Witold Gombrowicz de CURSO DE FILOSOFÍA EN SEIS HORAS Y
CUARTO
Lección tercera
30 de abril de 1969
Tercera parte de la Crítica de la razón pura Posibilidad
de los juicios sintéticos metafísicos
Metafísica:
todo lo que no es físico, como el alma, el mundo y Dios.
Estos tres elementos no son percepciones directas (como
una silla) sino que son síntesis. Ahora
bien, el alma es la síntesis de todas las impresiones porque para el hombre es
su yo (el alma) el que asimila todas las impresiones. El alma es la que recibe las percepciones.
La segunda síntesis, es decir, la del mundo, es la
síntesis de todas las cosas. Ahora bien,
la crítica de la idea del alma consiste en demostrar que todas nuestras
percepciones están dentro del tiempo pero que el alma no está dentro del
tiempo. El alma es inmortal.
Kant pasa entonces a la idea del Cosmos- es decir, del mundo. Y muestra que hay cuatro antinomias de la
razón pura que se excluyen la una a la otra.
Primera antinomia.
El mundo tiene un comienzo en el tiempo y límites en el
espacio. Ahora bien, esto carece de
sentido porque, cuando el conjunto del mundo (de las cosas) termina, aún
tenemos el espacio y el tiempo. Pero
como el mundo es la síntesis de todo, no puede limitarse a un todo
limitado. Es preciso ver aquí cierto
pensamiento filosófico que consiste en reducir las cosas a evidencias.
Segunda antinomia.
El cosmos se compone a la vez de elementos divisibles y
de elementos indivisibles. Esta
antinomia puede reducirse a lo que podríamos llamar la limitación de la
cosa. La cosa (o el objeto) ha de ser
forzosamente limitada para que sea una cosa.
Por esta razón el tiempo y el espacio no pueden ser considerados como
una cosa. Ahora bien, el concepto de
cosa, para llegar a la plenitud, a la fuerza debe llevar inserto el tiempo y el
espacio, puesto que Cosmos significa absolutamente todo cuanto existe.
Tenemos aquí una contradicción, porque el Cosmos debe ser
¡limitado en el tiempo y el espacio para incluirlo absolutamente todo. Es lo que sucede cuando tomáis un objeto:
podéis dividirlo sin cesar. No hay
límites para ello. La idea de objeto
contiene por tanto una contradicción, puesto que debe ser al mismo tiempo
limitado e ilimitado.
Tercera antinomia de la idea del Cosmos.
Para nosotros el Cosmos ha de tener una causa, puesto que
[frase incompleta] idea interiormente contradictoria.
Cuarta antinomia.
Dios debe existir para nosotros y al mismo tiempo no
puede existir. Kant enumera aquí tres
argumentos teológicos que demuestran la existencia de Dios. Ahora bien, [frase incompleta].
Primer argumento: ontológico.
Ontológico significa todo cuanto concierne al ser. Tenemos una idea de Dios como un ser
perfecto. Pero, un ser perfecto, para
tener la perfección debe tener también la cualidad de existir. Este argumento me parece demasiado
retorcido. Kant dice que la categoría de
existencia es una percepción. Ahora
bien, Dios no puede ser percibido.
Segundo argumento: cosmológico. El mundo debe tener una causa, pues, según la
categoría de causalidad, todo debe tener una causa. Si es así, Dios debe tener también una causa.
Tercer argumento: teleológico. Telos significa finalidad. Todo lo que está en el mundo debe tener una
finalidad, debe ser obra de Dios. Pero
si Dios es teleológico, entonces El mismo debería haber sido creado para un
fin.
Kant subraya que los errores de la metafísica provienen
de que ésta actúa fuera de los límites de la experiencia y de su empleo de las
categorías.
Llegamos a la última tesis de la Crítica de la razón
pura. Kant demuestra que nuestra razón
no basta para descubrir lo que él llama el noúmeno. Por ejemplo, si veis un objeto, tenéis la
impresión de que es un objeto blanco hecho de cierta forma, etcétera. Pero basta ponerse unas gafas amarillas para
que todo cambie. Imaginad una hormiga
que mira el mismo objeto y no lo ve más que en dos dimensiones y no tres. Pues bien, para una hormiga o para una
persona que se ponga unas gafas amarillas, el objeto cambiará.
Kant se pregunta si la razón pura puede descubrir el
objeto en sí, objetivamente, con independencia de nuestras maneras de percibirlo. Comprueba que es imposible; nunca podemos
saber lo que es el noúmeno, lo absoluto, en sí, independientemente de nuestras
percepciones. Estamos limitados al mundo
fenomenológico. Esto es importante
porque vais a encontrar este problema en Husserl, en Hegel, etcétera. Nuestra razón debe limitarse al mundo
fenomenológico.
El fenómeno es lo que yo veo según mi facultad y mi forma
de ver las cosas: Psina* para mí es blanco, en el tiempo y el espacio. Es el fenómeno. El noúmeno (lo absoluto) consiste en
preguntarse: «¿cómo es Psina, no para mí, sino en sí?».
La crítica kantiana es una limitación del
pensamiento. El pensamiento humano se
consideraba capaz de comprenderlo todo.
Pues bien, después de Kant, por no hablar de Descartes, el pensamiento
sufre una reducción y esta reducción es extremadamente importante. Ella demuestra que el pensamiento llega a
cierta madurez, comienza a conocer sus límites, y vais a encontrar en toda la
filosofía posterior, por ejemplo en Feuerbach, en Husserl, en Marx, etcétera,
la misma tendencia a reducir el pensamiento.
Hoy en día la filosofía no consiste en buscar una verdad absoluta, como
la existencia de Dios, sino que se halla más limitada, se limita solamente al
mundo fenomenológico, o reemplaza la pregunta: «Qué es el mundo» por «Cómo
transformar el mundo» (Marx) y encuentra la expresión más pura en el método
fenomenológico de Husserl, que no se interesa en absoluto por el noúmeno sino
por el fenómeno.
Crítica de la razón práctica, segunda gran obra de Kant.
Esta obra está hoy en día superada, aunque contenga
pasajes muy auténticos. Kant quiso
llevar a cabo en ella al o parecido a la Crítica de la razón pura. Pero si ésta habla de los juicios mediante
los cuales se puede conocer el mundo, la Crítica de la razón práctica se ocupa
de los juicios que califican las cosas (la calidad de las cosas). Ejemplo: este hombre me gusta, este pan es
bueno.
Aquí percibimos los juicios como juicios imperativos.
Crítica de la razón pura: se trata de comprender, de
saber.
Crítica de la razón práctica: se trata de lo que debo
hacer, obrar (moral).
Ahora bien, los imperativos pueden ser hipotéticos o
categóricos.
Categóricos, cuando la voluntad es autónoma y no está
condicionada por nada. Ejemplo: «Hay que
ser moral» es categórico. No depende de
ninguna condición. Si digo que debo ser
moral para ir al cielo o para obtener el respeto de la gente, ya es un
imperativo hipotético.
Esto es importante porque en nuestra época se confunden
estas cosas.
Para Kant el imperativo moral ha de ser desinteresado.
Ahora la moral depende enteramente de la voluntad. Cuidado: se trata de leyes kantianas que se
interpretan de forma confusa. Ejemplo:
si mi madre está enferma y yo, con la mejor voluntad de curarla, le doy por
error un medicamento mortal, desde el punto de vista moral, he actuado
correctamente.
Por esta razón, es preciso juzgar por sus intenciones a
los mayores monstruos de la historia: Hitler y Stalin.
Si Hitler consideraba que los judíos eran la enfermedad
del mundo, entonces actuó de forma correcta desde el punto de vista moral,
aunque estuviera equivocado. Pero si
hizo aquello por interés personal, entonces fue una inmoralidad. La moral, para Kant, es la voluntad moral, la
buena voluntad.
Aristóteles: la
clasificación, el orden el mundo objetivo.
El hombre considerado como objeto, animal.
Marx. Para Marx el
hombre es objeto. [Witold se opone.] El artista debe estar dentro de lo
subjetivo.
Leer la biografía de Kant escrita por Thomas de Quincey.
* Psina, el perrito de Gombrowicz.
Witold Gombrowicz de CURSO DE FILOSOFÍA EN SEIS HORAS Y
CUARTO
Cristina Fernández Cubas en el prólogo que escribió para la edición del libro Curso
de filosofía en seis horas y cuarto de Witold Gombrowicz cuenta que estando ya
enfermo muy grave, muy dolorido prácticamente de muerte, entre el 27 de abril y
el 25 de mayo de 1969, el escritor polaco Witold Gombrowicz da en su domicilio
de Vence, al sur de Francia, una especie de curso antiacadémico de filosofía a
un auditorio reducido: su esposa Rita y el poeta Dominique de Roux, coautor de
un libro de entrevistas a Gombrowicz publicado apenas un año antes.
El curso es un invento del joven poeta y ocurrente amigo
de Witold no sólo para distraer del dolor al enfermo sino para hacerle olvidar
la recurrente idea del suicidio, ya había pedido un arma y veneno. Como toda
ayuda, el "profesor" Gombrowicz recurre a viejas anotaciones y a un
puñado de libros que compró en la Argentina, durante su estadía de años. Entre
esos libros se cuenta una edición de 1948 de las Lecciones preliminares de
filosofía, de Manuel García Morente.
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