles, tensa
la tensión, segura
la partitura de la videncia como cuando uno
nace y está todo ahí, de encantamiento
en encantamiento, recién armado
el juego, y es cosa
de correr para verla y olfatearla
fresca a la eternidad en esos metros
de seda y alambre, nuestra pobrecilla
niñez que somos y seremos; hebra
de granizo blanco en los vidrios, Lebu abajo
por el Golfo y la ululación, parco en lo parco
hasta que abra limpio el día.
Tan bien todo que iba, los remos
de la exactitud, el silencio con
su gaviota velocísima, lo simultáneo
de desnacer y de nacer en la maravilla
de la aproximación a la ninguna costa
que soy, cuando cortándose
cortose la mano en su transparencia de cinco
virtudes áureas, cortose en ella
el trato de arteria y luz, el ala
cortose en el vuelo, algún acorde que no sé
de este oficio, algún adónde
de este cuándo.
Gonzalo Rojas
Del relámpago (1981)
21 de julio de 2022
Quedeshím Quedeshoth, Gonzalo Rojas
Quedeshím Quedeshoth
Mala suerte acostarse con fenicias, yo me acosté
con una en Cádiz bellísima
y no supe de mi horóscopo hasta
mucho después cuando el Mediterráneo me empezó a exigir
más y más oleaje; remando
hacia atrás llegué casi exhausto a la
duodécima centuria: todo era blanco, las aves
el océano, el amanecer era blanco.
Pertenezco al Templo, me dijo: soy Templo. No hay
puta, pensé, que no diga palabras
del tamaño de esa complacencia. 50 dólares
por ir al otro Mundo, le contesté riendo; o nada.
50, o nada. Lloró
convulsa contra el espejo, pintó
encima con rouge y lágrimas un pez: -Pez,
acuérdate del pez.
Dijo alumbrándome con sus grandes ojos líquidos de
turquesa, y ahí mismo empezó a bailar en la alfombra el
rito completo; primero puso en el aire un disco de
Babilonia y
le dio cuerda al catre, apagó las velas: el catre
sin duda era un gramófono milenario
por el esplendor de la música; palomas, de
repente aparecieron palomas.
Todo eso por cierto en la desnudez más desnuda con
su pelo rojizo y esos zapatos verdes, altos, que la
esculpían marmórea y sacra como
cuando la rifaron en Tiro entre las otras lobas
del puerto, o en Cartago
donde fue bailarina con derecho a sábana a los
quince; todo eso.
Pero ahora, ay, hablando en prosa se
entenderá que tanto
espectáculo angélico hizo de golpe crisis en mi
espinazo, y lascivo y
seminal la violé en su éxtasis como
si eso no fuera un templo sino un prostíbulo, la
besé áspero, la
lastimé y ella igual me
besó en un exceso de pétalos, nos
manchamos gozosos, ardimos a grandes llamaradas
Cádiz adentro en la noche ronca en un
aceite de hombre y de mujer que no está escrito
en alfabeto púnico alguno, si la imaginación de la
imaginación me alcanza.
Qedeshím qedeshóth*, personaje, teóloga
loca, bronce, aullido
de bronce, ni Agustín
de Hipona que también fue liviano y
pecador en África hubiera
hurtado por una noche el cuerpo a la
diáfana fenicia. Yo
pecador me confieso a Dios.
* En fenicio: cortesana del templo.
Gonzalo Rojas
De El alumbrado, 1986.
20 de julio de 2022
¿Qué se ama cuando se ama? Gonzalo Rojas
¿Qué se ama cuando se ama?
¿Qué se ama cuando se ama, mi Dios: la luz terrible de la
vida
o la luz de la muerte? ¿Qué se busca, qué se halla, qué
es eso: amor? ¿Quién es? ¿La mujer con su hondura, sus
rosas, sus volcanes,
o este sol colorado que es mi sangre furiosa
cuando entro en ella hasta las últimas raíces?
¿O todo es un gran juego, Dios mío, y no hay mujer
ni hay hombre sino un solo cuerpo: el tuyo,
repartido en estrellas de hermosura, en particular
fugaces
de eternidad visible?
Me muero en esto, oh Dios, en esta guerra
de ir y venir entre ellas por las calles, de no poder
amar
trescientas a la vez, porque estoy condenado siempre a
una,
a esa una, a esa única que me diste en el viejo paraíso.
Gonzalo Rojas
De Contra la muerte, 1964.
19 de julio de 2022
Carta para volvernos a ver, Gonzalo Rojas
Escrita en el mar, el 25-X-58,
entre las 2 y las 5 de la mañana,
a bordo del "Laennec", Navifrance,
por la ruta del Atlántico norte.
No publicada hasta la fecha.
Lo feo fue quererte, mi Fea, conociendo cuánta víbora
era tu sangre, lo monstruoso
fue oler amor debajo de tu olorcillo a hiena, y olvidar
que eras bestia, y no a besos sino a cruel mordedura
te hubiera, en pocos meses, lo vicioso y confuso
descuerado, y te hubiera en la mujer más bella ¡por Safo!
convertido.
Porque, vistas las cosas desde el mar, en el frío de la
noche oceánica
y encima de este barco de lujo, con mujeres francesas y
espumosas,
y mucha danza, y todo, no hay ninguna
cuyo animal, oh Equívoca, tenga más desenfreno en su
fulgor
antes de ti, después de ti. No hay ojos verdes
que se parezcan tanto a la ignominia.
Ignominia es tu sangre, Burguesilla: lo turbio que te
azota por dentro,
remolino viscoso de miedo y de lujuria, corrupción
de todo lo materno que es la mujer. ¡Acuérdate,
Malparida, de aquella pesadilla!
No hay trampa que te valga cuando tiritas y entras al
gran baile del muro
donde se te aparecen de golpe los pedazos de la muerte.
No te perdono, entiéndeme, porque no me perdono, porque
el mar
-por hermoso que sea- no perdona al cadáver: lo rechaza y
lo arroja como inútil estiércol.
Muerta estás y aun entonces, cuando dormí contigo, dormí
con una máquina
de parir muertos. Nadie podrá lavar mi boca sino el
áspero océano,
Mujer y No-mujer, de tu beso vicioso.
Lástima de hermosura. Si hoy te falta de madre justo lo
que te sobra de ramera
y de sábana en sábana, desnuda, vas riendo
y sin embargo empiezas a llorar en lo oscuro cuando no te
oye nadie,
es posible, es posible que descubras tu estrella por el
viejo ejercicio
del amor, es posible que tanta espuma inútil
pierda su liviandad, se integre en la corriente, vuelva
al coro del Ritmo.
Tal vez el largo oleaje de esta carta te aburra, todo
este aire solemne,
pero el Ritmo ha de ser océano profundo
que al hombre y la mujer amarra y desamarra
nadie sabe por qué y, es curioso, yo mismo
no sé por qué te escribo con esta mano, y toco
tu rara desnudez terrible todavía.
No hablemos ya de mayo ni de junio, ni hablemos
del gran mes, mi Amorosa, que construyó en diamante tu
figura
de amada y sobreamada, por encima del cielo, en el volcán
de aquel Chillán de Chile que vivimos los dos, y eternizamos,
silenciosos, seguros de ser uno en el vuelo.
No. Bajemos de ahí, mi Sangrienta, y entremos al agosto
mortuorio:
crucemos los horribles pasadizos
de tus vacilaciones, volvamos al teléfono
que aún estará sonando. Volemos en aviones a salvar
los restos de Algo, de Alguien que va a morir, mi Dios,
descuartizado.
Digamos bien las cosas. No es justo que metamos a ningún
Dios en esto.
Cínicos y quirúrgicos, los dos, los dos mentimos.
Tú, la más Partidaria de la Verdad, negaste la vida hasta
sangrar
contra la Especie (¿Es mucho cinco mil cuatrocientas
criaturas por hora...?)
Los dos, los dos cortamos las primeras, las finas
raíces sigilosas del que quiso venir
a vemos, y a besamos, y a juntamos en uno.
Miro el abismo al fondo de este espejo quebrado, me
adelanto a lo efímero
de tus días rientes y otra vez no eres nada
sino un color difícil de mujer vuelta al polvo
de la vejez. Adiós. Hueca irás. Vivirás
de lo que fuiste un día quemada por el rayo del vidente.
Mortal contradictorio: cierro esta carta aquí,
este jueves atlántico, sin Júpiter ni estrella.
No estás. No estoy. No estamos. Somos, y nada más.
Y océano,
y
océano,
y únicamente
océano.
Gonzalo Rojas
18 de julio de 2022
Poema, William Shand
17 de julio de 2022
Ella se alza sobre la bruma de la pena, William Shand
Ella se alza sobre la bruma de la pena
Quién hablará sobre lo que pierde de vista,
sobre lo que en la salvaje orilla de su día creció;
donde su tierra es solo un hueco
perplejo sobre el final del mapa?
Quién puede saber: quién puede decir
si ella es mariposa o gacela,
o tan solo una ave abandonada, conforme
con su búsqueda de un nuevo continente?
Quién puede adivinar? Quién puede estimar?
yo solo sé que, sentada allí,
se alza por sobre la bruma de la pena,
ofreciéndose toda ella, incandescente.
William Shand
16 de julio de 2022
Deja de usar tu cara, William Shand
Deja de usar tu cara
Deja de usar tu cara!
Deja que tome su propio camino!
Dale la oportunidad y vé que sucede.
Pero creo que tenés miedo.
Conocés sus imágenes,
Y como ellas, supersticiosamente
modelan cada forma y color,
cambian el paisaje,
afable a veces
y casi espantosa otras.
Probablemente lo has intentado antes
y te has encontrado solo
tras una sórdida balaustrada
esperando que ellos vengan por vos.
Te ven pero se apartan de vos.
Tomando a cambio otras manos.
Entonces usa tu cara si es necesario,
llevala un día más,
pero hacelo sin malicia.
Deja al pánico gatear en ella.
William Shand
Shand concibe símbolos para el glorioso, tedioso y
horrible mundo contemporáneo. Ejercitan en este periodo de la historia la
misteriosa y antigua profesión de poeta es una enorme responsabilidad. Shand no
ignora esto y pesa sus palabras con temor y alegría (Jorge Luis Borges)
William Shand (Glasgow, 20 de diciembre de 1902 - Buenos
Aires, 8 de noviembre de 1997), fue un poeta, novelista, dramaturgo y traductor
argentino de origen escocés. Radicado desde 1938 en Argentina, al llegar en el
año 1938 trabajó en el diario La Nación como crítico literario y traductor.
Publicó las colecciones de poemas Dead season's heritage
(1942), Selected poems (1978), las ediciones bilingües Nine poems, Poemas y
varias compilaciones durante las décadas siguientes. En 1969 recopiló una
antología de autores argentinos que tradujo al inglés. Escribió los libros de
cuentos La obsesión de Branti (1975) y Cuentos completos (1987), entre otros
volúmenes. A partir de El guerrero ciego (1953) se dedicó también a la
dramaturgia. Así fue como en 1971 escribió junto a Alberto Girri el libreto
para la ópera Beatrix Cenci, de Alberto Ginastera, con cuya puesta en escena
colaboró en el Kennedy Center de Washington (EE.UU., 1971), el New York City
Opera (1973) y en el Teatro Colón (1992). Sus piezas dramáticas fueron reunidas
en Teatro (1989). Recibió tres fajas de honor de la Sociedad Argentina de
Escritores y tres premios municipales.
Tradujo al español a los poetas John Donne y Stephen
Spender.
Caracterizado como "un cuidadoso observador de la
sociedad argentina contemporánea", Shand frecuentemente abordó tópicos
altamente controvertidos y delicados". Dividió su tiempo viviendo es su
apartamento frente a la Plazoleta Carlos Pellegrini y su residencia en el
barrio de San Miguel.
15 de julio de 2022
Deja de usar tu cara, William Shand
Deja de usar tu cara!
Deja que tome su propio camino!
Dale la oportunidad y vé que sucede.
Pero creo que tenés miedo.
Conocés sus imágenes,
Y como ellas, supersticiosamente
modelan cada forma y color,
cambian el paisaje,
afable a veces
y casi espantosa otras.
Probablemente lo has intentado antes
y te has encontrado solo
tras una sórdida balaustrada
esperando que ellos vengan por vos.
Te ven pero se apartan de vos.
Tomando a cambio otras manos.
Entonces usa tu cara si es necesario,
llevala un día más,
pero hacelo sin malicia.
Deja al pánico gatear en ella.
William Shand
La poesía de Shand, vigorosa y elocuente, con cierto
humor, un humor mezclado con ternura ( tal vez compasión). Tales cualidades
pueden ser observadas en su visión dramática (Bernardo Canal Feijoo)
14 de julio de 2022
Sin paz para los buenos, William Shand
Sin paz para los buenos
No haya paz para los buenos! Hazlos retroceder!
Sin astas y sin alas!
Déjalos negar! Déjalos atreverse!
Les impondremos los fantasmas,
anunciaremos nuestro propósito
con armas templadas
en los himnos de nuestros ancestros.
No haya suelo para los buenos donde puedan crecer!
que ninguna lluvia humedezca sus cosechas!
Enciérrenlos encadenados en sus celdas!
Conocemos a ellos y sus cánticos;
sin ellos, se postrarán.
Serán esterilizados y entonces nos dejarán
Construir una gloriosa tierra de hombres crueles.
William
Shand
William
Shand pertenece a una raza. La más terrible, la más loca, extraña, la
más convulsiva, incomprendible y auténtica. Escribe sus poemas como si fuesen
relámpagos, hogueras de su sonrisa. Como si ofreciera una amistosa y fraternal
mano, como evadiendo territorios del amor con un millón de chispas doradas en
sus ojos, como si situase las ppalabras en un coloquio donde vibra su
propia resonancia. M. Petit de Murat
13 de julio de 2022
Ponte de pie, William Shand
William Shand (Glasgow, 20 de diciembre de 1902 - Buenos
Aires, 8 de noviembre de 1997), fue un poeta, novelista, dramaturgo y traductor
argentino de origen escocés. Radicado desde 1938 en Argentina, al llegar en el
año 1938 trabajó en el diario La Nación como crítico literario y traductor.
Publicó las colecciones de poemas Dead season's heritage
(1942), Selected poems (1978), las ediciones bilingües Nine poems, Poemas y
varias compilaciones durante las décadas siguientes. En 1969 recopiló una
antología de autores argentinos que tradujo al inglés. Escribió los libros de
cuentos La obsesión de Branti (1975) y Cuentos completos (1987), entre otros
volúmenes. A partir de El guerrero ciego (1953) se dedicó también a la
dramaturgia. Así fue como en 1971 escribió junto a Alberto Girri el libreto
para la ópera Beatrix Cenci, de Alberto Ginastera, con cuya puesta en escena
colaboró en el Kennedy Center de Washington (EE.UU., 1971), el New York City
Opera (1973) y en el Teatro Colón (1992). Sus piezas dramáticas fueron reunidas
en Teatro (1989). Recibió tres fajas de honor de la Sociedad Argentina de
Escritores y tres premios municipales.
Tradujo al español a los poetas John Donne y Stephen
Spender.
Caracterizado como "un cuidadoso observador de la
sociedad argentina contemporánea", Shand frecuentemente abordó tópicos
altamente controvertidos y delicados". Dividió su tiempo viviendo es su
apartamento frente a la Plazoleta Carlos Pellegrini y su residencia en el
barrio de San Miguel.
¡Ponte de pie, preséntate!
¡No te encojas detrás de tu vecino!
¡Muestra tu ser y todo lo que eres!
Atiesa tus rodillas, endurece tu pecho,
inaugura el espacio
donde puedas insertar
esos requerimientos de estaciones idas,
moldéalas a tu gusto
quebrando tácitos acuerdos.
¡Enfréntate a las masas!
Deja que te señalen
y con sarcasmo, míralas,
desmantelar sus fibras.
Quédate intacto con las armas
que nadie reconoce,
armas hechas por láminas secretas
de comprensión,
inexpugnables ante los asaltos.
¡Quédate donde estás!
Deja que otros se acerquen
con sus derrotas y sus furias.
Oye sus dogmatismos
empapados de víctimas
y arriésgate a entender
sus discrepancias.
La impaciencia no sirve
donde los medrosos nada innovan.
¡Recuéstate en el muro!
Ve cuán imperturbables
ellos rechazan la tendida mano,
sin querer liberar
los cómodos peligros
que merodean por sus sueños.
Danzan indiferentes
en cúmulos de corrupción;
han sucumbido las melodías.
…….No pudieron cumplir y se marcharon.
…….Aunque vivos, están junto a los muertos.
–
∇ Traducción
de Elizabeth Azacona CRANWELL- Buenos Aires, primavera de 1987.