El primer día, Dios se creó a sí mismo. Ha de haber un
comienzo para todo.
Luego creó el vacío. Encontró que le había quedado muy
muy grande, y se sintió impresionado.
El tercer día imaginó las galaxias, los planetas y los
soles. No se sintió excesivamente satisfecho, sin saber exactamente por qué.
El cuarto día hizo un poco de jardinería: decoró algunos
planetas elegidos con un verdadero sentido artístico, y se sintió feliz al
probarse a sí mismo que era un dios con gusto, destilando a través del universo
una sutil perfección.
El quinto día, sin embargo, para relajarse de los
esfuerzos de la víspera, decidió divertirse un poco: imaginó un mundo que no
era más que una flagrante falta de gusto, lo atiborró con horribles colores, y
lo pobló de una gran cantidad de repugnantes monstruos. Luego llamó a aquel
mundo la Tierra.
Jacques Sternberg
Fotografias de Lago Boca del río, Las Tapias, Traslasierra, Córdoba, Argentina
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