Desde niño extravío mis juguetes preferidos.
Discos, libros, amores, recuerdos, amigos,
algún cassette, algún CD, algunas
ilusiones,
un puñado de versos en el cesto de papeles.
Muchas de mis cosas desaparecen
espontáneamente
sin una explicación posible.
Desde chico escribo con palabras que pierdo
y me critican porque mis textos son
rebuscados.
Desde pibe quemo poemas para exorcizar
los demonios que carcomen mi interior.
Desde que tengo memoria me gusta estar solo
mientras la gente por virtud de su
ingenuidad
caen presa de la inexplicable necesidad
de contacto humano
y desde niño las relaciones sociales
me dan asco y repulsión.
Desde siempre construyo muros para
aislarme,
desde siempre esas paredes terminan
aplastándome.
Desde que tengo memoria soy reacio a hablar
con la gente,
a hacer amistades, a llevar adelante
conversaciones que no me interesan.
Son tan difíciles e irrazonables los
extremos.
Levantas la sabana y el vacío te cubre, te
arropa.
Desde pequeño la desconfianza juega de
tarde en tarde
a la escondida con mis ideas.
Y desde que tengo uso de razón
el paraíso de los desperdicios
viene a abrigarme.
Jose Luis Colombini
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