2 de agosto de 2019

El eco, Jacques Sternberg


El eco

El asesino había pensado en todo. Había escogido un lugar especialmente desierto, un arma silenciosa y una víctima muy fácil de exterminar.
Todo ocurrió a las doce de la noche, tal como él lo había previsto. La víctima dejó escapar únicamente un grito ahogado, aunque bastante espantoso.
Sin embargo, mientras la víctima yacía inerte en el suelo, un eco reprodujo el grito agónico amplificándolo.
El asesino se sobresaltó y estuvo un rato atento. Después nada. Nada salvo silencio. Más calmado, enterró el cadáver en un terreno baldío, tal como lo había previsto. Y se dio a la fuga.
Al día siguiente, a las doce de la noche un paseante atravesaba aquel terreno baldío cuando el eco reprodujo el mismo grito espantoso del hombre asesinado en la víspera.
El paseante se detuvo, aterrorizado. Alertó a otros caminantes y después a la policía.
Buscaron, excavaron y por fin hallaron el cadáver e incluso el arma del crimen.
Y, cuando ya habían hallado un cuerpo y un arma...


Jacques Sternberg

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