24 de octubre de 2020

Una voz en la tierra, María Meleck Vivanco

 

UNA VOZ EN LA TIERRA
 
 
A Malvina Rosa Quiroga
 
 
“En un valle de rosas minúsculo pero violento.
A través de los adioses del Sol”.
Georges Schehadé

 
 
Decir Villa Dolores es convocar la ausencia
del otoño y sus ángeles en el cielo de Córdoba.
Es vestirla de angustia con tules primorosos
y nombrarla de lluvia por sentir que se nombra.
 
Sus flores son del aire y al aire resplandecen
sabiamente adornadas de berilos y cobres.
Voy mendigando al cerro cada juguete suyo,
hasta callar mi sangre diluida entre sus próceres.
 
Inconsolablemente celebro y guardo el rito
penitente y lejano, de oxidada tristeza.
La víspera fui un grillo de violín melancólico.
Hoy me duelen los labios como una herida vieja.
 
Dejo antiguos sedales cautelosos al río
con puertos ya extinguidos y barcas de relevo,
donde mojo estas lánguidas serpentinas azules
que les robé al olvido sin anillo y sin dueño.
 
Vuelvo al ocaso mágico de mis lares; un ángelus
estremece la misa de los dioses remotos.
Alamedas que zumban. Rostros que nadie toca.
Besos de lacre frío bajo un lirio de polvo.
 
Y aquí doblo esta médula que fosforece al viento,
y al viento de mi pueblo doy mi escudo y mi nombre.
Mis alucinaciones. Mis relojes sin péndulos.
Mi atalaya de duendes. Mi más oculta torre.
 
 
María Meleck Vivanco
De Hemisferio de la Rosa Editorial Francisco A. Colombo. Buenos Aires,1973
 
 

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