El arquero
Aspiro el aire verde del campo
estremecido
y es como un pasto tibio y oloroso mi
vello.
Hay también una verde ternura en tu
vestido
y un murmullo de tierra se te paga al
cabello.
Como el labio de un brote mi tacto en tu
cintura
siente fluir la vida poderosa y
cimbreante.
Tu garganta es un pozo sonoro de
frescura.
El dulzor de la fiebre te sazona el
semblante.
Con un húmedo anhelo de planta trepadora
voy rasgueando tu cuello, tu escote, tu
corpiño.
te adormeces como una música y se colora
de atardecer tu rostro, mientras te
desaliño.
La sombra se lastima la enagua en un
alambre
que resentido acecha con sus uñas de
púa.
Un relincho nupcial punza como un
calambre
y es mi olfato en tu piel una terca
ganzúa.
Nos amamos. La noche se aplasta contra
un charco.
Besándote, he sorbido tu sangre como un
vino.
Y se yergue mi sed como apuntando un
arco
desde el temblor de tu alma al centro
del destino.
Osvaldo Guevara
De La sangre en armas
UniRío editora, Universidad nacional de
Río Cuarto 2015
No hay comentarios:
Publicar un comentario