IBA LA FELICIDAD
Iba la felicidad
en cuatro remos volando
en el cielo del río
hacia el fondo de la tarde.
La felicidad buscaba
el secreto de la tarde,
y no podía encontrarlo,
pues su misterio
huía
cada vez más, de tan diáfano.
. . .Y no podía encontrarlo.
Pero cantó, y el sensible
cristal íntimo se hirió:
el canto había encontrado
el secreto de la tarde.
A cuatro remos venía
la felicidad aleteando
desde el fondo de la tarde.
Un largo rosa
espectral
era el cielo del río.
La felicidad venía
de doble sombra callada.
Un hastío de agua-fuerte
era el paisaje del río.
Pero arriba se abrían guiños
de innumerable dulzura.
Juan L. Ortiz
De El agua y la noche (1924-1932)
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