19 de noviembre de 2015

Peter Camenzind, Hermann Hesse

 «Peter Camenzind»

Recuerdo el «Camenzind» lejanamente como algo frío; papel lleno de color otoñal y sobriedad.
 Bertolt Brecht

 Fue para mí una gran alegría que Usted acogiese con tanta simpatía mi mezcla un poco agria de muchacho campesino y poeta. La única alegría profunda y el único enriquecimiento que puede obtener un autor de una publicación, son precisamente esas tres o cuatro cartas de amigos comprensivos...
 Usted ha estudiado el carácter peculiar de Peter Camenzind con claridad y sutileza extraordinarias. Me reprochan que mi descripción de las impresiones de la infancia de Peter sea tan poco infantil, y me alegra que Usted no lo haya dicho también. Pues el relato de estas impresiones está escrito por Peter, hombre ya adulto y hecho. Para todos nosotros la infancia no es lo que quizás fue en realidad, sino lo que entendemos por tal como adultos, una imagen del recuerdo mezclada con revelaciones posteriores y nostalgia.
 Y poco importa lo que sea de Peter al final. No se trataba de hacer que llegase a ser algo, sino de desarrollar hasta donde él pudiese sus aptitudes personales en el fuego de la vida.
 Pero basta ya de hablar de él. Ahora queda en manos de la crítica oficial que ya lo analizará y desplumará. Para mí el éxito del libro significa mucho. Espero que, aunque no tenga éxito comercial, eleve un poco mi nombre y mi crédito literario, para que mi existencia gane solidez e impulso.

 (Carta, 1904)
Hermann Hesse
Sobre «Peter Camenzind»
A los estudiantes franceses con motivo del tema de la «agrégation» de este año.

 Ustedes, jóvenes compañeros, han encontrado entre los temas que les presenta esta vez el programa de la «agrégation», el tema «H. Hesse, le romancier, en particulier: Peter Camenzind». Esto les llevará a muchos a leer por primera vez «Peter Camenzind» y a pensar sobre él.
 Constatarán que es sobre todo una obra temprana, de juventud, mi primera novela, escrita en Basilea en los primeros años de este siglo y publicada en 1903 por vez primera. Procede por lo tanto de un tiempo ya legendario, anterior a las grandes guerras y a los cambios profundos de la época, de la atmósfera de paz y despreocupación, de la que tal vez hayan oído hablar a sus padres o abuelos. Sin embargo, no respira contento ni satisfacción, porque es la obra y el testimonio de un joven, y el contento y la satisfacción no son rasgos de la juventud.
 El descontento y la nostalgia de Peter Camenzind no se refieren a las circunstancias políticas sino, en parte, a su propia persona, de la que exige más de lo que probablemente podrá dar, y en parte a la sociedad, a la que critica de manera juvenil. El mundo y la humanidad, a los que todavía ha tenido poca ocasión de conocer, le resultan demasiado hartos, demasiado autosatisfechos, demasiado escurridizos y normalizados; él quisiera vivir con más libertad, con más nobleza, con mayor intensidad y belleza, que ese mundo al que desde el principio se siente opuesto, sin darse cuenta de lo mucho que le seduce y atrae.
 Como es poeta, se vuelve, en su deseo irrealizado e irrealizable, hacia la naturaleza, la ama con la pasión y devoción del artista, encuentra temporalmente en ella, en su entrega al paisaje, a la atmósfera y a las estaciones, un refugio, un lugar de veneración, meditación y exaltación.
 En este sentido, como Ustedes saben, es un típico hijo de su época, la época alrededor de 1900, la época de los «Wandervógel» y de los movimientos juveniles. Trata de alejarse del mundo y la sociedad y volver a la naturaleza, repite a pequeña escala la rebelión, entre valiente y sentimental, de Rousseau, y por ese camino se convierte en poeta.
 Sin embargo, y éste es el rasgo que caracteriza este libro juvenil, Peter no pertenece a los «Wandervógel» y a las asociaciones juveniles, al contrario, en ninguna parte se integraría peor que en esos grupos tan convencionales e ingenuos como arrogantes y ruidosos, que tocan la guitarra en torno a los fuegos de campamento o se pasan las noches discutiendo. Su meta, su ideal no es ser hermano en un grupo, cómplice en una conjura, voz en un coro. En lugar de comunidad, camaradería e integración, busca lo contrario; no quiere recorrer el camino de muchos, sino seguir obstinado su propio camino, no quiere marchar con los demás y adaptarse, sino reflejar y vivir en su propia alma la naturaleza y el mundo en nuevas imágenes. No está hecho para la vida en colectividad, es un rey solitario en un reino de sueños, que él mismo ha creado.
 Creo que tenemos aquí la idea dominante que está presente en toda mi obra. Es verdad que no me he quedado en la peculiar actitud de ermitaño de Camenzind; en el curso de mi evolución no he eludido los problemas actuales y nunca he vivido, como creen mis críticos políticos, en una torre de marfil —pero mi primer y más acuciante problema no fue nunca el Estado, la Sociedad o la Iglesia, sino el ser humano, la persona, el individuo único sin normalizar—. En este sentido se puede tomar perfectamente el «Camenzind», por insignificante que pueda ser, como punto de partida para un estudio y un análisis de toda mi vida.
 Muchas cosas de este librito les resultarán curiosas, anticuadas y extravagantes. Peter Camenzind simplifica a menudo demasiado cuando piensa y formula, tiende a sobrevalorar demasiado lo natural y lo primitivo, lo ingenuo y lo intuitivo, frente al mundo del intelecto y la cultura.
 Con una sonrisa le sorprenderán a veces haciendo alardes y fantaseando como en la historia inventada de su estancia en París.
 No tengan miramientos con mi Peter, analícenlo bien con los medios de su ciencia. Mientras tanto se ha hecho viejo y ha perdido en su largo camino ya parte de su susceptibilidad y de sus manías.

 (Carta, 1951)

 Hermann Hesse

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