3 de marzo de 2016

Poesía y planeta tierra, Ariel Canzani

 POESÍA Y PLANETA TIERRA

Caminadores de azul para llegar a la tierra, a todas las tierras de la tierra, hemos llegado a saber --no en la palabra sino en la realidad que permite el ser caminador del mundo- que todos los hombres de la tierra son iguales, que todos los ríos son marrones, que todos los
mares son azules, y todo ello a pesar de comprender que hay hombres desiguales, que hay ríos que son rojos y mares que son negros.
Con la poesía y en la poesía, esa poesía que el “mago del norte” Hamman decía era la lengua matriz del género humano, podemos afirmar que las generaciones, que las escuelas, que las simples palabras que podamos inventar para designar a esos engendros llamados poetas, son válidas también en las antípodas. Hoy, habitantes de un planeta sin límites, habitantes de sueños que nos han de llevar a constelaciones separadas por millones de kilómetros, esa certidumbre de realidades y de sueños se hace palpable, real, al poder estudiar con un escorzo
mayor toda la vida sucedida en la tierra.
La historia nos afirma esa certidumbre, hasta ayer nebulosa. Desde Antístenes, que habló de la doctrina política de la ciudadanía universal, pasando por Lucrecio, que al decir de Dilthey “ha sido el primero en expresar la profunda serenidad de ánimo que produce la idea de ser un Fenómeno pasajero de esa totalidad inmensa, de ser espectador fugaz de esa representación inacabable”, siguiendo con Saint Simon, Engels y Prouclhon, buscadores de un nuevo camino para la humanidad, continuando con Kierkegaard, profeta de la angustia metafísica que hoy
nos rodea, y llegando a Camus, vislumbrador de la fórmula buscada por el hombre y aún no encontrarla, toda la historia del ser, que es también la historia de la poesía, es la historia de igualarnos, más allá del sentido materialista, en el maravilloso de la sabiduría, del amor, de
la bondad y de la tolerancia.
Indudablemente podremos pasar, usando palabras de este tipo por adherentes de las doctrinas que todo el siglo XVIII llevo en sus espaldas.
En parte ello puede ser verdad, pero es más exacto pensar, siempre creyendo en la poesía como matriz de esa búsqueda -pura del ser-,que todas las palabras (Jorge Guillén dijo una vez en Venecia, que los sueños van en busca de la poesía tropezando con el estorbo de la palabra) pueden confundirse-, y podremos ser nosotros también confundidos, o marcados, como pirrónicos (rememorando a Enesídemo, tal vez el  primer futurista de la tierra)
O como como humanistas, o como católicos, o como empiristas, o como existencialistas, o como marxistas, que todo ello entra en el duende de la poesía, la verdadera, la buscadora de azules y  de negros, la buscadora de veranos de paz para el planeta tierra.
Pero si bien nos está dado confundir muchas posturas, otras son claras como cielos de trópicos y conociendo bien el camino del pensamiento humano hasta hoy, transcurrido desde los Vedantas ( recordar a Lao Tse, que nos habkla de una vida compasiva, sobria y humilde, es recordar un sueño todavía inalcanzado por los hombres ) hasta desembocar en la Era Atómica donde la ciencia y los descubrimientos, gigantes monstruos, roban todos los pensamientos del hombre, podemos afirmar rotundamente esa igualdad de sueños, de anhelos que constantemente se movió entre las manos y el corazón do los grandes hombres de la tierra, sean sus nombres Confucio o Jesús, Sócrates o Kierkegaard, Nieszche o Comte, Novalis o Gandhi.
Hoy, el planeta tierra, sabe todo eso. Vivimos una época deslumbradora e increíble, radares y cápsulas nos asombran, somos testigos y receptáculo de muchas etapas de la vida terrena.
Querer engañarnos o engañar es una artimaña sin sentido para la arrolladora verdad que sabemos existe existe detrás del átomo desintegrado.
Y el poeta de hoy, ¿en qué torre se encuentra? ¿Cuál es el que emula a Einstein y a Planck, y contesta la teoría del átomo primitivo del Padre Lemeitre?
El rompimiento del héroe que era el poeta, que se creía el poeta de ayer, sucesor de Prometeo y de Neptuno fue gestándose en nuestro siglo. A partir de Verlaine y hasta nosotros, el canto ha tomado vivencia personal y desesperante. Desde el hermetismo necesario de Ungaretti
y Montale, hasta la beats generación de los Estados Unidos y la “no te metas” generación de Argentina, la poesía se repliega y busca el grupo y el misterio que no pueden darle las realidades abrumadoras y veloces de la ciencia. Los surrealistas buscan drogas inventoras de
sueños, los imagínistas, con Pound a la cabeza, pasticcios de palabras de taberna con citas eruditas de Grecia, los existencialistas la náusea aprovechando todo lo que asusta a la moral prefabricada de mediocres y vacíos. Una nueva torre de marfil, la de la desesperanza, nos acosa, pues el mundo de Tatabomba es desmesuradamente grande y parecería no querer darle lugar a las palabras dichas con musicalidad y sentimientos.
Ante un mundo “tierra” que se iguala inevitablemente en sus estratos sufridos y paupérrimos buscando el fin del hambre. Ante un mundo que elimina muchas cosas inútiles. Ante un mundo que intuye presiente, que el planeta tierra debe llevar a la práctica el ideal de Lao-tse,
de Sócrates, de Saint Simon, de Camus, un mundo no unilateral sino formado por todas esas experiencias carnales y espirituales que el hombre ahora conoce y sabe que necesita para continuar su marcha, ante un mundo así, ahí estamos, por lo menos nosotros, los nacidos bajo el signo silencioso y aterrador del dios de nuestro siglo: Tatabomba

Ariel Canzani
Océano Atlántico. marzo de 1964.
CÓRMURAN  DELFIN. Año 1. Viaje N° 3. Agosto de 1964.
ARIEL CANZANI D. poeta de compacta y continua obra (casi veinte libros impresos, los últimos cinco publicados por la Editorial LOSADA de Buenos Aires), compartió su espíritu creativo con una revista de poesía comunitaria internacional que durante diez años fue casi el único puente literario entre la República Argentina y el resto de Latinoamérica y el mundo. CORMURAN Y DELFIN, tal fue el nombre que recibiera al nacer, ofreció en sus índices las más insólitas antologías de poesía de la tierra y en verdad tal vez haya sido la primera revista "planetaria" de poesía en su tipo. En su interior, junto a poemas memorables se respiraba constantemente un espíritu de combate no usual por las latitudes argentinas, donde normalmente tenia prioridad el preciosismo del lenguaje y la superficialidad bien construida sobre el compromiso y el testimonio.
CORMORAN Y DELFIN fue una revista diferente, que no amparaba a un grupo dispuesto a destrozar al resto por la posesión de un premio o un efímero puesto en el “parnaso” argentino. Fue esencialmente una revista abierta e independiente enrolada en y con el tiempo histórico convulso transcurriendo en Argentina y en Latinoamérica. Las .selecciones de poesía de países (especialmente realizadas para ella) incluidas en sus índices, daban muestra del conocimiento poético de Canzani que, como buen vagabundo con ojo de águila, por sus viajes pudo alternar personalmente o por carta con casi todos los colaboradores de su “quijotada” como él (profiriendo grandes carcajadas) la había bautizado. Ese mar de poesía, ese festín de poesía
que cada número nos daba, era completado con xilografías impresas con su taco original de grabadores argentinos, también ello una novedad (por su forma de presentación y los
nombres de los artistas invitados a colaborar) para una revista de poesía. En su parte final los “esquemas planetarios” fueron desarrollando las distintas ramificaciones y factibilidades filosóficas que el “planetarismo” poseía en el mundo. La esencia de esta revista-libro podría ser resumida como algo matemáticamente pensado y puesto en movimiento: Poesía-Grabado-Filosofía, con rumbo loxodrómico constante para beneficio del arte encaminado a crear la nueva sociedad sin privilegios, triángulo en que –sin desmayos- navegara durante sus diez apasionados años de puntual aparición. En este libro Ariel CANZANI D. recopila sus artículos preliminares, hechos de fuego y amor.
En esas notas encendidas, fácilmente, se descubre el “crecimiento necesario” (como Canzani lo ha denominado) de su mundo pensante y actuante, que complementa –en prosa- su vigorosa poesía, cuyo último libro precisamente lleva por titulo “Poemas del Crecimiento Necesario” (Editorial Losada, 1974). Sin dudarlo se puede afirmar que para conocer el pensamiento argentino de esa década (1963-1973) habrá que buscar en CORMORAN Y DELFIN (Revista Planetaria de Poesía), .en estas notas incluidas hoy en libro, y en sus índices, una buena parte del todavía oculto mundo creativo-literario-revolucionario de la República Argentina.


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