Cuento de lunes
enloquecido
- He venido a
matarlo - dijo el empleado de más antigüedad.
- Sea realista -
dijo el banquero, imperturbable -. Piense que veinte años atrás, podría haber
comprado un fusil. Quince años atrás, una pistola 32. Diez años atrás, cuchillo
de mesa. Pero hoy apenas le alcanza para un alicate, un desafilado y endeble
alicate nacional. En suma, usted no está en condiciones de matar a nadie.
- Sin embargo, he
venido a matarlo - dijo el empleado.
- Ridícula
pretensión la suya - dijo el banquero - Trae usted las manos vacías y no se le
notan bultos sospechosos en los bolsillos...
- Aún así, voy a
matarlo - dijo el empleado.
- ¿Pero cómo? -
dijo el banquero, al fin intrigado - ¿Cómo lo hará usted?
- Así - dijo el
empleado y comenzó a desanudarse la vieja y sucia corbata endurecida como una
soga.
Eugenio Mandrini
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