17 de octubre de 2022

Las jaulas del sol, Francisco Madariaga

Las jaulas del sol
 

1
 
¡Oh niño de la siesta, sentado hasta en el aire
        de tu odio!
 
Lujoso y verdadero rey del hombre que incendia, que
        destapa, que acomete hasta en el velo natal el
        arco iris de calor su gran serpiente, su gran corriente,
        su profesión de ser arrodillado que se lanza porque
        así lo quiere el agua, las comarcas subidas a las
        hojas, todo lo recogido por las palmas por su gran
        alimento, su corriente de dios, su arrancamiento
        del seno de las joyas-mujeres.
 
Oh mío, pedazo de recuadro del mundo, recibido
        antiguamente por las fieras: en nosotros se levanta
        y camina, pero lo acosa el fuego -¡su velocidad
        elimina!- hacia donde resoplamos nuestras galas
        de enredos e todos los colores, los calores, los
        olores y las grandes pestañas destruidas de mi tigre
        en el corazón de una provincia.

 
2
 

Vengan allí a la casa del diamante calentado por
        el agua, al huerto donde el hombre se recoge
        para no caer del globo.
 
Un día, un paso, un día mil pasos, una bestia sueño,
        pero con todos los amores permitidos por su amor.
 
Ni una pérdida.
 
No, no, tribu mía de mi raza. Raza de ganancia y de lujo,
        acopladora, niveladora para el fuego, tambora para
        los vientos dementes que saben adorar.
 
Tenía un camino de patos y de rezos. Al fondo, el agua,
        luego, los ojos de los hombres con sus telas
        flotando sobre el sol y aquí la misma marca
        de globo entre las piernas ¡y un odio por lo estéril!
 
Oh madre de todos los amores, ven a mí, adórame con
        tus hijas. Tiernísima del bosque, ven a mí, yo tengo
        una bolsa de fuego cautivado por los gatos
        monteses pegada sobre el labio,
¡reviéntame en tu olor!
 
Cortina de cuero y olor a ojos de infierno matándome
        en el bosque.
 
No tienen puerta para huir los amores.
 
Círculo de sol repleto de pájaros; tranquilidad de María,
        la mecedora de la tarde.
 

Francisco Madariaga
De Las jaulas del sol (1960)


 

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