Romance
del niño del agua
El niño
llegó del agua
asombrado
y conmovido,
diciendo
a la madre: -Madre,
en el
agua hay otro niño
un niño
que me hace señas
con la
mano, Madre, un niño,
que habla
sin que yo le hable
y mira si
yo le miro.
Qué país
tan bello, madre
el país
del otro niño,
las ranas
juegan con él,
y los grises
pececillos
le velan
el sueño cuando
él reposa
sobre el limo.
Qué país
tan bello, madre
el país
del otro niño,
tiene
nubes, tiene estrellas,
nogales y
juncos finos,
pero todo
transparente,
todo puro
y cristalino.
La madre
le escuchaba atenta
y le dice
con cariño:
—No
quiero que vayas más
al
remanso, niño mío,
el agua
también engaña,
así como
engaña el vidrio
que copia
distantes nubes
y vilanos
fugitivos.
Y el niño
responde: —Madre,
en el
agua hay otro niño;
con estos
azules ojos
que tú
besas, Madre, he visto,
la frente
de lisa luna,
los ojos
color jacinto.
La Madre
se calla y luego
lo besa
con un suspiro
las
sienes por donde sube
la marea
del delirio.
Al pie de
la peña verde
que se
inclinaba sobre el río
hallaron después
la blusa
aún
mojada de rocío…
Antonio
Esteban Agüero
De Romancero
de niños (1946)
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