ENCUENTRO
DE POETAS
a Oscar
Guiñazú Alvarez
Vienen
de soledades
de
oquedades
de
ciudades con cielos como piedras
de
pueblos con domingos como lápidas.
Traen
tinta en las uñas y pestañas.
Olfatean
de lejos el paisaje
y
corren hacia él con los nervios al viento
como
bestias sedientas hacia un agua caída.
Largan
sus voces ávidas
que
remontan el aire aleteando confusas
atontadas
de luz
igual
que esas palomas
a las
que sueltan juntas para las efemérides.
Hablan
golosamente entre eÍlos
dísonos
y armoniosos
dulces
batracios húmedos de músicas insomnes.
Se
intercambian los versos
beben
intensos vinos
improvisan
amores que más tarde
hay que
pasar en limpio
como a
poemas bruscamente escritos
y que
después rompe una mano
indiferente
o sabia.
Viven
dias sonoros
noches
alucinadas
madrugan
entre vasos entre besos
cantan
con las gargantas en dirección al sol
y se
acuestan mareados de alcoholes o de sílabas
pensando
en la poesía
como en
un túnel tierno con un final de luz
como en
un puente elástico para atar lejanías
como en
una alta aldea que acaba en el azul
como en
un yuyo mágico que cura de la pena
esa
pena tan viva que no ayuda a morir.
Se van
los días pródigos
huyen
entre poemas vinos pájaros piedras
entre
alcoholes que cantan
entre
amores fugaces y eternos como un hambre
entre
palabras sin horario
entre
ocios sin castigo.
Llegan
las despedidas
los
adioses
parten
ómnibus grises
módicos
automóviles
y el
paisaje se tiende nuevamente
en su
sopor de siesta provinciana
en
tanto que las calles
se
despueblan de besos serenatas asombros.
Ellos
regresan a sus soledades
a sus
ciudades duras o amarillas
sus
pueblos como lápidas
sus cielos
como piedras
sus
oficinas largas como túneles
sin un
final de luz
sus
cigarrillos ojerosos
sus
poemas guardados en carpetas
que
huelen a expedientes musgosos y ateridos.
Ya se
encontraron
en
Villa Dolores
una vez
más
los
poetas.
Se
vieron y se oyeron
se
palparon los sueños
bebieron
alegrías que ya duelen
como el
azul a un río congelado.
Llevan
amores truncos
versos
en servilletas usadas por la noche
briznas
de sol en los bolsillos
migas
de suculentas montañas en la piel
De
tanto en tanto
mientras
se alejan como desterrados
vuelven
los ojos hacia atrás
y ven
las horas ebrias que quedaron
las
bocas que escucharon o besaron
las
veredas que iban hasta el sol
sin
advertir el abismal camino
que los
rueda hacia el gris
la
soledad
el
desamor
los
lunes.
Y
todavía encuentran
un gajo
de ternura
un
sabor que aletea confuso y atontado
el
sonido de un beso
algún
poema sin olvido.
Yo
encontré este poema
que más
que mio es de ellos
los
poetas
los
ángeles custodios de mis manos cansadas
mis
manos con horario
que
ellos empujan desde lejos
hacia
la poesía
ellos
los
poetas
que han
fundado otra vez mi patria del encuentro
con la
sed
la
amistad
el amor
palabras.
Osvaldo
Guevara de Niña Carmen Maccio hermanos editores (1983)
Lalo Arguello, Osvaldo Guevara, Leonardo Dellepiane, Walter "Ruleman" Perez, Adrian "Zahir" Salagre, Andrés Nieva y Jose Luis Colombini (22 de Octubre de 2008)
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