El Automóvil Verde, Allen Ginsberg
Si tuviera un Automóvil Verde
Me
iría a buscar a mi viejo compañero
a su
casa en el océano Occidental.
Ha! Ha! Ha! Ha!
Ha!
Tocaría mi bocina ante su viril verja,
en el
interior su mujer y tres
niños
despatarrados desnudos
en el suelo del
cuarto de estar.
El saldría corriendo
hasta mi coche lleno de heroica cerveza
y
saltaría gritando al volante
porque él
es mejor conductor que yo.
Peregrinaríamos al monte más alto
de
nuestras anteriores visiones de las Montañas Rocosas
riéndonos
el uno en los brazos del otro,
nuestro
deleite sobrepasando las más
altas Rocosas.
y después de la vieja agonía, borrachos de años nuevos
saltando hacia el nevado horizonte
el
salpicadero reventando de bop original
bólido
en la montaña
sacudiríamos la nubosa autopista
donde ángeles de ansiedad
se
tambalean entre los árboles
y huyen gritando
del motor
arderíamos toda la noche en el pico frondoso de pinos
vistos desde Denver en la oscuridad del verano,
innatural
resplandor semejante al del bosque
iluminando la cumbre de la montaña:
infancia juventud ancianidad & eternidad
se
abrirían como dulces árboles
en
noches de otra primavera
dejándonos pasmados de amor,
porque podemos ver juntos
la
belleza de las almas
ocultas
como diamantes
en el reloj del mundo,
igual que los magos Chinos pueden
maldecir a los inmortales
con nuestra intelectualidad
ocultos en la neblina,
en el Automóvil Verde
que he inventado
imaginado y visualizado
por
las carreteras del mundo
más real que el motor
en un
sendero del desierto
más
puro que el Greyhound y
más rápido que el
reactor físico
Denver! Denver! volveremos
rugiendo a través de la pradera del edificio
City & County
que
capta la pura llama esmeralda
que floree en la
estela de nuestro auto.
¡Esta vez compraremos la ciudad!
Hice
efectivo un gran cheque en el banco de
mi cráneo
para
fundar un milagroso colegio del cuerpo
en
lo alto del tejado de la terminal de autobuses
Pero primero recorreremos las paradas del centro,
billar
posada de mala muerte antro de jazz cárcel
casa
de putas Folsom abajo
hasta
las más oscuras callejas de Larimer
presentando nuestros respetos al padre de Denver
perdido en las vías del tren
estupor de vino y silencio
saludando el
barrio bajo de sus décadas,
saludarle a él y a su santa maleta
de
oscuro moscatel beberemos
y
reventaremos las dulces botellas
sobre Diesels
como muestra de fidelidad
Entonces iremos conduciendo borrachos sobre los bulevares
donde marchan ejércitos y hacen aún paradas militares
tambaleándose bajo la invisible bandera de la Realidad---
Lanzados a lo largo de la calle
en el auto de nuestro destino
compartimos un cigarrillo arcangélico
y nos leemos el futuro el uno al otro:
famas de sobrenatural iluminación,
desolados y
lluviosos espacios de tiempo,
gran arte
aprendido en la desolación
y
nos separamos después de seis décadas
Y en un cruce de asfalto,
nos encargamos el uno del otro con principesca
suavidad una vez más, recordando
famosas charlas
muertas de otras ciudades.
El parabrisas está lleno de lágrimas
la lluvia humedece nuestros pechos desnudos,
nos arrodillamos juntos en la sombra
en medio
del tráfico nocturno del paraíso
y ahora renovemos el solitario juramento
que nos hicimos
hacer el uno al otro
una vez en Texas:
No puedo inscribir
aquí...
................
................
¿Cuántos sábados por la noche se convertirán
en
borrachera por culpa de esta leyenda?
¿Cómo vendrá la joven Denver a llorar
a su
olvidado ángel sexual?
¿Cuántos muchachos golpearán el piano negro
en
imitación de los excesos de un santo nativo?
o ¿cuántas muchachas caerán lascivamente bajo
su espectro
en las escuelas superiores de noche melancólica?
Mientras continuamente en la Eternidad
en
la tenue luz de la radio de este poema
nos sentaremos
tras sombras olvidadas
pestando
atención al jazz perdido de todos los sábados.
Neal, ahora seremos héroes de verdad
en una guerra entre
nuestras vergas y el tiempo:
seamos los ángeles
del deseo del mundo
y
llevémonos el mundo a la cama con nosotros
antes de morir.
Durmiendo solo, o con compañero,
muchacha o marica, oveja o sueño,
fallaré por falta
de amor, tu saciedad:
todos los hombres caen, nuestros padres cayeron antes,
pero el resucitar esa carne perdida
no es más que trabajo de un momento
para la mente:
un intemporal monumento al amor
en la imaginación:
monumento construido con nuestros propios cuerpos
consumidos por el poema invisible---
Nos
estremeceremos en Denver y aguantaremos
aunque la sangre
y las arrugas cieguen nuestros ojos.
Así este Automóvil Verde:
Te
doy en vuelo
un regalo, un regalo
de mi imaginación.
Iremos montados en él
sobre las
Rocosas
seguiremos montados
en él
toda la noche hasta el amanecer,
y después de vuelta a tu vía férrea, el SP
tu casa y tus hijos
y destino de pata quebrada
montarás planicies abajo
por la mañana: y de vuelta
a mis visiones, mi oficina
y mi
apartamento del este
volveré a Nueva York.
Nueva York (1953)
Allen Ginsberg
Allen Ginsberg de
Sandwiches de realidad
1953-60 He emborronado en secreto estos cuadernos
para mi propia satisfacción
Traducción de Antonio Resines
VISOR MADRID 1978
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