30 de octubre de 2021

Como reina que acaba, Néstor Perlongher

COMO REINA QUE ACABA
 
Como reina que vaga por los prados donde yacen los restos
         de un ejército y se unta las costuras de su armiño raído
         con la sangre o el belfo o con la mezcla de caballos ly
         bardos que parió su aterida monarquía
 
así hiede el esperma, ya rancio, ya amarillo, que abrillantó
         su blondo detonar o esparcirse — como reina que abdica —
         y prendió sus pezones como faros de um vendaval confuso,
         interminable, como sargazos donde se ciñen las marismas
 
Y fueran los naufragios de sus barcas jalones del jirón
         o bebederos de pájaros rapaces, pero en cuyo trinar
         arde junto al dolor ese presentimiento de extinción
         del dolor, o una esperanza vana, o mentirosa, o aún más
         la certidumbre
 
de extinción            de extinción            como un incendio
 
como una hoguera cenicienta y fatua a la que atiza apenas el
aliento de un amante anterior, languidecente, o siquiera
el desvío de una nube, de un nimbo
 
que en el terreno de estos pueriles cielos equivale a un amante,
por más que este sea un sol, y no amanezca
 
y no sé dé a la luz más que las sombras donde andan las arañas
las escolopendras con sus plumeros de moscas azules y
amarillas
 
 (Por un pasillo humedecido y hosco donde todo fulgor
 
         se desvanece)
 
Por esos tragaluces importunas la yertez de los muertos, su
molicie, yerras por las pirâmides hurgando entre las
 
         grietas, como alguien que pudiera organizar los sismos
 
Pero es colocar contra el simún tu abanico de plumas,
como lamer el aire caliente del desierto, sus hélices
 
         resecas
 
 
Néstor Perlongher
 

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