Epílogo del poder hacer
Lo que pueden hacer mis palabras:
Extender la emoción de los mensajes
En columnas verdes, tendida por los pájaros,
Tejida por los niños.
Descifrar la emoción de las raíces'
Palpar la libertad perdida
En las partes sensibles de la tierra
Donde los astros y los hombres
Inventan discusiones inútiles,
Inventar nubes para los campos
Que en silencio duermen, esperan,
Contemplan, y se acicalan en noches como piedra
Descifrar la emoción de los que vuelven
Sus pasos hacia lugares anteriores,
Y sueñan con los antiguos momentos
Y se imaginan resucitando
Figuras queridas transformando el corazón
De las espigas en el pan con la inmensidad
De los humildes nidos.
La libertad de un niño corriendo
Tras los vientos que alguna vez
Se volvieron barriletes.
Tejer con la respiración acelerada
Algún trompo olvidado en la memoria.
Llegar a la salvación del hombre y sus cosas
Al poder que ostentan las operaciones necesarias
En las oscuras piedras
Por el canal de las sanaciones.
Cambiar un mundo violento
Por una tajada de cielo para el hombre.
Mirar hacia adentro verdaderamente cuerd0.
Invitar al viaje hacia el interior de cada uno
En actitud de oración, liviano, fácil,
Permitir el acceso al idioma de todos
Volviendo al comienzo de las cosas
Retomar el camino del pan, el camino de todos
En la piedra, en el árbol, para llegar finalmente
Al patio celeste del anciano
Que comparte su humildad con todos.
Lo que no pueden hacer mis palabras
Me sumerge en la lentitud de la miel
Cayendo hacia el paisaje,
Me vuelve niño sentado,
Sentado en un signo de preguntas:
¿Adonde irán las palabras
Que se quedan en el tintero?
¿No podrán retomar
El camino de la poesía
Para llegar ala salvación
Como una invitación al viaje?
¿No llegarán al hombre, al niño, al anciano
Como una liberación obligada y bella?
A veces pienso que un viejo piolín
No puede hacer girar a la madera
Ni alcanzar a la sombra de un ángel.
Entonces me quedo en mi astilla de sol
Y de sal
En los límites de mi cordura.
Yo que estoy en el límite del poder hacer
No me gusta que mi espalda
Esté deshabitada
Y cargo mis palabras y las hojas que me saludan
Como buscando el olvido que no encuentran.
Hojas arrugadas, amarillas,
Palabras que me indican los pasos y las cosas
Que me hacen sentir
Obrero en el durazno
Y en la redonda sencillez de un loro,
En los límites pequeños
De mi extensa emoción de mensajero.
Rafael Horacio López
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