25 de febrero de 2023

1.000 Maneras trágicas gauchescas de abandonar este valle de lágrimas. I


 

1.000 Maneras trágicas gauchescas de abandonar este valle de lágrimas.


I
 
A principios del siglo XX se reúnen en la pulpería de San Javier, Hormiga Fucsia y Porfirio Contrera. Mientras comparten una Bidu Cola con canapés, y escuchan en la rockola un tema de Loco Mía, pregunta el primero: -¿Así que se murió el Rudencindo?
-Así es Hormiga. El pobre estaba trabajando de jardinero en la estancia de Nicomedes Palacios. Desde el amanecer una fina llovizna caía de manera intermitente. Se había puesto a cortar el pasto con una cortadora a explosión que carecía de la bolsa recolectora. Los húmedos restos de pasturas eran expulsados hacia atrás adhiriéndose en la humanidad del Rudecindo. Pasadas unas tres horas, tanto pasto mojado tenía en el cuerpo que únicamente se le veían los ojos. Había dejado de llover, y agotado por el esfuerzo que implica usar la máquina cuando hay mucha humedad, se recostó en el suelo apoyando su cabeza sobre una piedra, y sin proponérselo se durmió. Fue entonces que apareció a todo galope uno de los caballos de la estancia.
-No me diga que lo pisó, provocándole heridas que desencadenaron el fatal desenlace.
-No, pisar no lo pisó. Sucedió algo peor, el matungo se lo morfó.
 
 
Víctor Saturni

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