GARCÍA LORCA...
Iba con un énfasis todo infantil con el hallazgo
de las canciones del pueblo.
Oh gracia fresca
del pueblo para decir su alegría, su dolor,
la pesadilla terrible de su vida
donde veía las sombras de la fatalidad, por veces:
un niño en los infiernos con las alas del ángel de la
melodía!
Qué soplo en los cantos! A veces, oh, qué viento! en las
[canciones.
Pero él no quería poner ritmo al viento
porque escuchaba a la secreta sangre, a la profunda
sangre, y era en la luz antigua, y viva, y eterna, de la tierra y el cielo:
resplandor: el más puro; aroma: el más etéreo, del gran
[niño doliente que hoy madura entre las balas,
o música de las músicas que venían como un río viejo de
los
[primeros sufrimientos y de las primeras nostalgias,
de las primeras rebeliones y también de las primeras
fiestas!
—oh, qué surtidores de gracia él curvaba como un mago—
Azucena aparecida
o caballo alado que viene de los olivares
tocando alarmas en su galope de sueño
porque la tierra está toda sonora:
increíblemente tronchada,
o cazado a tiros, oh poetas, en la noche estúpida y
cobarde!
Juan L. Ortiz
De El ángel inclinado (1937)
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