Hacia mi mismo
Uno de mis deseos es que aquellos árboles
oscuros,
Tan viejos y firmes que la brisa apenas los
penetra,
No fuesen la máscara de una penumbra
discreta,
Estiradas sombras, lejos al borde del
destino.
No he de ser retenido, pero en ese algún
día,
En su inmensidad debería escabullirme,
Intrépido, buscando incesante la tierra
abierta,
O el sendero donde la rueda lenta vierte
arena.
No veo por qué yo debería volver,
O por qué los otros mis pasos deben
rastrear
Para alcanzarme, pues deberían extrañarme,
Sabiendo largo tiempo que todavía los amo.
No me encontrarían distinto del que
supieron contemplar,
Sólo más seguro de que aquello que pensaba
era verdad.
Robert Frost
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