19 de septiembre de 2020

Los poetas del automatismo, Aldo Pellegrini


LOS POETAS  DEL  AUTOMATISMO
 

Breton encabeza en el surrealismo la revuelta contra la condición humana para una afirmación sin abdicaciones del hombre integral. La persistencia en la pureza de su conducta inicial ha hecho que se quedara casi solo en estos momentos, aunque su influencia en el pensamiento y en la vida contemporánea ha sido tan decisiva que puede considerársele como uno de los perso-najes fundamentales de esta primera mitad del siglo. Esa influencia no deja de crecer a pesar de su actitud de apartamiento, de su severidad frente a la conducta de sus partidarios, la que provocó continuos alejamientos y exclusiones (muy a menudo de los más valiosos), y quizá por el aspecto vital, humano, que tales factores negativos prestan a su conducta.
Los libros de Bretón configuran ante todo -como dice su comentarista Julien Gracq- una gran aventura metafísica en busca de la razón de vivir. Todos ellos forman una gran estructura en evolución porque son el auténtico espejo de un hombre que quiso conocerse y conocer el mundo, que buceó en lo des-conocido y rechazó de su vocabulario mental la palabra imposible.
La trayectoria de su pensamiento puede encontrarse en cinco libros fundamentales: "Los manifiestos", "Nadja", "Los vasos comunicantes", "El amor loco" y "Arcano 17". Paralelamente transcurre su producción poética en obras como "Pez soluble", "El revólver de cabellos blancos", "El aire del agua", "Fata Morgana", "Los estados generales", "Oda a Fourier". En ellas campea la ortodoxia surrealista en el uso del procedimiento del automatismo (organizado ya con vistas al poema, como aceptó Breton) que da como resultado la imagen en su total gratuidad. Los poemas constituyen verdaderos torrentes donde la imaginación corre desbordante y lo maravilloso que surge del hombre se despliega sin aceptar que se le interrogue. Pero ese desborde tiene un refinamiento, una fulgurante suntuosidad, que nos re-cuerda el hecho de que Breton haya sido en sus comienzos un poeta de formación mallarmeana.
Péret fue el único camarada de los momentos iniciales que permaneció junto a Breton, fiel a la ortodoxia surrealista hasta su última hora. Breton dijo de él: "es el poeta que expresa el lado burlesco de la vida moderna del modo más directo". Péret da vuelta en su poesía la fórmula del arte por el arte para mos-trarnos la cara del humor y transformarla en el arte porque sí. Aunque la marca del humor señala la poesía de Péret hasta alcanzar a ratos un violento tono agresivo como en su libro "Yo no como de ese pan", en otros momentos, como en los poemas de "Yo sublime", adquiere un verdadero acento lírico. Toda su poesía desborda de imágenes audaces, desconcertantes, en un chisporroteo que pocos poetas surrealistas han alcanzado.
Tzara comenzó desorganizando el lenguaje en sus experiencias dadaístas para convertirse después en uno de los más auténticos representantes de la escritura automática. Se hace entonces dueño de un estilo delirante, sin sostén discursivo, sin tema organizado. Su obra nos ofrece un aparente caos verbal donde se entrechocan libremente las imágenes para lograr un clima extraño, de temperatura glacial y como sumergido en una atmósfera de vacío. Llega a su máxima altura en "El hombre aproximativo", largo poema de carácter épico realizado según la técnica automática, sin anécdota, pero del que surge con violencia el tema del hombre. Hay en este poema algo de primitivo y caótico que parece remontarse a la creación del mundo. Tzara nos sumerge, con su poesía, en un torrente desbordante de imágenes que permanecen distantes de toda sentimentalidad, de todo compromiso emocional.
Tzara ha realizado una larga evolución que parte desde su posición negadora en el dadaísmo ("Estoy por principio contra todos los principios" decía el1 el manifiesto Dada de 1918), época en la que preconizó la destrucción total de la moral, la estética, la sociedad, para. afirmar luego una posición vital en su período surrealista, y. acabar gradualmente preocupándose por el destino social del hombre, hecho que lo volcó hacia una militancia político-revolucionaria.
Se ha interesado como ensayista en el problema de la poesía. Concibe la palabra como "órgano de conocimiento" y la poesía como "actividad del espíritu", en oposición a la poesía como medio de expresión. Basado en esta concepción vio en la poesía el máximo mecanismo de liberación.
Césaire nos ofrece el espectáculo de una naturaleza en ebullición, donde las cosas se metamorfosean bajo la ley de lo imprevisto, animándose, adquiriendo vida: "De un grano de arena nacerá un pájaro" dice el poeta. Una cascada de imágenes que tienen el brillo deslumbrador y los colores de las aves tropicales. Pero en ese torrente de palabras no hay verbalismo: todo es preciso y necesario y está como sometido a un clima de alta tensión, pues detrás de ese esplendor verbal, está la violencia, la protesta de una raza oprimida que desea simplemente vivir. Breton ha dicho agudamente: "La palabra de Césaire bella como el oxígeno naciente".
 
 
 
Aldo Pellegrini

 


 

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