La selva liviana
1
El sonido de un tren que se ahoga en la
catarata de las hojas.
Al fondo de la selva liviana y los cocoteros
se hunde el nivel de llanto,
el peso entero de los sueños.
Peso entero del saco de perfume de la gracia.
Estoy entre la espada del paisaje y el
ladrillo caliente del olvido,
viajando con un ardor de joya y sangre.
Escuchando el aullido de mi candor: mi nueva
fiesta.
2
A paladas, silbatos.
El tren se encierra en si al borde de los
esteros nocturnos.
Su polvo ciudadano tiene miedo a la gran
humedad de la tierra,
al aire cálidamente eléctrico,
a los cisnes del negro vapor nocturno de la
herida del mundo.
Francisco Madariaga
De El pequeño patíbulo (1954)
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