La bienvenida
Sí, puedes fijar esta morada.
Te aceptan sin violencia las corolas,
sus bucles perciben el parentesco,
la expansión de labios que te anuncia
en los períodos propicios.
No extreman su saludo:
de piel a piel aprecian la sexual cortesía,
fraternidad que conmueve
vientres y estambres.
No dudes, mira con atención
cómo su muda incontinencia
ignora, como tú, al tiempo:
de su vitalidad será la tierra
después del fuego.
Rodolfo Godino
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