ENCRUCIJADA
Esa es la voz
de Hécate.
Esa es la
mano izquierda del destino.
La luna
enrojece el paisaje,
esparce sobre
el mundo la locura y la muerte.
Y ella canta
en la encrucijada.
Allí donde el
cuerpo se triplica,
donde se triplican
los ojos y los pies
pero no el
corazón,
allí donde
cae la cabeza del condenado,
donde no hay
perdón.
Ella canta en
la encrucijada
y su canto
abre las puertas del infierno.
Ella canta en
la encrucijada
y se
retuercen los epilépticos.
Ella canta en
la encrucijada
y el alacrán
arrastra su víctima al tálamo de fuego
Ella canta en
la encrucijada
y el cuerpo y
el alma desatan su terrible nudo.
Ella canta:
“Oh, cómplice
de la noche,
reina de los
muertos y de los fantasmas,
trivia,
el corazón
estrábico mira a derecha e izquierda,
adelante y
atrás,
se mira a sí
mismo y a su doble.”
Ella canta en
la encrucijada.
Pero alguien
saldrá esta noche como ladrón a los
caminos,
pisará los
escalones de lo desconocido,
traerá de los
cabellos la cabeza del sol.
Para
arrojarla a sus pies,
para que su
canto no cese,
para que siga
brotando de sus pechos
la leche
caliente de la fatalidad.
Horacio Castillo
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