25 de agosto de 2022

Con estas mismas manos, Elvio Romero


 
CON ESTAS MISMAS MANOS . .
 
 
Con estas mismas manos, tenaces herramientas
que aguzan tenazmente sus fabulosas llamas,
que con sus diez calientes martillos constelados
yerguen antorchas frescas de semilla labrada,
hemos de abrir caminos a las constelaciones
para que un día bajen a besar las escarchas,
a inaugurar un sitio de sencilla hermosura
donde edificaremos con luz las nuevas casas.
 
Con estas mismas manos que no siempre pudieron
detener su torrente de soledad amarga,
el turbulento río de las venas purpúreas
que en un telar perenne de vida se crispaban
cuando el dolor tendía sus mantones sangrientos,
cuando la noche oscura colmaba las mañanas,
¿cómo no abrir un hito de dulzura y laureles
para el suspiro tenue de las nuevas muchachas?
 
Con su férrea materia de incorruptible liquen
una profunda tierra labraremos mañana,
donde apetezca el rayo puntas de fortaleza
y apaciguadamente repose en las guitarras,
donde el claror sidéreo de las Siete Cabrillas
arroje polvaredas de luz en las comarcas,
hasta que el aire ciego, clavel de maravillas,
tenga voz de cristales donde un niño descansa.
 
Estas dos talladuras de quebrachos fluviales,
de ingente piedra y monte y opulencia clara,
que anhelan el linaje secreto de los hombres
proclamando el austero señorío del alba,
habrán de ser pacientes custodios del sagrado
y minucioso germen que inaugura su magia
sobre el troquel radiante de los hechos futuros,
sobre el crisol humilde de la nueva esperanza.
 
No tendrán para entonces sus poderosos cauces
menesterosas sombras ni surgen tes de lágrimas,
viejo rencor nocturno congelándole el hilo
del fervor calcinado que irá hasta sus espadas;
no han de tener raíces de temblor compungido,
no han de tener rumores de sangre castigada,
no han de tener recuerdos de linaje ultrajado,
¡no han de tener ramajes de vida triturada!
 
Con estos dos metales fundidos que las hondas
noches carbonizadas y el mediodía abrasan,
con estos dos tizones de fuego saludable
con implacables chispas de herrería golpeada,
grávidos de energía como cántaros hechos
en vieja alfarería de tierras hacinadas,
habrán de abrirse rutas jóvenes de aventuras
—con el honor a cuestas—, ¡ganada la batalla!
 
 
Elvio Romero
De Días Roturados
(Edit. Lautaro, 1948)

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