27 de agosto de 2022

Amor sobre el rocío, Elvio Romero

AMOR SOBRE EL ROCÍO
 
 
¡Déjame aquí, muchacha,
sobre el mismo fragor en paz del monterío;
déjame en el rumor de estos parajes
por donde el viento esparce gorjeos y panales
en veraniega crestería agraria!
 
Ponme la mano al hombro,
sacúdeme los párpados de polvareda antigua,
soléame a arrebol de mansedumbre
y que yo desde el fondo del corazón te mire
los ojos, los ojos taciturnos,
ésos que aquí semejan en el momento ufano
dos fulgores de oscura hechicería.
¡Qué fresca está la cuna
que establece el rocío sobre el prado!
¡Qué quietud labradora! ¡Qué encendidos los chorros
de vapor del hocico de los bueyes!
¡Qué picoteo leve el de los pájaros
que en la alberca recuerdan la alegría!
 
¡Déjame, amor, besarte
en las tranquilas horas del silencio;
sorberme la fragancia de esos parrales húmedos,
fugarme en la frescura de tu boca,
con ese aliento tibio de las recién casadas
con aflicción de cereal molido!
 
Se emociona la tarde
sobre el enjambre verde de las ramas;
los cencerros se alhajan de rumores antiguos
y a mí me enfada ver que los azahares,
con dulce displicencia,
ocupan mi lugar, entre tus faldas.
 
Las manos se me quedan
como segando hierbas en tu pelo.
Todo está nuevo, todo.
La alacena me ofrece
frutos que germinaron de tus labios, ,
En el suelo la rueca, tus vestidos al viento,
¡florido el corazón, floridos los naranjos!
 
Tiende el mantel. Y espérame . . .
Hoy siento que los surcos se inauguran
como inaugura un hijo su voz en las entrañas.
¡Déjame espolvorearte con la barba
del maíz amarillo
como un ave que en tiempos de la siega
espolvorea mieses en la tierra!
 
Sólo una vez, muchacha,
besándonos, amándonos, con el fervor a cuestas,
encendidos de amor y atalayando el sol. . .
 
Elvio Romero
 

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