3 de enero de 2021
Noche V, Torquato Tasso
Noche V
Cortesano; respóndeme y sé veraz. ¿Sigues tú a nuestro príncipe animado tan sólo por la esperanza de arrancar de sus manos alguna liberalidad? -Yo le sigo por un sentimiento puro. Alfonso es tal, que aunque fuese menos rico y poderoso se haría amar del mismo modo. -¿Es decir que tú le amas?
-Sí. -¿Y qué haces para demostrarle tu amor? -Le presto mis servicios siempre que se digna emplearme en alguna cosa.
Eres prudente; pero no siendo yo cortesano como tú, hago, sin embargo, mucho más por él. Le preparo un asiento en el templo eterno de la inmortalidad al lado de los más grandes héroes.
Pero antes te lo preparas a ti mismo.
Hay en esto una diferencia que se hace notable. Tú sigues al príncipe y le sirves; pero esto lo harás principalmente porque esperas con su protección hacer tu fortuna; y si yo quisiese, podría excluirte de la que me preparo a mí mismo. Él no me paga; porque ni aun esto puede hacer, pues todos sus Estados y todas sus riquezas no serían bastantes para satisfacerme.
A mí me parece que pones en muy alto precio esta merced que tú le haces. ¿Y es cierto que no esperas de él alguna recompensa? ¡Malicioso! Yo no debía haberte llamado. Tú no puedes ser mi juez.
Mis servicios son voluntarios. Yo no pido dignidades ni riquezas. ¿Qué necesidad tengo de ellas? No tengo sino una necesidad; aquella que mi doliente corazón me recuerda cada instante; aquella sin la cual siéndome desde mucho tiempo la vida una pesada carga, hubiera bien pronto terminado mi existencia...
¡Tú sola me detienes, dulce tormento de mi alma, y por ti sola me es apreciable mi Señor!
Pero el orgullo de los grandes desprecia esta suerte de homenajes.
¡Desgraciado de mí si me declarase!... Un negocio de estado; ¡un delito!... ¡Un delito el puro afecto; el sentimiento!
¿Creéis vosotros que pueda obtenerse con el oro? ¿O no sentís acaso su necesidad?
¡Insensatos! Dió la naturaleza a cada uno sentimientos y alma.
Falaces instituciones alteraron el orden de las cosas, y sólo se distingue la energía del alma y del corazón.
Torquato Tasso
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