CANTO II
Mujer el mundo
está amueblado por tus ojos
Se hace más alto
el cielo en tu presencia
La tierra se
prolonga de rosa en rosa
Y el aire se
prolonga de paloma en paloma
Al irte dejas una
estrella en tu sitio
Dejas caer tus
luces como el barco que pasa
Mientras te sigue
mi canto embrujado
Como una serpiente
fiel y melancólica
Y tú vuelves la
cabeza detrás de algún astro
¿Qué combate se
libra en el espacio?
Esas lanzas de luz
entre planetas
Reflejo de
armaduras despiadadas
¿Qué estrella
sanguinaria no quiere ceder el paso?
En dónde estás
triste noctámbula
Dadora de infinito
Que pasea en el
bosque de los sueños
Heme aquí perdido
entre mares desiertos
Solo como la pluma
que se cae de un pájaro en la noche
Heme aquí en una
torre de frío
Abrigado del
recuerdo de tus labios marítimos
Del recuerdo de
tus complacencias y de tu cabellera
Luminosa y
desatada como los ríos de montaña
¿Irías a ser ciega
que Dios te dio esas manos?
Te pregunto otra
vez
El arco de tus
cejas tendido para las armas de los ojos
Te hablan por mí
las olas de pájaros sin cielo
Te habla por mí el
color de los paisajes sin viento
Te habla por mí el
rebaño de ovejas taciturnas
Dormido en tu
memoria
Te habla por mí el
arroyo descubierto
La hierba sobreviviente
atada a la aventura
Aventura de luz y
sangre de horizonte
Sin más abrigo que
una flor que se apaga
Si hay un poco de
viento
Las llanuras se
pierden bajo tu gracia frágil
Se pierde el mundo
bajo tu andar visible
Pues todo es
artificio cuando tú te presentas
Con tu luz
peligrosa
Inocente armonía
sin fatiga ni olvido
Elemento de
lágrima que rueda hacia adentro
Construido de
miedo altivo y de silencio
Haces dudar al
tiempo
Y al cielo con
instintos de infinito
Lejos de ti todo
es mortal
Lanzas la agonía
por la tierra humillada de noches
Sólo lo que piensa
en ti tiene sabor a eternidad
He aquí tu
estrella que pasa
Con tu respiración
de fatigas lejanas
Con tus gestos y
tu modo de andar
Con el espacio
magnetizado que te saluda
Que nos separa con
leguas de noche
Sin embargo te
advierto que estamos cosidos
A la misma
estrella
Estamos cosidos
por la misma música tendida
De uno a otro
Por la misma
sombra gigante agitada como árbol
Seamos ese pedazo
de cielo
Ese trozo en que
pasa la aventura misteriosa
La aventura del
planeta que estalla en pétalos de sueño
En vano tratarías
de evadirte de mi voz
Y de saltar los
muros de mis alabanzas
Estamos cosidos
por la misma estrella
Estás atada al
ruiseñor de las lunas
Que tiene un
ritual sagrado en la garganta
Qué me importan
los signos de la noche
Y la raíz y el eco
funerario que tengan en mi pecho
Qué me importa el
enigma luminoso
Los emblemas que
alumbran el azar
Y esas islas que
viajan por el caos sin destino a mis ojos
Qué me importa ese
miedo de flor en el vacío
Qué me importa el
nombre de la nada
El nombre del
desierto infinito
O de la voluntad o
del azar que representan
Y si en ese
desierto cada estrella es un deseo de oasis
O banderas de
presagio y de muerte
Tengo una
atmósfera propia en tu aliento
La fabulosa
seguridad de tu mirada con sus constelaciones íntimas
Con su propio
lenguaje de semilla
Tu frente luminosa
como un anillo de Dios
Más firme que todo
en la flora del cielo
Sin torbellinos de
universo que se encabrita
Como un caballo a
causa de su sombra en el aire
Te pregunto otra
vez
¿Irías a ser muda
que Dios te dio esos ojos?
Tengo en voz tuya
para toda defensa
Esa voz que sale
de ti en latidos de corazón
Esa voz en que cae
la eternidad
Y se rompe en
pedazos de esferas fosforescentes
¿Qué sería la vida
si no hubieras nacido?
Un cometa sin
manto muriéndose de frío
Te hallé como una
lágrima en un libro olvidado
Con tu nombre
sensible desde antes en mi pecho
Tu nombre hecho
del ruido de palomas que se vuelan
Traes en ti el
recuerdo de otras vidas más altas
De un Dios
encontrado en alguna parte
Y al fondo de ti
misma recuerdas que eras tú
El pájaro de
antaño en la clave del poeta
Sueño en un sueño
sumergido
La cabellera que
se ata hace el día
La cabellera al
desatarse hace la noche
La vida se
contempla en el olvido
Sólo viven tus
ojos en el mundo
El único sistema
planetario sin fatiga
Serena piel
anclada en las alturas
Ajena a toda red y
estratagema
En su fuerza de
luz ensimismada
Detrás de ti la
vida siente miedo
Porque eres la
profundidad de toda cosa
El mundo deviene
majestuoso cuando pasas
Se oyen caer
lágrimas del cielo
Y borras en el
alma adormecida
La amargura de ser
vivo
Se hace liviano el
orbe en las espaldas
Mi alegría es oir
el ruido del viento en tus cabellos
(Reconozco ese
ruido desde lejos)
Cuando las barcas
zozobran y el río arrastra troncos de árbol
Eres una lámpara
de carne en la tormenta
Con los cabellos a
todo viento
Tus cabellos donde
el sol va a buscar sus mejores sueños
Mi alegría es
mirarte solitaria en el diván del mundo
Como la mano de
una princesa soñolienta
Con tus ojos que
evocan un piano de olores
Una bebida de
paroxismos
Una flor que está
dejando de perfumar
Tus ojos
hipnotizan la soledad
Como la rueda que
sigue girando después de una catástrofe
Mi alegría es
mirarte cuando escuchas
Ese rayo de luz
que camina hacia el fondo del agua
Y te quedas
suspensa largo rato
Tantas estrellas
pasadas por el harnero del mar
Nada tiene
entonces semejante emoción
Ni un mástil
pidiendo viento
Ni un aeroplano
ciego palpando el infinito
Ni la paloma
demacrada dormida sobre un lamento
Ni el arco iris
con las alas selladas
Más bello que la
parábola de un verso
La parábola
tendida en puente nocturno de alma a alma
Nacida en todos
los sitios donde pongo los ojos
Con la cabeza
levantada
Y todo el cabello
al viento
Eres más hermosa
que el relincho de un potro en la montaña
Que la sirena de
un barco que deja escapar toda su alma
Que un faro en la
neblina buscando a quien salvar
Eres más hermosa
que la golondrina atravesada por el viento
Eres el ruido del
mar en verano
Eres el ruido de
una calle populosa llena de admiración
Mi gloria está en
tus ojos
Vestida del lujo
de tus ojos y de su brillo interno
Estoy sentado en
el rincón más sensible de tu mirada
Bajo el silencio
estético de inmóviles pestañas
Viene saliendo un
augurio del fondo de tus ojos
Y un viento de
océano ondula tus pupilas
Nada se compara a
esa leyenda de semillas que deja tu presencia
A esa voz que
busca un astro muerto que volver a la vida
Tu voz hace un
imperio en el espacio
Y esa mano que se
levanta en ti como si fuera a colgar soles en el aire
Y ese mirar que
escribe mundos en el infinito
Y esa cabeza que
se dobla para escuchar un murmullo en la eternidad
Y ese pie que es
la fiesta de los caminos encadenados
Y esos párpados
donde vienen a vararse las centellas del éter
Y ese beso que
hincha la proa de tus labios
Y esa sonrisa como
un estandarte al frente de tu vida
Y ese secreto que
dirige las mareas de tu pecho
Dormido a la
sombra de tus senos
Si tú murieras
Las estrellas a
pesar de su lámpara encendida
Perderían el
camino
¿Qué sería del
universo?
Vicente Huidobro
Altazor o el viaje
en paracaídas, Madrid, Compañía Iberoamericana de Publicaciones, 1931
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