17 de enero de 2017

Lección 4 SCHOPENHAUER, Witold Gombrowicz

Lección 4 SCHOPENHAUER, Witold Gombrowicz

 Cristina Fernández Cubas en el prólogo  que escribió para la edición del libro Curso de filosofía en seis horas y cuarto de Witold Gombrowicz cuenta que estando ya enfermo muy grave, muy dolorido prácticamente de muerte, entre el 27 de abril y el 25 de mayo de 1969, el escritor polaco Witold Gombrowicz da en su domicilio de Vence, al sur de Francia, una especie de curso antiacadémico de filosofía a un auditorio reducido: su esposa Rita y el poeta Dominique de Roux, coautor de un libro de entrevistas a Gombrowicz publicado apenas un año antes.
El curso es un invento del joven poeta y ocurrente amigo de Witold no sólo para distraer del dolor al enfermo sino para hacerle olvidar la recurrente idea del suicidio, ya había pedido un arma y veneno. Como toda ayuda, el "profesor" Gombrowicz recurre a viejas anotaciones y a un puñado de libros que compró en la Argentina, durante su estadía de años. Entre esos libros se cuenta una edición de 1948 de las Lecciones preliminares de filosofía, de Manuel García Morente.
 Witold Gombrowicz de CURSO DE FILOSOFÍA EN SEIS HORAS Y CUARTO

Lección cuarta

Jueves, 1 de mayo de 1969

SCHOPENHAUER

Después de Kant hay una línea de pensamiento que podría dibujarse así:
Fichte
Schelling.  Idealismo alemán
Hegel
«Idealismo», ¿por qué?  Porque la filosofía subjetiva se ocupa de las ideas.
Kant tuvo dos sucesores (cosa curiosa) de dos géneros diferentes:
Schopenhauer
Nietzsche

Arthur Schopenhauer (siglo XIX).
Nacido en Danzig.
 Adopta el sistema kantiano con una formidable diferencia, que consiste en esto.
Después de Kant todos los filósofos quisieron ocuparse de la cosa en sí, de lo absoluto.  Ahora bien, Schopenhauer se levanta y dice: «Resulta que nadie sabe lo que es la cosa en sí, pues bien, yo lo sé».
El mundo queda estupefacto y Schopenhauer prosigue: «Lo sé por intuición interior».  Intuición significa un saber directo, no razonado sino «absoluto».
El razonamiento de Schopenhauer es el siguiente.
El hombre es también una cosa.  Por tanto, si yo soy una cosa, tengo que buscar en mi intuición mi absoluto, aquello que soy en mi esencia.  Y, dice Schopenhauer, «sé que la cosa más elemental en mí, la más fundamental, es la voluntad de vivir».
Aquí se abre la puerta de un nuevo pensamiento filosófico: la filosofía deja de ser una demostración intelectual para entrar en contacto directo con la vida.  Para mí (en Francia casi nadie comparte mi opinión) éste es un momento extraordinariamente importante, que abre la vía a la voluntad de poder de Nietzsche y a toda la filosofía existencias.  Es preciso comprender que el sistema metafísico de Schopenhauer carece de firmeza; en este sentido, Schopenhauer no expresó nada sólido.  Supongo que ésta es la razón de que no se haya mantenido como filósofo.
PERO, ¿QUE ES LA FILOSOFÍA?  Ningún sistema filosófico dura mucho tiempo. Pero la filosofía tiene para mí EL VALOR SUPREMO DE ORGANIZAR EL MUNDO EN UNA VISIÓN.
Por ejemplo, existen los universos kantiano o hegeliano, extremadamente grandiosos; existe el de Nietzsche, y ahí es donde Schopenhauer es importante.
Pasemos de esta visión de Schopenhauer al mundo schopenhaueriano.
Se trata de la primera vez que la filosofía toca la vida.
¿Qué es la voluntad de vivir en Schopenhauer?
El mismo dice que emplea estas palabras porque no le viene a la mente nada mejor.  A decir verdad, se trata más bien de la voluntad de ser, porque para Schopenhauer no solamente el hombre y los animales quieren vivir sino también la piedra que resiste o la luz que persiste.  Schopenhauer dice que esto es el noúmeno kantiano, que esto es lo absoluto.
IMPORTANTE: para Schopenhauer se trata, en el sentido metafísico (más allá de la física), de una sola voluntad de ser, absolutamente idéntica para mí y para esta mesa.
Esta voluntad de vivir, para manifestarse como fenómeno, debe revestir (frase incompleta).
Debe estar en el espacio y el tiempo, en el orden numérico de las cosas.  Es una sola, porque el mundo nouménico no conoce ni tiempo ni objeto, ni nada de todo esto.
Pero cuando esta voluntad de vivir pasa al mundo fenomenológico, se convierte en un fenómeno limitado en el tiempo y el espacio, y entonces se divide de forma inexorable.  Como consecuencia de una ley que Schopenhauer llamaba principium individuationis, se convierte en individual y particular.  Lo repito: Kant demostró que nunca podemos penetrar en el mundo del noúmeno; por ejemplo, es imposible probar la existencia de Dios con un razonamiento.  En este sentido Kant dijo que nuestra razón está limitada al mundo fenomenológico.  El tiempo y el espacio no están fuera de nosotros; el sujeto pensante los introduce en el mundo; no podemos, por tanto, percibir nada infinito y universal como Dios.
Solamente en el tiempo y en el espacio puede el noúmeno manifestarse como fenómeno. Por este motivo dice Schopenhauer que la voluntad de vivir es un noúmeno, está fuera del tiempo y del espacio, es en sí y puede manifestarse tan sólo cuando llega a ser fenómeno (limitado en el tiempo y el espacio).
Cuando la voluntad de vivir se manifiesta en el mundo fenomenológico, se divide en una innumerable cantidad de cosas que se devoran mutuamente para vivir.  El perro devora al gato, el gato al ratón, etcétera.
El gran mérito de Schopenhauer consiste en haber encontrado algo tan decisivo como esto: la muerte, el dolor y la guerra eterna con que cada ser ha de habérselas para sobrevivir.
Siempre he considerado que la filosofía no debe ser intelectual sino algo que arranque de nuestra sensibilidad.  Por ejemplo, para mí, el solo hecho de que soy consciente de la existencia de un árbol no tiene importancia hasta el momento en que éste me procura placer o dolor.  Sólo así se hace importante.  Esta es la idea que intento introducir en las entrevistas, etcétera.
Nos encontramos en un mundo absolutamente trágico. Se dice de Schopenhauer que es un pesimista. ¡Eso es decir demasiado poco!  Es al mismo tiempo una visión grandiosa y trágica que coincide, ¡ay!, perfectamente con la realidad.  Schopenhauer deduce varias consecuencias de su sistema.
Por ejemplo, la naturaleza no se preocupa de los individuos, sino de la especie.  Millones de hormigas tienen que morir para engendrar la especie.  De igual forma, si un hombre se sacrifica en una batalla, es también por el mismo motivo.  En fin, Schopenhauer era un misógino furioso por la sencilla razón de que la mujer se encarga de la prolongación de la especie.  Decía que tampoco en el amor puede existir la felicidad personal, porque el individuo queda sacrificado a la especie.  Resulta muy emotiva la atención con la que el joven contempla a una muchacha y viceversa.  Solamente quieren saber si podrán tener hijos «de buena calidad».
En el sexo opuesto uno busca a su contrario: nariz grande, nariz pequeña, etcétera.  El hombre no puede llegar a la felicidad individual.  Su voluntad de vivir le obliga a devorar a los demás o a ser devorado por ellos.  En consecuencia, Schopenhauer hace un análisis de los diversos sentimientos nobles (ejemplo: el amor al hijo en la mujer); demuestra que todo ello va contra la felicidad individual.  Después, muestra asimismo que lo que llamamos felicidad o placer no es más que el apaciguamiento de un malestar.  Si sentís placer cuando os coméis un filete, es porque antes teníais hambre. Para Schopenhauer la vida es un malestar continuo y criminal.
¿Cuál es la posibilidad, según Schopenhauer, de salir de este conflicto infernal?
¿El suicidio?  No, éste no sirve de nada puesto que al suicidamos tan sólo confirmamos nuestra voluntad de vivir.  Pues si me suicido es porque mi voluntad de vivir no ha sido satisfecha.
La única forma de separarse de la voluntad de vivir es la renuncia.
Yo mato en mí mi voluntad de vivir.
Esto es lo que condujo a Schopenhauer hacia la filosofía hindú y oriental, que proclama precisamente la contemplación y la renuncia a la vida.
Hay que decir que se trata de una tesis un poco artificiosa, y que la parte de su obra El mundo como voluntad y representación dedicada a la filosofía oriental es la menos convincente.




Witold Gombrowicz de CURSO DE FILOSOFÍA EN SEIS HORAS Y CUARTO

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