7 de julio de 2019

Opinión sobre poesía, Rafael Horacio López


Opinión sobre poesía

La poesía camina entre nosotros
como un hueso
como una piedra
camina entre nosotros.

Como una pluma
como una cáscara,
como el verde o el azul
o un lunes,
camina entre nosotros.

Como la mano liquida
que emana de la montaña
o la espina
o la inteligencia..
Como el sueño que estalla
en miles de estrellas
camina entre nosotros.

Porque ella nos enciende
la vela de los árboles
y nos permite leer
sus mensajes encerrados
entre las hojas, en los pájaros,
en la cáscara que sirve
de poncho criollo a la savia.

Porque quiebra la naturaleza
de las cosas exactas
y nos permite prender
la luz entre las líneas,
los cuerpos y los números.
Porque nos permite comprender
a los que talan para vivir
a los que roen para comer
y a los que queman para transformar,
camina entre nosotros.

Porque nos permite aprender
el idioma de los colores
a los colores de las formas
que nos entusiasman,
de la misma manera que aprendemos
el lenguaje de la luna,
de los peces, de las plumas
y de los insectos.
Porque enciende las velas de las palabras
y nos hace comprender que el silencio
tiene idiomas extensos y que nos
permite la comunicación, la extensión
de nuestros brazos
a todas las razas
y de nuestros pasos a todas las fronteras.
Camina entre nosotros.

Porque nos dice que el poeta no tiene edad
como la biselada roca, que hace caso
omiso a los nervios de las tempestades,
ni se la siente
porque el país del poeta es la infancia
y en él, no hay tiempo
para otro sentimiento que no sea
el amor.
Porque nos indica que el que vive
para la poesía debe saber que es
un niño
porque inventa paisajes
y da nombre a las cosas
y une las palabras porque sabe
que el verbo comienza con los ojos
de la luz
y que es necesario crear,
nombrar
y unir, como el compacto ungüento
de la bondad,
y que
como el niño o el anciano traduce
el idioma de los vientos,
de las aguas
de la tierra
y del mínimo insecto que vocifera
el silencio de los tiempos.

Camina entre nosotros.

Porque hace conocer al poeta
que puede convocar a la muerte
con los hilos más finos de la palabra,
con las notas más tiernas de la musica
en el marco
de la dulce pisada de la abeja.
Porque nos hace volver a nuestro
pueblo,
mi pueblo
el pueblo de todos
donde se resume las patrias
y bebemos en la paz de las cansadas arrugas
de nuestros ancianos y volvemos
no simplemente para invocar a la
muerte
sino también para habitar
de nuevo ese Cosmos que se
encuentra reflejado en esa convocatoria
de plumas y gargantas
que nos hace vivir en poesía.
Porque nos permite acumular
experiencias,
porque la poesía es experiencia,
y así amar a la nube como el leve
vestido de los cielos
y comprender el idioma del arroyo
y valorar a las piedras que detienen
a la fuerza arrollada de la
corriente
y mantiene en los cenotes agua
para el prófugo.

Camina entre nosotros.

Porque nos permite saber que quien
vive con la poesía, debe conocer a los pájaros
y páginas del mundo,
estar atento a las lágrimas
y a los gestos que produce
la felicidad.
Porque nos hace saber que el poeta
debe conocer la pobreza
y sus secuelas
el hambre y las enfermedades,
y tener oídos para el silencio
de esos corazones con el idioma
particular de la mirada.
Porque nos permite acercarnos
a los niños
conocerlos,
y doblar las rodillas para
escuchar los tiernos asombros
a los cándidos “¿Por que?”

Porque nos permite tener
el oído de los ancianos
que han aprendido el idioma
del silencio, de la oscuridad
y del olvido y les permite leer
en la madera
y en los metales,
transcribir la memoria
del fuego,
del sexo,
y de la espina.

Porque nos permite comprender,
en fin,
que todo
es una simple almohada
donde el poeta debe acariciar
la palabra y prepararse
para un nuevo día
donde la poesía invente
un mundo nuevo.

Por todo esto, decía,
y mucho más,
como el hombre que bebiendo
de la luna
no condena al horizonte,
y como el genio de la poesía
que va y viene,
que viene y va.

Camina entre nosotros.
La recibamos, pues,
desinteresadamente,
como ella se entrega
y encendamos las velas
de la poesía
por la paz
del mundo.



Rafael Horacio López
De Nombrar las cosas. Editorial Arkenia (2009)

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